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«La ´googlemanía´ en la medicina puede generar interpretaciones incorrectas»

«La ´googlemanía´ en la medicina puede generar interpretaciones incorrectas»

«Si existe el humanismo en las profesiones, la medicina es en la que más se puede poner en práctica»

Guillermo López García. cedida por la clínica universidad de navarra

Ex director de ginecología de la Clínica de Navarra
La Nueva España. Oviedo, Pablo ÁLVAREZ

Guillermo López García acaba de poner fin a 46 años de dedicación a la medicina. Nacido en Vegadeo (1940) y criado en Oviedo, ha dirigido durante un largo período el departamento de obstetricia y ginecología de la Clínica Universidad de Navarra, hasta que hace unas semanas le llegó la jubilación al cumplir 70 años. Especialista de prestigio y autor de nueve libros y más de dos centenares de artículos, en la entrevista que sigue repasa su trayectoria y esboza algunos de sus planes de futuro.

-¿Ha merecido la pena ser médico?

-Sí. Sin ninguna duda, aunque se viven momentos difíciles.

-¿Por ejemplo?

-Creo que los peores han sido los derivados de tumores irreversibles de mujeres jóvenes. Y también las ocasiones en que he tenido que explicar a una familia que un niño iba a nacer o había nacido con enfermedades congénitas. A la hora de la verdad, observas que en una familia es más perturbadora la enfermedad de la esposa que la del marido.

-¿Recomendaría a un nieto suyo estudiar Medicina?

-Sí. Hay tres médicos en la familia: mi mujer, una de mis hijas y yo. Espero que de los catorce nietos que he tenido hasta ahora alguno decida estudiar Medicina. Es una profesión que implica unas relaciones humanas muy profundas con los enfermos y sus familias. Son relaciones que perduran en el tiempo. Si existe el humanismo en las profesiones, en la medicina es en la que más se puede poner en práctica.

-¿Qué significaba ser médico a mediados de los años sesenta y qué significa hoy?

-Creo que significa esencialmente lo mismo, aunque es cierto que los avances científicos han modificado la relación médico-enfermo. Con frecuencia se aplica la técnica y se obtienen mejores resultados, pero existe el riesgo de perder aspectos esenciales de la relación con el paciente, como son los psicológicos y familiares. Ha avanzado más la tecnología que la humanidad.

-¿Ha percibido un deterioro de la consideración social del médico?

-En alguna medida sí. En primer lugar, por la escasez de tiempo para atender las consultas. Estas prisas generan un déficit de información que puede dar lugar a incomprensiones entre el paciente y el médico, con el consiguiente aumento de las reclamaciones y demandas judiciales. Además, hay un mayor nivel de exigencia por parte del enfermo y de su familia. Al médico se le pide no sólo esfuerzo, sino también eficacia e información.

-¿Cuál ha sido su «política» de información a los enfermos?

-La información ha de ser veraz. Tanto la referida a la propia enfermedad como a las complicaciones que surgen. Y luego es muy importante intentar adaptarse a la capacidad de asimilación que uno observa en cada paciente y en su familia.

-Los pacientes de ahora están muy informados con internet.

-La «googlemanía» en la medicina puede estar muy bien, pero también puede dar lugar a interpretaciones incorrectas por parte de los profanos. Además, en la Clínica Universidad de Navarra es muy frecuente que los pacientes vengan buscando una segunda opinión, y ahí se mezclan la información que traen de sus centros de origen y la que han obtenido en internet. El nivel de confusión puede ser considerable.

-¿Paciente, usuario o cliente?

-Paciente.

-¿Cómo ve la situación de la sanidad pública española?

-Es evidente que no está en su mejor momento. Y la crisis económica afectará al progreso y aplicación de nuevas técnicas diagnósticas y terapéuticas. Además, aumentará la demanda asistencial, que ya está saturada. El riesgo del médico del sistema público es convertirse en un funcionario que cumple con su horario y ya está. Luego están la falta de tiempo, la presión asistencial y la falta de reconocimiento por parte de los dirigentes sanitarios. Y a todos se les mide por el mismo rasero, con independencia de su calidad.

-¿Habría que flexibilizar el acceso a las facultades de Medicina?

-No, si por flexibilizar se entiende bajar el nivel de conocimiento de los alumnos. Sí es cierto que debe adecuarse el número de licenciados que salen de nuestras facultades con la necesidad de médicos en España.

-¿Necesita España más facultades? ¿Y más médicos?

-En algunas especialidades hacen falta más médicos, pero el número de facultades de Medicina es suficiente. Ha habido una mala planificación. En algunas autonomías han jubilado médicos a los 65 años sin calcular bien las consecuencias y se han encontrado con vacantes imposibles de cubrir que han obligado a «importar» especialistas.

-En Asturias se están imponiendo las jubilaciones de médicos a los 65 años. ¿Le parece bien?

-En términos generales no. Si física y psíquicamente el profesional está bien, puede tener una actividad profesional muy útil y transmitir su larga experiencia a los médicos más jóvenes. Transmitir en poco tiempo conocimientos que la ha costado años adquirir es el ideal del maestro.

-¿Es idónea la formación de los médicos españoles?

-En general sí.

-¿Están bien retribuidos?

-Pocos profesionales se sentirán bien retribuidos. El médico, funcionario o no, tiene gran responsabilidad y un nivel de exigencia grande por parte de los paciente. Por eso debe ser retribuido como se merece.

-Esterilizaciones, fecundación in vitro, interrupciones del embarazo... Como ginecólogo de creencias profundas, ¿se ha visto limitado en su desarrollo profesional por las «trabas» éticas?

-No. En medicina no todo lo que es técnicamente posible debe hacerse. Hay principios éticos que deben limitar el ejercicio de la medicina. Esos límites dignifican la profesión. No es cierto que por respetarlos pierdas el tren de la investigación. Nuestro departamento ha desarrollado una ginecología de primera línea que las pacientes valoran mucho. Hemos recibido abundantes pacientes con trastornos psicológicos derivados de forzar técnicas de reproducción asistida y las hemos atendido de la mejor manera posible.

-¿Cuántas veces le solicitaron intervenciones a las que se negó por razones morales?

-No muchas. La última hace unos meses, con una paciente grave remitida a nuestro centro desde la sanidad pública por un problema de esta naturaleza. Se había sometido a técnicas de reproducción. Tenía una hiperestimulación ovárica grave y, además, estaba embarazada. Su familia quería que abortara porque creía que eso podía mejorar su situación. Le dijimos que si quería abortar podía volver al hospital del que venía. Se quedó. Tuvimos que ingresarla en la UVI y, afortunadamente, en dos semanas se consiguió controlar el problema y el embarazo llegó a término.

-Cuando están la vida o la salud en juego, ¿cuánto han de pesar las razones éticas del médico?

-Hoy son excepcionales las situaciones límites en medicina. Al médico, como en ninguna otra profesión, se le exige un alto nivel ético. Debe ser siempre objetivo con la verdad científica y respetar la libertad del paciente.

-Se ha jubilado con 70 años y en plena forma. ¿A qué se dedicará en adelante?

-Estoy trabajando en dos libros y espero disponer de más tiempo para terminarlos. Hasta mayo de 2011 entre conferencias y viajes estaré bastante ocupado. En agosto me iré a Perú a colaborar en la puesta en marcha de un hospital materno-infantil en Chiclayo.

 

 

GUILLERMO LÓPEZ GARCÍA

 

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