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Pedro Sabando Suárez «El gasto sanitario deberá ajustarse para garantizar la sostenibilidad del sistema»

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 «El nuevo HUCA debe ser un polo de atracción científico-médica»

«El copago compromete la equidad y debilita la integración social»

Pedro Sabando. jesús farpón

Pedro Sabando Suárez  Médico, jefe de servicio del Hospital La Princesa y profesor de la Universidad Autónoma de Madrid

Oviedo, Pablo ÁLVAREZ , Lne.es » Sociedad y Cultura       El currículum de Pedro Feliciano Sabando Suárez (Gijón, 1941) pone de relieve su amplia experiencia sanitaria, política y sindical. Especialista en reumatología y en medicina interna, y doctor en Medicina, jefe de servicio del Hospital de La Princesa y profesor de la Autónoma, ha desarrollado en Madrid la mayor parte de su trayectoria sanitaria y política. Miembro del PSOE, ha sido diputado regional y nacional, senador, subsecretario del Ministerio de Sanidad, consejero de Salud de la Comunidad de Madrid y alto cargo de UGT. En la actualidad, es consejero electivo del Consejo Consultivo de la Comunidad de Madrid. Recientemente, en el marco de un foro que se desarrolla en el RIDEA, en Oviedo, expuso su visión sobre la descentralización de la gestión de la sanidad. En la entrevista que sigue, analiza la situación del sector.

 

-El gasto sanitario crece exponencialmente. ¿Hasta dónde puede llegar?

 

-No crece exponencialmente, pero sí por encima del PIB. En el actual contexto recesivo, no podrá seguir creciendo al mismo ritmo. Tendrá que ser ajustado para garantizar la sostenibilidad del sistema.

 

-¿Se complica progresivamente la gestión sanitaria?

 

-En períodos de recesión la gestión de los directivos debe ser más exigente y todos los agentes del sector han de ser más responsables.

 

-¿Necesita el sistema sanitario público una reforma profunda?

 

-Nadie cuestiona que el sistema sanitario precisa una visión reformista. Esto implica que debe pasar a la agenda política y pública como una prioridad acorde con las preferencias y demandas sociales de nuestro tiempo.

 

-¿Qué paradigmas es necesario cambiar?

 

-Sobre todo, el de la responsabilidad, tanto política como institucional y social. Los diversos agentes del sector sanitario deben estar implicados en las mejoras estructurales y funcionales para garantizar su sostenibilidad.

 

-¿Existe un riesgo real de que España quede fragmentada en 17 sistemas sanitarios?

 

-El Sistema Nacional de Salud es actualmente una realidad virtual. Sobre el papel reúne las características de los servicios nacionales de salud: financiación pública por impuestos generales, cobertura universal y provisión fundamental mediante recursos propios constituidos como servicio público. Pero, en la práctica, ya se está funcionando como una suma de 17 sistemas autonómicos, cada vez más distintos, escasamente vinculados entre sí y que juegan a ser competidores.

 

-¿Cómo valora la gestión autonómica?

 

-Tengo la sensación de que las autonomías han optado por ejercer sus competencias sanitarias no tanto como forma de contribuir a ese fin común, sino ante todo como un instrumento más para reforzar su propia naturaleza y el poder político autónomo. Y frente a esa actitud autonómica, no ha habido una posición clara desde los gobiernos de España que pusiera el acento en el mantenimiento de las condiciones universales e igualitarias de la protección sanitaria y en la necesidad de establecer instrumentos formales y legales para mantener el funcionamiento coordinado del sistema.

 

-El papel del Ministerio de Sanidad está desdibujado.

 

-Es perentorio regular las funciones del Ministerio para garantizar los derechos de los ciudadanos independientemente de la comunidad autónoma donde vivan. Y también para producir una fórmula de gobierno para el Sistema Nacional de Salud compatible con la descentralización completa de la gestión.

 

-¿De lo contrario??

 

-Pues lo dicho: 17 sistemas de salud. Esta inquietud ya se ha puesto de manifiesto en el ámbito de la salud pública, de la gestión de los recursos humanos, de la formación de especialistas, de las homologaciones de la carrera profesional, de la movilidad, los salarios o la incorporación de nuevas prestaciones. En último término, se pone en cuestión si está en riesgo el mantenimiento de la protección sanitaria en condiciones de equidad e igualdad para la población española. De cara al futuro, el actual proceso de modificaciones estatutarias puede profundizar en los rasgos diferenciales e imposibilitar la solución de problemas graves que sólo pueden abordarse desde el Gobierno de la nación.

 

-¿Soluciones?

 

-Debería utilizarse decididamente el Senado como espacio de diálogo y concertación permanente entre el Estado y las comunidades autónomas. Ahí se puede dar forma parlamentaria, si fuera necesario, a los acuerdos alcanzados en el Consejo Interterritorial de Salud, y ahí deben orientarse soluciones en la planificación de estructuras de interés general. No cabe la indiferencia, porque los problemas se agudizan: o se trabaja con rigor en la coordinación del Sistema Nacional de Salud o pronto comenzarán a escucharse voces reclamando políticas de «devolución», tal como está ocurriendo en algunos países. En todo caso, será necesario desarrollar mecanismos externos a los servicios regionales de salud que permitan mantener la universalidad y la equidad. Sin ellos, el Sistema Nacional de Salud se encaminará, lenta pero inexorablemente, hacia su desaparición.

