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Hay que ampliar el ámbito geográfico de actuación en cuidados paliativos domiciliarios

Hay que ampliar el ámbito geográfico de actuación en cuidados paliativos domiciliarios

«Si continúa la crisis financiera podemos llegar a un déficit de terapias»

 

“La sabiduría consiste en transmitir la información al paciente subrayando que detrás hay una forma de tratamiento que ofrece una esperanza de lucha”

 

EMILIO ESTEBAN GONZÁLEZ, Oncólogo del Hospital Central de Asturias (en la foto)

 

Oviedo, Pablo ÁLVAREZ, para La Nueva España

 

Emilio Esteban González (Mieres, 1959) es licenciado y doctor en Medicina por la Universidad de Oviedo. Especialista del servicio de oncología del Hospital Central de Asturias, ha completado su formación en diversos centros sanitarios, entre ellos el MD Anderson de Estados Unidos, donde se especializó en tumores de pulmón. Desde 2007 es el responsable del Laboratorio de Oncología Médica del Instituto Universitario de Oncología del Principado (IUOPA).

 

-Pese a los avances de los últimos años, la palabra «cáncer» continúa siendo percibida como sinónimo de muerte. ¿Por qué?

 

-Porque buena parte de la población desconoce esos avances. Los últimos progresos están logrando, como mínimo, mejorar la calidad de vida de los pacientes y, en muchos casos, prolongarla. Con lo cual, ese sinónimo de fatalismo inminente se va abandonando, y está siendo sustituido por una situación más próxima a la de enfermedad crónica.

 

-¿Cómo ha vivido esa evolución?

 

-Hace 20 o 25 años no había mucho que ofrecer, salvo cuatro medicamentos totalmente inespecíficos y utilizados la mayoría de las veces por médicos que no eran especialistas en oncología. Eso ha ido cambiando paulatinamente hasta llegar a donde estamos, con el desarrollo e investigación sin tregua de tratamientos cada vez más selectivos y, por lo tanto, menos tóxicos.

 

-¿Cómo afronta el momento en que se comunica a un enfermo que padece un cáncer?

 

-Como algo que va a quebrar la inercia de la vida de una persona, algo que fractura su forma cotidiana de vivir, pero posiblemente no muy diferente de otra mala noticia relacionada con otra enfermedad no tumoral con características crónicas.

 

-¿Alguna técnica comunicativa especial?

 

-La sabiduría consiste en saber transmitir esa información subrayando que detrás de ella hay una forma de tratamiento que es cada vez más específica y que va a ofrecer una esperanza de poder luchar. Lo vivo como una dualidad, pero como cualquier otra situación en la vida, en la que tienes una obligación, como médico responsable, de dar una noticia que va a suponer un cambio sustancial en su vida.

 

-Pero la carga de la palabra «cáncer» continúa siendo tremenda.

 

-Por supuesto, pero ahí es donde tenemos que poner todo nuestro conocimiento para desmitificarla.

 

-¿Desmitificarla?

 

-Sí, definitivamente. La gente no responde tan dramáticamente como se piensa. Obviamente, el impacto emocional es grande, pero está la otra parte: la oferta de un tratamiento que pueda hacer que esa enfermedad sea curable o transformable en una enfermedad crónica.

 

-¿Cómo se combinan esos dos mensajes?

 

-Probablemente la mejor estrategia es ir adaptando al paciente de forma progresiva a la nueva situación. También es importante tener muy en cuenta el modo de ser de cada persona. Hay quienes necesitan una información muy específica y otros que se conforman con un mensaje más general, sin entrar en detalles.

 

-¿Cómo consigue distinguir entre unos y otros?

 

-Es una cuestión de empatía, una combinación de la experiencia que acumulas y de algo que llevas dentro. Es la capacidad que puedas tener o desarrollar para involucrarte emocionalmente con alguien que tiene un problema, saber qué tipo de información requiere y como puedes trasmitirle tu voluntad de ayudar. En resumen, no mentir, pero sí adaptarte a la situación emocional de cada persona.

 

-Usted no es partidario ni de decirlo todo ni de no decir nada?

 

-Soy partidario de entablar una conversación y de no provocar más ansiedad a una situación difícil. Se trata de administrar una información que puede ser igual de adecuada y que permita que el paciente vaya dándose cuenta de su realidad.

 

-¿Se ha mejorado en las técnicas de comunicación con el paciente?

 

-No hay una escuela en la que te enseñen a entablar una comunicación con el paciente. Ni en la facultad. Probablemente ésta es la asignatura que se está tratando de introducir en la medicina desde la facultad y también en el sistema de especialización. Es muy importante. La empatía, el saber cómo dar noticias, el hacer sentir que estás al lado de un ser humano tiene una influencia enorme en el resultado terapéutico, puede contribuir a que el paciente acepte el tratamiento y lo haga adecuadamente, a que no tenga estrés y menos ansiedad, mejorando su calidad y perspectivas de vida.

