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Es evidente que existe un amplio margen de mejora en la eficiencia ...

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El debate sobre un servicio público básico
 

Los tratamientos para la sanidad asturiana

Médicos y economistas aportan veinte soluciones a la crisis del sistema de salud
Concursos para material o incentivos a los trabajadores, algunas de las propuestas

Oviedo, Marcos PALICIO / Pablo GONZÁLEZ, para La Nueva España

La sanidad asturiana se ha convertido en un enfermo necesitado de demasiados cuidados para una Administración que ha asumido que su precio comienza a ser insostenible si prosigue aumentando. El coste sanitario se lleva buena parte del presupuesto del Principado, el 40 por ciento, y las cifras suben año tras año. El Gobierno regional ha abierto hace unas fechas del debate sobre cómo garantizar la sostenibilidad del sistema. Y LA NUEVA ESPAÑA ha preguntado a expertos en sanidad y financiación qué soluciones ven factibles para controlar el caballo desbocado de la sanidad. Las soluciones alcanzan la veintena.

El copago, sí. La posibilidad de que los usuarios financien de forma directa el sistema, sobre todo los medicamentos, no es una de las medidas que concitan unanimidad. Economistas como Miguel de Fuente, su decano en la región, entienden que en un contexto de crecimiento del gasto y de crisis hay dos opciones para mantener la calidad: «Pagar más impuestos o instrumentalizar medidas de copago». Por su parte, Francisco González, catedrático de Economía Financiera, cree que «se tiende a consumir más aquellas cosas que son gratis».

El copago, no. Faustino Blanco primer gerente del Servicio de Salud del Principado (Sespa) entiende que el copago «no resuelve el problema» y que además «crearía dificultades de acceso a los servicios a la gente con menos capacidad económica». Manuel Matallanas, ex director general del Insalud, tampoco es partidario del canon por consulta para evitar las aglomeraciones. «Un canon bajo ni es disuasorio, ni mejora sustancialmente la financiación del sistema. Al final los únicos grupos que no irían para no pagar serían los más pobres. Y ya se sabe que la mayor causa de enfermedad es la miseria», advierte Matallanas.

El gasto farmacéutico. El médico Martín Caicoya parte de la premisa de que controlar el gasto es complicado, por lo que primero sería establecer la frontera entre «¿quién abusa y quién lo necesita?». ¿Y el gasto farmacéutico cómo se controla? Médicos como Matallanas defienden la creación de un «listado con los fármacos realmente útiles retirando los de menos uso». A su vez, esto evitaría financiar fármacos que varían muy poco de su versión anterior, pero que las farmacéuticas modifican ligeramente para poder seguir cobrando la patente.

Recetas con el tratamiento justo. Otra medida para controlar el gasto en medicamentos pasa, según Matallanas, por que se estableciera «la prescripción del tratamiento completo. Evitaría el almacenamiento de medicamentos». Esto supondría que el médico debería recetar la cantidad exacta de pastillas, sobres o jarabes para evitar estar a expensas de los formatos de los medicamentos.

Liberalizar el mercado de las farmacias. Además, Matallanas propugna revisar los conciertos con los colegios farmacéuticos, que permiten que los medicamentos tengan un precio único evitando así la competencia entre las farmacias. En resumen, liberalizar el mercado.

Control de las tecnologías. Casi todos los expertos consultados por este periódico abogan por controlar la compra de tecnología hospitalaria pasando por un examen de evaluación para garantizar su utilidad. Este modelo también podría aplicarse a los tratamientos hospitalarios de última generación.

Sanciones a los médicos. Ésta es una de las posibilidades que estudia el Gobierno para controlar el gasto en farmacia, castigando a aquellos médicos que más receten sin justificación. «Es un disparate que no tiene sustento legal. Lo dicen, pero no se atreverá a hacerlo», asegura Ángel Colmeiro (Simpa).

Unificación de salarios. «Las retribuciones del personal deberían estar unificadas en toda España, para evitar una carrera entre comunidades para ver quien gana más», defienden varios expertos, lo que enlaza con la siguiente medida.

Coordinación estatal. Para establecer políticas sanitarias comunes entre regiones se aboga por una coordinación estatal que ahora no funciona. Las grandes cuestiones a coordinar irían desde los salarios ya citados, a unificar criterios de investigación para evitar duplicidad de estudios, actuaciones conjuntas ante problemas con la gripe A e, incluso, llegar a centralizar compras o servicios muy especiales.

Plantar cara la industria farmacéutica. Desde fuerzas políticas como IU se ha instado al Gobierno central a plantar cara a los grandes laboratorios para evitar que el gasto siga creciendo.

Concursos para material. Desde el PP asturiano se asegura que utilizar la fórmula del concurso para adquirir material como prótesis supondría un ahorro del 25 por ciento.

Modernización de la gestión hospitalaria. Ésta pasa por «definir y caracterizar» los centros de cara a las próximas dos décadas. El Principado quiere especializar algunos, centralizar servicios en otros, pero mantenerlos todos en funcionamiento. «Cuando se construyeron los comarcales se hizo con varios objetivos, entre ellos fijar población en las alas», explica Matallanas. También se apuesta por el trabajo cooperativo y en red.

Implicar al capital humano. «Hay que buscar alianzas y no responsables», avisan sobre que el cambio del sistema no funcionará sin la colaboración del personal. Los expertos consultados aseguran que el «profesional no puede estar aislado del sistema, se tiene que sentir implicado. Si no sienten como suyo el sistema, no lo van a cuidar».

Incentivos a los más trabajadores. Para mantener a los mejores dentro del sistema público se apuesta a dar incentivos por productividad, formación continuada o por vinculación con la investigación.

Impulso a la atención primaria. Hay quien apuesta dar un vuelco a la atención primaria aprovechando la mejora de la cualificación de su personal y de los equipos técnicos.

Otras medidas. Algunas son muy conocidas, como el fomento del consumo de genéricos, la congelación de salarios, el aprovechamiento de las mejoras en las comunicaciones para evitar altas concentraciones de centros o evitar la polimedicación.

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