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Sus nombres no se han borrado de la historia, se han dignificado y están más vivos que nunca en nuestra memoria …

Sus nombres no se han borrado de la historia, se han dignificado y están más vivos que nunca en nuestra memoria …

Un brindis por las ‘Trece rosas’

Se cumplen 70 años de uno de los crímenes más brutales y simbólicos del franquismo. Era 5 de agosto de 1939, cuando trece valientes mujeres que habían reivindicado sus ideas, cayeron abatidas por los fusiles. Su recuerdo se hizo presente esta mañana en el Cementerio de la Almudena. Sus asistentes recordaron su historia.

AGNESE MARRA / NUEVATRIBUNA.ES - 05.08.2009

“Madre, madrecita, me voy a reunir con mi hermana y papá al otro mundo, pero ten presente que muero por persona honrada. Adiós, madre querida, adiós para siempre. Tu hija que ya jamás te podrá besar ni abrazar… Que no me lloréis. Que mi nombre no se borre de la historia”. Así terminaba la última carta que escribió Julia Conesa a sus tempranos y vitales 19 años. Minutos después caería al suelo abatida por los fusiles del franquismo junto con otras doce compañeras, la mitad de ellas menores de edad: Las trece rosas habían muerto.

Setenta años después en el mismo lugar donde se escucharon las balas, donde se sentía un “calor pegajoso” (según describen testigos de la época) en medio de un Madrid derruido y maltratado por la guerra, en ese lugar en el que estas flores terminaron por desvanecerse, se ha rendido homenaje a estas valiente mujeres. El Cementerio de la Almudena ha acogido hoy a aquellas personas que las mantienen en la memoria y para las que este asesinato es todo un símbolo de la crueldad del franquismo y de la represión de una de las épocas más negras de España.

Su único crimen fue el de afiliarse al Partido Comunista de España (PCE) y a las Juventudes Socialistas Unificadas (JSU). Las heridas de la Guerra Civil estaban más abiertas que nunca y el Gobierno franquista iniciaba una ‘limpieza’ con la que se proponía acabar con todos aquellos que tuvieran algo que ver con el bando derrotado.

El 3 de agosto de 1939, las trece rosas fueron juzgadaspor un tribunal militar por tratar de recomponer el PCE y las JSU y por atentar contra el "orden social y jurídico de la nueva España", les condenó a muerte por "adhesión a la rebelión". La sentencia: pena de muerte.

Esta mañana en el acto que les ha brindado homenaje, una de las presas que estaba en la celda de al lado de estas mujeres, ha recordado que ellas no sabían que iban a ser ejecutadas. Según el testimonio, la noche del 4 de agosto, pudo escuchar cómo Julia Conesa le preguntaba a Virtudes González: -“¿Tú crees que nos van a matar por eso?”- y Virtudes le respondía: - “Juli no seas tonta cómo van a matarnos”- . Queda la duda de si Virtudes quiso ser generosa y darle un último aliento a su amiga o si realmente pensaban que la sentencia no se iba a llevar a cabo.

Pero al amanecer del 5 de agosto, la funcionaria de prisiones María Teresa Igual, fue la encargada de sacarlas de la celda y llevarlas a las tapias del Cementerio del Este (hoy, del Almudena). “Han caído serenas”, les dijo la funcionaria al resto de las presas: “Si fue terrible perderlas, verlas salir, tener que soportarlo con aquella impotencia, más lo fue ver la sangre fría de Teresa Igual relatando cómo habían caído”, ha explicado una de los testimonios de la época.

 

LA SIEMPRE PENDIENTE MEMORIA HISTÓRICA

 

Entre los que acudieron al acto de conmemoración en el cementerio de la Almudena estaba la secretaria de Organización del PSOE, Leire Pajín, y el secretario general del PSM, Tomás Gómez. También participaron el secretario general de las Juventudes Socialistas de España, Sergio Gutiérrez ; el organizador del acto y presidente de la Fundación Trece Rosas, José Cepeda, y el director gerente de la Fundación Ciudadanía Joven Tomás Meabe, Raúl Santiago García.

 

“Hoy podemos decir en voz alta que nuestras ideas tienen más vigencia que nunca en el mundo entero, y el trabajo de millones de trabajadores, sus sacrificios, sus esfuerzos, sus vidas en defensa de unos ideales, hoy tienen más sentido que nunca en un mundo en constante transformación”, dijo en su discurso José Cepeda. “Por eso es un orgullo para nosotros” –aseguró Cepeda- “recordar a las personas que dieron todo, hasta su vida, para hacer posible que hoy haya un país como el que ellos soñaron”.

 

La secretaria general de Organización del PSOE, Leire Pajín, aprovechó el acto para insistir en la “importancia de la memoria histórica” y de recordar a estas mujeres “símbolo de la lucha por la libertad”.

 

Para el presidente de la Fundación Trece Rosas y vicepresidente del Grupo Parlamentario Socialista, el mejor homenaje que se les puede brindar “consiste en darles las gracias porque su lucha y su sacrificio no han resultado en vano. Y sus nombres, el de ellas y el de tantos y tantos hombres y mujeres en este país que dieron su vida por defender la democracia; sus nombres, como pidió Julia Conesa en la carta de despedida a su madre, no se han borrado de la historia, se han dignificado y están más vivos que nunca en nuestra memoria”.