 

-¿Usted vincula la situación emocional y el resultado del tratamiento?

 

-No es sólo una opinión personal. Hay estudios científicos que concluyen que la empatía, la buena relación y la comunicación entre el enfermo y el personal sanitario pueden favorecer que todo vaya mejor.

 

-¿En qué medida?

 

-No hay una respuesta definitiva. Es un beneficio global que incluye detalles como espacios cómodos y amplios, intimidad, ausencia de ruidos, tiempo suficiente para atender y escuchar a una persona? Nuestro sistema sanitario público es bueno tecnológicamente, pero debe seguir apostando por la calidad fomentando estos aspectos.

 

-Tal vez la enfermería podría tener un papel más relevante en ese clima de empatía.

 

-Yo no sé distinguir entre quiénes deben tener más o menos protagonismo o son más o menos importantes. Todos lo somos, con seguridad.

 

-Casi todos los días se publican noticias relativas a avances en los tratamientos. ¿Cuáles han sido los progresos netos en los últimos tiempos?

 

-Desde que nacemos hasta que morimos lo que hacemos es cronificarnos. Siempre estamos padeciendo problemas con nuestra salud: es la condición común a todo ser vivo. De lo que tenemos que hablar los oncólogos es de alargar la supervivencia con o sin enfermedad. En este concepto sí que hemos conseguido mucho. Hemos conseguido, en prácticamente todos los tumores, alargar la supervivencia. Además, hemos conseguido que eso esté asociado a una mejora de la calidad de vida y a una menor toxicidad. Globalmente, estamos consiguiendo avances paso a paso. Puede que para la sociedad en general hablar de un cinco por ciento más de supervivencia sea una cifra pequeña, pero los oncólogos sabemos que es muy importante. Y eso lo hemos conseguido en los carcinomas de colon, pulmón y mama, pero también en tumores en los que antes no teníamos muchas opciones, como los carcinomas de riñón o de hígado...

 

-¿Avances inminentes? Usted hablaba recientemente de una vacuna contra el cáncer de pulmón.

 

-Ésa es la tercera generación. Nos permitiría reconocer claramente la cara, la superficie o la estructura proteica del tumor, y saber cómo podemos reactivar el sistema inmunológico para que pueda bloquear el desarrollo de las células tumorales o destruirla con nuestro propio sistema. La investigación es difícil y larga, y es improbable que pueda llegarse a conclusiones rápidas.

 

-¿Cuál será el primer tipo de tumor en el que se logrará un 100 por ciento de curación?

 

-No puedo aventurarme, pero pienso que cuando lleguemos a curar el 100 por ciento de un tipo de tumores esa estrategia va a ser transferible a otros tipos. Además, podemos confiar en que, en el futuro, la genética nos ayude a prevenir estas situaciones desde la raíz, conociendo las características de una familia y bloqueando la expresión de determinados genes vinculados al desarrollo de tumores. Pero eso es el futuro.

 

-¿Dónde están los límites?

 

-Hablando de la manipulación genética y en una selección de especie tendríamos que entrar en la bioética y eso significa que la sociedad, con representación de los políticos y los investigadores, deberían hablar y estar de acuerdo buscando el bien del ser humano.

 

-Los nuevos fármacos son muy caros. ¿Existe una amenaza real de déficit de recursos terapéuticos?

 

-Si continuamos en una situación de crisis financiera como la actual, seguro que sí. La medicina cada vez es más cara. Hay unos recursos y es necesario priorizarlos. Ni el médico ni los enfermos son responsables de que la medicina actual esté encarecida y sea cada vez más inalcanzable. Todos los implicados tendremos que hablar de hasta dónde podremos llegar y de cómo maximizar y orientar nuestros recursos económicos.

 

-¿Cuáles son los retos en el tratamiento del dolor?

 

-Se ha avanzado mucho, gracias sobre todo a la generalización del uso del opiáceo y al desarrollo de unidades especiales de cuidados continuos y unidades del dolor.

 

-¿Qué porcentaje de los casos de dolor son incontrolables?

 

-Seguramente estemos por debajo del cinco por ciento. En el 80 por ciento de los enfermos el dolor puede controlarse con sólo aplicar los protocolos farmacológicos y en el resto se puede hacer frente con éxito con otros procedimientos.

 

-¿Son suficientes las actuales prestaciones en materia de cuidados paliativos?

 

-Nunca se puede renunciar a mejorar lo que se tiene. En nuestra región disponemos de unidades de cuidados paliativos que, en mi opinión, funcionan de forma excelente. Debemos seguir intentando, con la ayuda de todos, ampliar el ámbito geográfico de su actuación, a ser posible en estrecha coordinación con los centros oncológicos. El objetivo es dar el máximo cuidado en un medio amable, y nada mejor que el hogar de cada uno, de modo que sólo se recurra a la hospitalización en situaciones inevitables.

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