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La equidad, la solidaridad y la integración … valores a reforzar en la A. Primaria

La equidad, la solidaridad y la integración … valores a reforzar en la A. Primaria

Bolsillos vacíos, centros de salud llenos

En las consultas observamos un considerable incremento de patologías relacionadas con la preocupación por el futuro laboral

POR RODRIGO ABAD RODRÍGUEZ MÉDICO DEL CENTRO DE SALUD DE POLA DE SIERO

Las versiones sobre la situación financiera actual son muy distintas y varían según la información sea transmitida por los representantes del Gobierno de turno, los portavoces de la oposición, los medios de comunicación que se pronuncien y los grupos de influencia a los que éstos pertenezcan. Hasta hace pocos meses, había políticos insensatos que aseguraban que los indicadores económicos y las perspectivas de estabilidad económica y laboral estaban aseguradas. Y llegaban a tachar de agoreros y malintencionados a todos aquellos que discrepaban. Actualmente, ya nadie duda de que todos los indicadores de la situación, desde un punto de vista estrictamente económico, reflejan un escenario de crisis. Desgraciadamente, todos estos datos empeoran cada trimestre que pasa y dibujan una situación muy diferente de la que nos cuentan tanto el Gobierno como la oposición actuales.

Factores como la sangría constante de empleos, los gastos de hipoteca y la pérdida de poder adquisitivo afectan, y de forma profunda, a la inmensa mayoría de los trabajadores de nuestro país. La situación es, cuando menos, preocupante, y si nuestros políticos y gestores no le ponen remedio, pronto se convertirá en alarmante.

Lo que estamos observando desde las consultas de atención primaria (puerta de entrada del sistema sanitario) es un considerable incremento de patologías relacionadas con la preocupación por el futuro laboral, con incremento de enfermedades como depresión, ansiedad, angustia, cefaleas, palpitaciones, trastornos digestivos sensibles a alteraciones emocionales como el estrés, fibromialgias y otros tipos de enfermedades relacionadas con trastornos mentales.

En estos últimos meses, la percepción desde los médicos de familia es que atendemos más pacientes con patologías derivadas de una situación económica delicada. Se trata de pacientes que no ven perspectivas de futuro, con altas dosis de incertidumbre. Se dan situaciones paradójicas. Hay pacientes que acuden con una enfermedad que requiere baja laboral, por ejemplo por una gripe con fiebre alta, afectación generalizada y una intensa postración, pero que no pueden exponerse a coger la baja por temor a perder su trabajo.

También se da el caso contrario: aquéllos que saben que van a ser despedidos e intentan coger una incapacidad de última hora para alargar el tiempo de cobro hasta poder pasar al INEM. Suelen ser éstas consultas motivadas por problemas con el trabajo o simulaciones con carácter rentista.

Todas estas situaciones de estrés conllevan una incertidumbre y precisan de un período de adaptación. Sería como un tiempo de «duelo», habitualmente de semanas o pocos meses. Es frecuente que la persona afectada esté deprimida o presente trastorno de adaptación, unas veces manifestados en apatía y cansancio exagerado, otras en llanto, irritación o agitación. También es usual que las personas inmersas en esta crisis presenten trastornos fisiológicos con crisis de ansiedad (palpitaciones, taquicardias, sensación de ahogo, sequedad bucal). E incluso que quienes conviven con ellos o ellas se vean inmersos en una dinámica de agresividad ocasionalmente no bien controlada.

No sólo la crisis afecta a nuestros pacientes. Recientemente, la Organización Mundial de la Salud (OMS) se ha impuesto como objetivo primordial impedir que la crisis derive en un recorte del gasto sanitario. A juicio de la OMS, el impacto de la crisis puede ser aprovechado como una oportunidad de reforma en el sector sanitario, en un sentido restrictivo. Esta entidad aconseja para superar la crisis cinco esferas de actuación, entre las que subraya la atención primaria porque ofrece un enfoque global de las políticas en tiempos de crisis financiera, al estar sustentada en valores como la equidad, la solidaridad y la integración.

Como colofón, sólo pedir a nuestros políticos y gestores, sean del signo y partido que sean, decisiones basadas en el sentido común con el consenso de los profesionales, los técnicos y la sociedad en general para abordar esta situación de crisis. Desde la calle se percibe una falta de directrices que nos puede abocar a situaciones de alteraciones colectivas no deseadas por nadie.

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