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El Principado edita una guía de actuación para mejorar la seguridad del usuario y la remite a los servicios quirúrgicos

El Principado edita una guía de actuación para mejorar la seguridad del usuario y la remite a los servicios quirúrgicos

Con el DNI al quirófano

Preguntar al paciente cómo se llama minutos antes de ser operado evita errores.

Salud crea un registro de incidentes

Un 8% de los enfermos agrava su estado tras sufrir efectos adversos en el propio hospital

El Comercio. 05.07.10 - GIJÓN.

Preguntarle al paciente por su nombre y apellido cuando se encuentra a pie de quirófano reduciría la tasa de errores que se cometen en los hospitales. También es aconsejable que cuando el enfermo aún no ha sido anestesiado se le consulte el tipo de operación a la que va a ser sometido y qué parte de su cuerpo se verá afectada por la intervención. Cuando el paciente no pueda responder la confirmación se debería hacer con un familiar. Esta simple verificación, precisan los expertos, entre ellos, la propia Organización Mundial de la Salud (OMS), incrementa la propia seguridad del paciente. Lo tiene constatado el Comité de Sanidad del Consejo de Europa tras atender a diversos estudios americanos e ingleses y ahora la Consejería de Salud lo quiere llevar a la práctica en sus hospitales.

El Principado ha elaborado una especie de guía que ha comenzado a remitir a los diferentes servicios quirúrgicos. La consejería ha invitado a participar también a los centros sanitarios privados. Se considera que los procedimientos en sitios incorrectos «son poco frecuentes» en la sanidad, «pero no son un evento raro», precisan los especialistas. El protocolo diseñado consiste en un listado de verificación que debe llevar a la práctica el equipo quirúrgico. Las recomendaciones no sólo son de aplicación para los pacientes que vayan a ser operados. También para quienes se tengan que someter a una biopsia, una colonoscopia, una resonancia magnética, un escáner o un cateterismo, entre otras pruebas.

Tres momentos de riesgo

Tres son los momentos de especial riesgo para el enfermo que vaya a ser intervenido. Se trata de la entrada al quirófano, el de la incisión y el del cierre de la herida. Cada una de estas fases debe ser monitorizada y verificada por el responsable o coordinador de la operación. Además de preguntar al paciente por su nombre, el equipo quirúrgico debe valorar el riesgo de hemorragia, así como las dificultades de aspiración que el paciente puede tener durante la cirugía. Se debe comprobar sí el hospital dispone de reservar de sangre para ese enfermo.

Ya en quirófano, deben confirmar que se ha delimitado el sitio quirúrgico y si el afectado tiene colocado un pulsioxímetro (un dispositivo que calcula la saturación de oxígeno y el latido cardiaco a través del dedo del paciente) que funcione correctamente. Cada miembro del quirófano se debe identificar por su nombre y decir cuál es su función. Antes de 'abrir' al enfermo, «el equipo se detendrá para confirmar en voz alta que se va a realizar la operación correcta en el paciente y en el sitio indicado».

Previamente a que el enfermo abandone la sala de cirugía «se verificará el control de gasas e instrumentos, el contaje de compresas y el etiquetado de muestras biológicas», detalla la guía sobre seguridad del paciente quirúrgico.

Las recomendaciones se editan después de un trabajo realizado en 2008 por la Consejería de Salud y adelantado por EL COMERCIO que revelaba que varios enfermos ingresados habían visto agravado su estado de salud por causas hospitalarias. El informe titulado 'Estudio de los Efectos Adversos en la Atención Hospitalaria' fue coordinado por Joaquín Morís de la Tassa, responsable del Programa de Seguridad de Pacientes.

Gestión de casos clínicos

En el trabajo se indicaba que permanecer ingresado no siempre resulta del todo seguro, ya que el 8% de los pacientes habían empeorado pero no por culpa de la enfermedad sino por la medicación o atención recibida. En el periodo analizado, además, 10 habían fallecido por esa causa. Aunque se trata de una tasa de mortalidad pequeña, el 0,40%, no por ello deja de ser preocupante. El Principado ha creado un sistema de gestión de registros clínicos donde se deben apuntar los efectos no deseables que se produzcan en los diferentes hospitales y centros de salud.

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