 

¿QUIÉNES FUERON LAS TRECE ROSAS?

 

Carmen Barrero Agüero (20 años, modista). Trabajaba desde los 12 años, tras la muerte de su padre, para ayudar a mantener a su familia, que contaba con 8 hermanos más, 4 menores que ella. Militante del PCE, tras la guerra, fue la responsable femenina del partido en Madrid. Fue detenida el 16 de mayo de 1939.

 

Martina Barroso García (24 años, modista). Al acabar la guerra empezó a participar en la organización de las JSU de Chamartín. Iba al abandonado frente de la Ciudad Universitaria a buscar armas y municiones (lo que estaba prohibido). Se conservan algunas de las cartas originales que escribió a su novio y a su familia desde la prisión.

 

Blanca Brisac Vázquez (29 años, pianista). La mayor de las trece. Tenía un hijo. No tenía ninguna militancia política. Era católica y votante de las derechas. Fue detenida por relacionarse con un músico perteneciente al Partido Comunista. Escribió una carta a su hijo la madrugada del 5 de agosto de 1939, que le fue entregada por su familia (todos de derechas) 16 años después. La carta aun se conserva.

 

Pilar Bueno Ibáñez (27 años, modista). Al iniciarse la guerra se afilió al PCE y trabajó como voluntaria en las casas-cuna (donde se recogía a huérfanos y a hijos de milicianos que iban al frente). Fue nombrada secretaria de organización del radio Norte. Al acabar la guerra se encargó de la reorganización del PCE en ocho sectores de Madrid. Fue detenida el 16 de mayo de 1939.

 

Julia Conesa Conesa (19 años, modista). Nacida en Oviedo. Vivía en Madrid con su madre y sus dos hermanas. Una de ellas murió de pena (por la muerte de su novio en las guerrillas) estando ella detenida. Se afilió a las JSU por las instalaciones deportivas que presentaban a finales de 1937 donde se ocupó de la monitorización de estas. Pronto se empleó como cobradora de tranvías, ya que su familia necesitaba dinero, y dejó el contacto con las JSU. Fue detenida en mayo de 1939 siendo denunciada por un compañero de su "novio". La detuvieron cosiendo en su casa.

 

Adelina García Casillas (19 años). Militante de las JSU. Hija de un guardia civil viudo. Le mandaron una carta a su casa afirmando que sólo querían hacerle un interrogatorio rutinario. Se presentó de manera voluntaria, pero no regresó a su casa. Ingresó en prisión el 18 de mayo de 1939.

 

Elena Gil Olaya (20 años). Ingresó en las JSU en 1937. Al acabar la guerra comenzó a trabajar en el grupo de Chamartín.

 

Virtudes González García (18 años, modista). Amiga de María del Carmen Cuesta (15 años, perteneciente a las JSU y superviviente de la prisión de Ventas). En 1936 se afilió a las JSU, donde conoció a Vicente Ollero, que terminó siendo su novio. Fue detenida el 16 de mayo de 1939 denunciada por un compañero suyo bajo tortura.

 

Ana López Gallego (21 años, modista). Militante de las JSU. Fue secretaria del radio de Chamartín durante la Guerra. Su novio, que también era comunista, le propuso irse a Francia, pero ella decidió quedarse con sus tres hermanos menores en Madrid. Fue detenida el 16 de mayo, pero no fue llevada a la cárcel de Ventas hasta el 6 de junio. Se cuenta que no murió en la primera descarga y que preguntó "¿Es que a mi no me matan?".

 

Joaquina López Laffite (23 años). En septiembre de 1936 se afilió a las JSU. Se le encomendó la secretaría femenina del Comité Provincial clandestino. Fue denunciada por Severino Rodríguez (número dos en las JSU). La detuvieron el 18 de abril de 1939 en su casa, junto a sus hermanos. La llevaron a un chalet. La acusaron de ser comunista, pero ignoraban el cargo que ostentaba. Joaquina reconoció su militancia durante la guerra, pero no la actual. No fue conducida a Ventas hasta el 3 de junio, a pesar de ser de las primeras detenidas.

 

Dionisia Manzanero Salas (20 años, modista). Se afilió al Partido Comunista en abril de 1938 después de que un obús matara a su hermana y a unos chicos que jugaban en un descampado. Al acabar la guerra fue el enlace entre los dirigentes comunistas en Madrid. Fue detenida el 16 de mayo de 1939.

 

Victoria Muñoz García (18 años). Se afilió con 15 años a las JSU. Pertenecía al grupo de Chamartín. Era la hermana de Gregorio Muñoz, responsable militar del grupo del sector de Chamartin de la Rosa. Llegó a Ventas el 6 de junio de 1939.

 

Luisa Rodriguez de la Fuente (18 años, sastra). Entró en las JSU en 1937 sin ocupar ningún cargo. Le propusieron crear un grupo, pero no había convencido aun a nadie más que a su primo cuando la detuvieron. Reconoció su militancia durante la guerra, pero no la actual. En abril la trasladaron a Ventas, siendo la primera de las Trece Rosas en entrar en la prisión.

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