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Editorial de La Nueva España de hoy …

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Los Presupuestos del Estado, una dura purga para Asturias

Dicen los socialistas asturianos, siempre tan disciplinados, que la crisis «es de caballo» y que, en consecuencia, de los Presupuestos del Estado para el próximo año sólo pueden esperarse severas restricciones. Basta echarle un vistazo a las Cuentas para advertir de que eso es así para algunas regiones más que para otras, y Asturias no aparece incluida precisamente en la relación de las menos perjudicadas. Los Presupuestos retrasan indefinidamente la conclusión de las principales comunicaciones, amenazan los fondos mineros -hasta ahora una partida para la reactivación de las comarcas carboneras blindada por contrato público- y comprometen la recuperación de Asturias que tanto había costado encauzar. Son una dura purga.

Que las cuentas públicas tenían que bajar de la nube nadie lo duda. Que no están las cosas para exigencias y sí para sangre, sudor y sacrificios es evidente, por más que los políticos esquiven pedirle de frente y a las claras ese esfuerzo al ciudadano. Que los grandes números del Estado para 2011, malos para todos, demandan un esfuerzo mayor de unos que de otros no puede negarse. Gana el País Vasco, la comunidad que aporta los votos de un partido nacionalista que garantizan la estabilidad momentánea del Gobierno. A su régimen económico especial suma ahora por el favor 427 millones de euros para políticas de empleo, y eso que tiene la menor tasa de paro de España. Mantienen su peso Cataluña, la gran reivindicadora, y Andalucía, el granero socialista en las urnas. Pierde Asturias, la comunidad, junto a Cantabria, a la que recortan más inversiones desde que empezó la crisis, que pasa de 1.084 millones de euros en 2008 a 556 millones en el próximo Presupuesto.

Denunciar esto no puede entenderse como clamar por la sopa boba, aferrarse al discurso de plañidera o negarse a desterrar ese victimismo que de modo tan injusto como incierto se atribuye a los asturianos. Hay que tomar conciencia de que toca sufrir y arrimar el hombro, pero también de que sin principios de equidad o justicia redistributiva nos encontraremos con regiones que son mucho más pobres que antes y otras que son sólo un poco menos ricas. Cuando los recursos escasean, la pugna y la presión de unas autonomías ya de por sí voraces para arrimarlos a su morral se recrudecen. Ignorarlo sería de cándidos.

La más drástica consecuencia del Presupuesto para la región es que la conclusión de la Autovía del Cantábrico, por Oriente y por Occidente, queda en el aire. El propio Gobierno la demora a 2015. Este año los tramos pendientes recibieron tras la poda 83 millones de euros y estuvieron prácticamente parados. Para el próximo tienen consignados 89,9 millones, así que, por mucho que los estiren, el resultado será parecido.

Lo que no es admisible es que un eje vertebrador de todo el Norte que empezó a planificarse en 1959 y comenzó a construirse en Asturias en 1988 sea sistemáticamente relegado por las cuentas estatales cuando llegan las estrecheces. En el mejor de los casos, si efectivamente se cumplen los últimos plazos, los asturianos habrán esperado 56 años desde que se ideó el proyecto y 27 desde que empezó la obra para ver ejecutado un corredor esencial que beneficia a toda España. Parece nuestro sino. La «Y» fue concebida nada menos que en 1927 y se abrió al tráfico medio siglo después. La autopista del Huerna comenzó a tramitarse en 1963 y no estuvo completa hasta 1997. A esta velocidad de tortuga no hay región que pueda solventar en tiempo y forma sus desfases, y la brecha con respecto a las más desarrolladas se vuelve inalcanzable.

La crisis llegó en el peor momento: con todo a medias. Fue una temeridad dar por resueltas las comunicaciones de Asturias hace tiempo y distraerse en nuevas reclamaciones, como la autovía a Ponferrada o el túnel del Sueve. Serán interesantes, pero después de finalizar lo que hay en marcha. Desgraciadamente, cuando contábamos con posibles no se concentraron esfuerzos en liquidar lo importante, ni se establecieron prioridades. Si hay que hacer autocrítica eso debe pesar en nuestra contra.

Ningún Gobierno, salvo el de Zapatero, y eso que presume de ser el de mayor sensibilidad social, se atrevió a tocar los fondos mineros. El dinero para obras y empleo se recorta en un 44%. Con independencia del acierto o desacierto en el uso de esas partidas -asunto de otro debate-, el precedente es muy grave para las comarcas carboneras. Los fondos fueron firmados públicamente con los sindicatos a cambio de asumir una enorme pérdida de empleo. Ahora, una de las partes, el Estado, rompe su compromiso y empantana proyectos vitales para intentar recomponer el modelo económico de los concejos que dependen de la minería.

No deja de chocar que la Laboral reciba más que el Prerrománico y, aunque lamentarlo en estas horas de apreturas de cinturón no parece lo más oportuno, casi no sorprende ya la subvención menguante a la Temporada de Ópera de Oviedo, un inexplicable clásico de cada ejercicio, un agravio comparativo con otros festivales de mucha menor raigambre, historia y calidad que cuentan con generosas e indiscutidas dotaciones.

Los Presupuestos radiografían un país. Los de 2011 señalan dónde está nuestro cáncer: el pago de los intereses de la deuda del Estado, fruto del desenfreno de estas legislaturas, supera el coste de los funcionarios y triplica el de las infraestructuras. También desnudan los palos de ciego de las erráticas políticas en marcha: reducen mucha inversión productiva y poco gasto corriente, mantienen intacta la subvención a partidos y sindicatos, talan el capítulo para investigación y desarrollo y engordan el monto de personal pese a reducir salarios.

Ni el gobernador del Banco de España se corta a la hora de restar credibilidad a estas cuentas, por optimistas e ilusas en sus previsiones. Si la interminable recesión se encarga de endurecerlas, pongámonos en lo peor para Asturias.

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