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El hospital de Arriondas

El hospital de Arriondas Por Jose Ignacio Gracia Noriega 

Geográficamente, Arriondas es la puerta del oriente de Asturias. La villa se encuentra situada en la confluencia de dos ríos: el Piloña, antiguamente también llamado el río Grande, que viene del corazón de la Asturias central, de las laderas de Peñamayor, por la parte de Bimenes (al otro lado de la montaña está la cuenca del río Nalón), y desemboca al sur de Arriondas, en el río Sella, procedente de las montañas y el límite occidental de los Picos de Europa. El oriente de Asturias tiene forma de triángulo que se va estrechando hasta la raya con Santander. Si lo contemplamos como triángulo isósceles, su base es Arriondas. A cualquier sitio que se vaya o se venga del Oriente se ha de pasar por Arriondas. Dos carreteras parten de la villa siguiendo el curso del río Sella: al Sur, hacia Cangas de Onís, por la que se va, insistiendo hacia el Sur, a los concejos de Amieva y Ponga; hacia el Este, a Onís, Cabrales, las Peñamelleras y Ribadedeva, y hacia el Noroeste, a Ribadesella y el resto de la comarca, hasta Unquera. Y por la parte central de Asturias tienen caída hacia Arriondas los grandes concejos de la orilla izquierda del Sella: Parres (del que Arriondas es la capital municipal) y Piloña, y desde el otro lado de la sierra del Sueve, los de Colunga y Caravia, comunicados por el paso del Fito. Con esta breve explicación pretendo demostrar que Arriondas está estratégicamente situada entre la Asturias oriental y la central y es lugar privilegiado para centralizar servicios. Posiblemente, salvo en Oviedo, que es capital y centro de la provincia, no existe otro lugar como éste tan apropiado para establecer un hospital. Si se me objeta que las comunicaciones no son buenas, contesto que no es culpa de la situación de Arriondas, ni de los que construyeron el hospital. Pero de lo que no puede caber duda es de que no había lugar más a propósito para construirlo. A esto se añade que Arriondas es una villa bien abastecida, con buen y variado comercio, y comunicada con el resto de la región por ferrocarril y autobús.

El hospital, por lo demás, se encuentra en un paraje ameno. Desde los amplios ventanales, el enfermo contempla el paso del río Piloña o la sierra del Sueve. No hay el agobio de las grandes e inhumanizadas factorías hospitalarias. Hace años, lo tuve que visitar diariamente, con motivo de haber sufrido mi mujer una operación de apendicitis, y tanto las instalaciones como el trato me parecieron de primera. Evidentemente, ya entonces el personal hospitalario tenía problemas de variada índole que motivaron una manifestación que recorrió las calles de Arriondas por aquellos días. Pero aquellas tensiones de carácter laboral y administrativo no se reflejaron en la asistencia a los enfermos, que continuó siendo exquisita. Al final de esa manifestación se leyó un manifiesto: se pensó en que lo leyéramos Menchu Álvarez del Valle y yo, y Menchu dijo que mejor lo leía yo, lo que para mí fue un honor.

Ahora vuelven a repetirse las tensiones y, por cuarta vez en diez años, los trabajadores de este centro se encuentran forzados a la huelga y a la presencia en las calles para mostrar que están ahí, aunque se haga poco caso de ellos. El problema que no acaba de resolverse y que es la causa de estas movilizaciones es la falta de recursos derivada de su situación, ajena al sistema público sanitario de Asturias. No parece que exista intención política de afrontar y resolver este problema gravísimo, y, como han escrito los trabajadores en uno de sus comunicados, «una vez más, oiremos las voces de los políticos, como cantos de sirenas, acusarnos de oportunistas, chantajistas, irresponsables y, en fin, de cualquier cosa con tal de confundir a la opinión pública y evitar dar la respuesta necesaria para que nunca más haya conflictos en el Hospital Grande Covián: integrarlo de una vez por todas, con igual financiación, deberes y derechos que cualquier otro hospital del área».
La reclamación es razonable (y está razonada), además de ser justa. Pero lo que más nos sorprende es que el patronato gestor del que depende el Hospital Comarcal del Oriente no sólo no apoya las reclamaciones de los trabajadores, sino que asegura que carecen de fundamento. Yo no dudo de que algunos de los miembros de ese patronato pertenecen a él sólo por figurar. Por ese motivo deberían dimitir, a no ser que las reclamaciones de los trabajadores, que incluyen la ampliación del hospital, más camas, la realización de obras pendientes en urgencias, farmacia, radiología, etcétera, la creación del área materno infantil, la ampliación de la cartera de servicios, la equiparación de la plantilla a la del resto de los hospitales comarcales de Asturias y el acceso de los pacientes a todos los tratamientos puestos en marcha en el resto de los hospitales comarcales de Asturias, carezcan de fundamento. Si el hospital de Arriondas no está al mismo nivel, no por culpa de su personal, del resto de los hospitales de Asturias, los pacientes no recibirán el mismo trato que en otros hospitales. Esto es lo que se pretende evitar; aunque el patronato lo considere «sin fundamento».

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