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Mantiene desde hace años una investigación de primera línea mundial en torno a la regeneración celular desde la Universidad de California…

Mantiene desde hace años una investigación de primera línea mundial en torno a la regeneración celular desde la Universidad de California…

«En el conocimiento del cerebro tenemos las piezas, pero nos quedan 20 años para pegarlas»

«Hay que saber muchas más cosas del sistema nervioso, que es como una computadora complejísima; aquí no valen palos de ciego porque sin información básica perdemos siempre»

ARTURO ÁLVAREZ-BUYLLA ROCES Investigador en neurobiología de origen asturiano que trabaja en la Universidad de California

Oviedo, Eduardo GARCÍA, en La Nueva España.

-¿Qué sabemos del cerebro?

-Durante los últimos veinte años hemos estado recolectando muchos de los componentes de esta máquina extraordinaria. Tenemos encima de la mesa muchas piezas y ahora ha llegado el momento de pegar los trozos. Desconocemos muchas cosas porque es como tener una pequeña pieza de la cáscara de un huevo y pretender que a través de ella nos imaginemos ese huevo. En pegar fragmentos tenemos para otros veinte años.

Arturo Álvarez-Buylla Roces tiene pasaporte de México, país donde nació en 1958, y también nacionalidad española, porque de España son todos sus antecedentes familiares, entre ellos su abuelo Wenceslao Roces, el que fuera senador por Asturias tras las primeras elecciones democráticas. Es, además, hijo del fisiólogo ovetense Ramón Álvarez-Buylla, y mantiene desde hace años una investigación de primera línea mundial en torno a la regeneración celular. Trabaja en uno de los campus de San Francisco, en la Universidad de California (Estados Unidos). Sus investigaciones han sido publicadas, entre otras, en la revista «Nature».

-¿Cómo explicar las líneas maestras de su trabajo científico?

-Se trata de explicar el proceso de formación de nuevas neuronas en el cerebro de las personas adultas. Hace un par de años hemos podido averiguar que las células madre que dan lugar a esas neuronas producen distintos tipos de células nerviosas. Nuestro reto es encontrar algún tipo de célula que sea útil para una función reparadora.

-Es decir, para enfrentarse a las enfermedades neurodegenerativas.

-Así es. Son investigaciones que nos pueden dar claves para entender procesos naturales del envejecimiento, y en este sentido yo estoy seguro de que vamos a ver grandes avances en un plazo relativamente corto de tiempo, pongamos unos quince años.

-¿Se llegará a curar el Alzheimer?

-En realidad, cuando hablamos de Alzheimer estamos hablando de una combinación de enfermedades y el primer paso es entender de verdad qué está pasando cuando se presenta la enfermedad. No estamos ni siquiera a medio camino, porque nos queda una cantidad inmensa de cosas por entender en el proceso de la neurodegeneración en los seres humanos.

-¿El futuro está en las células madre?

-Sin duda, pero uno de los problemas con los que nos encontramos es que las células madre que están en nuestro cerebro adulto tienen una tarea específica. Usarlas para curar el sistema nervioso no va a ser fácil; es necesario, por así decirlo, torcerles el brazo, obligarlas a hacer algo que no es su función.

-¿Es verdad que nuestro cerebro funciona a una milésima parte de sus capacidades?

-Mejor que los seres humanos no seamos tan presuntuosos como para presuponer que tenemos ahí, en la cabeza, una máquina perfecta. También el cerebro tiene sus limitaciones.

-¿Una tarea pendiente?

-Encontrar cuáles son los procesos naturales de las llamadas células de plasticidad durante las etapas de desarrollo del ser humano. Son las células susceptibles de ser utilizadas como reparadoras. Tenemos que saber muchas más cosas de cómo funciona el sistema nervioso, que es como una computadora complejísima. Aquí no valen los golpes de ciego, ni es cuestión sólo de grandes inversiones, porque sin la necesaria información básica vamos a perder siempre. Éste es un mundo con muchas capas, pero estamos mucho más cerca que los investigadores que nos antecedieron. Si Ramón y Cajal pudiera ver hoy una imagen de una célula viva con el detalle con que podemos observarla, también él llegaría a la conclusión de lo poquito que sabía en su tiempo. Es preciso entender para qué sirve la reserva de células madre que existe en nuestro cerebro, y entender mejor las claves de la biología del desarrollo, que es tanto como decir cómo se forma el organismo, cómo a partir de una sola célula se crea un individuo.

«La crisis se nota también en los Estados Unidos, es más difícil lograr fondos»

-¿Nota también la crisis un centro de élite como el suyo en San Francisco?

-Claro que se ha notado, pero en los Estados Unidos hay una inercia investigadora muy importante. Sólo que ahora hay más equipos de investigación y menos fondos: es preciso luchar más para conseguirlos. El ambiente es inmejorable y muy estimulante.

-¿Cuál es la situación legal en el Estado de California respecto a las investigaciones con células madre?

-Hay una ley que las apoya y que generó la llegada de investigadores muy importantes. A pesar de los problemas económicos, que en algunas líneas y centros son graves, sospecho que en California estamos mejor que en otros estados del país, lo que no quiere decir que nos libremos de las trabas burocráticas. Comprendo que es preciso regular, pero hay que hacer un esfuerzo por simplificar esa burocracia.

-¿Continuará en los Estados Unidos?

-Los que trabajamos aquí somos muy afortunados. Esto no es Asturias, pero tengo un despacho en la parte alta de San Francisco, con vistas a la bahía y al océano Pacífico. Dentro de poco inauguraremos un nuevo edificio sólo para la investigación con células madre. Es importante tener de vecinos de laboratorio a personas que están trabajando en cosas parecidas a las tuyas.

-¿Qué recuerdos guarda de su abuelo, Wenceslao Roces?

-Me queda la imagen de una persona extraordinaria, de un enorme humanismo. Para mí, el mejor abuelo del mundo, pero quizás es que me consentía mucho: era su único nieto varón.

-Se entiende...

-Llegó al exilio en México en 1942, pero siempre mantuvo un interés muy grande por Asturias, su tierra. Fue él quien inculcó a toda la familia ese sentimiento, más por Asturias que por España, creo yo. Y eso que Wenceslao Roces fue muy español.

-Regresó para las elecciones de 1977, pero se marchó casi recién elegido senador por Asturias.

-Sí. Siempre tuvo una ilusión enorme por regresar, pero yo creo que el proceso democrático español le agarró un poco tarde. Murió ya muy mayor, a los 94 años.

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