 

-Hay quien confía mucho en la gestión clínica como motor de racionalización.

 

-La gestión clínica representa, ante todo, la decisión de comprometer la ética profesional para reducir la brecha sanitaria en nuestra sociedad.

 

-¿Qué indican las experiencias de otras comunidades relativas a la gestión clínica?

 

-Las experiencias, fundamentalmente en Cataluña, Galicia, Andalucía y el País Vasco, han puesto de manifiesto dificultades en su mantenimiento y desarrollo, fundamentalmente como consecuencia de los problemas para producir el adecuado alineamiento de los incentivos orientados a potenciar el modelo de descentralización funcional y delegación en los microsistemas clínicos.

 

-¿Qué sabe de la polémica de Asturias sobre este aspecto?

 

-No conozco con suficiente detalle la situación. No obstante, creo que hay un problema de confianza y de implicación de los profesionales en las dinámicas emprendedoras que se proponen desde la Consejería de Salud. Tal vez sería conveniente redefinir con la mayor precisión posible las propuestas de cambio, el grado de implicación de los profesionales sanitarios y los mecanismos de compensación vinculados a la mejora de competencias y resultados en la práctica clínica.

 

-¿Qué prioridades se plantearía si tuviera que poner en marcha el futuro Hospital Universitario Central de Asturias (HUCA)?

 

-Hay que intentar desarrollar un polo de atracción científica sanitaria, como ya se hizo en Oviedo y en Asturias en un pasado no tan lejano. Teniendo en cuenta que la infraestructura física y la tecnológica van a ser de muy alto nivel, la prioridad actual, que puede producir un gran impacto en la medicina asturiana y española, pasa por contratar médicos de referencia en las diversas especialidades que conviertan el HUCA en un polo de atracción científico-médica. Esta realidad repercutirá sin duda en la Facultad de Medicina y en el conjunto de Asturias. Yo evitaría con cuidado la endogamia y acentuaría el mérito y la capacidad expresados en la dedicación y el rigor científico. La búsqueda de la excelencia constituiría una oferta extraordinaria, dinamizadora y muy bien acogida en los ambientes científicos, tanto en España como en el extranjero. No abundan proyectos de este alcance y no es razonable renunciar a la primera línea. El Hospital significará lo que expresen el peso científico, docente y asistencial de sus médicos.

 

-¿Cómo ha de llevarse a cabo la selección de personal del futuro HUCA?

 

-Habría que convocar las plazas a través de pruebas selectivas juzgadas por tribunales integrados por especialistas de máximo nivel nacional, que valoren méritos asistenciales, docentes y de investigación. El sistema sanitario necesita el mejor liderazgo posible, tanto político como profesional y social.

 

-¿Es necesario modificar el estatus laboral de los médicos liberándolo de los corsés de la función pública?

 

-Es deseable proponer mejoras en el modelo de vinculación de los médicos a propuestas de cambio, encaminadas a un aumento del grado de identificación y del sentido de pertenencia a las instituciones sanitarias. Y también promover desarrollos de carrera profesional relacionados con el grado de competencia y los resultados de la práctica asistencial.

 

-¿Sería positivo dotar a los centros sanitarios de personalidad jurídica propia?

 

-Sería deseable, porque haría posible ejercer el buen gobierno, desarrollar órganos de gestión y participación democráticos e incrementar la transparencia para rendir cuentas a la sociedad. De este modo, las instituciones podrían dotarse de herramientas más apropiadas y flexibles para mejorar la eficacia y la calidad de los servicios sanitarios.

 

-¿Valoran los ciudadanos los servicios sanitarios en su justa medida?

 

-Los españoles no saben lo que tienen. Hemos de hacérselo llegar tal cual es.

 

-Desde determinados foros socialistas se critica la gestión sanitaria de la Comunidad de Madrid o de la Valenciana por supuestas tendencias privatizadoras.

 

-La gestión de esos dos gobiernos está conllevando un proceso de fragmentación de las funciones y las competencias cuyas consecuencias son imprevisibles en términos de calidad, eficiencia, integración patrimonial y cohesión social. Experiencias similares llevadas a cabo en el Reino Unido, Canadá y Australia están siendo revisadas como consecuencia de los sobrecostes y las dificultades para gobernar los procesos y la continuidad asistencial. Estos modelos son más caros, rompen la cadena de valor asistencial, no evidencian mejoras en el servicio, distorsionan la participación social y generan un auténtico desorden en los mecanismos de gobierno de cada institución.

 

-¿Es usted partidario del copago de los servicios sanitarios?

 

-Hay evidencia contrastada de que el copago no es un instrumento apropiado ni para mejorar la financiación del sistema sanitario ni para evitar un uso desordenado de los recursos. Compromete la equidad y debilita la integración social de los que menos tienen y de los más enfermos. Como consecuencia, rompe el patrimonio de solidaridad que caracteriza al sistema.

 

-¿Alternativas?

 

-Las hay, y mucho más eficientes que el copago. Por ejemplo, un proceso derivado de un contrato social entre todos los agentes que gravitan en torno al Sistema de Salud.

 

-¿Confía en que la nueva ministra de Sanidad, Trinidad Jiménez, sea capaz de abordar todos estos complejos retos?

 

-A día de hoy sólo me cabe desearle mucha suerte en la gestión, efectivamente compleja, de una responsabilidad como la que ha asumido.

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