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Junto con unos pocos hospitales más de Madrid y Barcelona…

Junto con unos pocos hospitales más de Madrid y Barcelona…

La unidad del dolor del HUCA ha sido designada referencia para toda España

La Nueva España

Las cefaleas en racimos suelen cursar en brotes de unos 30 minutos. El dolor suele localizarse en el entorno del ojo. Conviene advertir de que la implantación de neuromoduladores no está dirigida a todos los afectados. Entre los requisitos que los candidatos han de cumplir, el doctor Seijo señala el haber experimentado fracasos en todo tipo de tratamientos médicos, padecer un dolor crónico y diario y sufrir más de tres crisis al día.

La cirugía de la cefalea en racimos es una de las varias técnicas que practica la unidad de tratamiento del dolor del Hospital Universitario Central de Asturias (HUCA). Una unidad creada en 1984 que, años más tarde, se escindió: se produjo una división entre los tratamientos médicos (llevados a cabo por anestesistas), y los tratamientos intervencionistas (realizados por especialistas en neurocirugía funcional, en lo que se denomina tratamiento neuroquirúrgico del dolor).

Recientemente, el HUCA ha sido designado centro de referencia nacional para el dolor neuropático refractario, junto a muy pocos hospitales más de Madrid y Barcelona.

Fernando Seijo explica que «muchos dolores responden a los tratamientos médicos». Lo normal es que se apliquen técnicas quirúrgicas cuando previamente han fracasado las terapias farmacológicas. Es lo que se hace, por ejemplo, con la neuralgia del trigémino, generadora de un dolor devastador, o con el dolor del miembro fantasma: aquel que el paciente ya no tiene, pero que sin embargo le duele.

Se trata de procedimientos que se iniciaron a finales de los años 60 del siglo pasado y que el neurocirujano del Hospital Central aprendió en Oporto y Zurich. «En el HUCA implantamos el primer neuroestimulador medular en 1983, cuando pocos hospitales aplicaban estas técnicas», rememora.

Curiosamente, no se conoce el modo en que la neuromodulación inhibe los circuitos del dolor. Una teoría que se maneja es que libera una especie de morfinas naturales y endógenas denominadas endorfinas. Lo cual viene a sugerir que, en última instancia, «lo que estamos haciendo es aprovecharnos de mecanismos naturales del cerebro».

Resetear el cerebro, curar la cefalea

El Hospital Central de Asturias obtiene excelentes resultados en la operación de cefaleas en racimos con neuromoduladores
El centro ovetense es pionero en España en una técnica que permite vivir sin medicación a pacientes que habían pensado suicidarse

Oviedo, Pablo ÁLVAREZ, en La Nueva España

-Si no me opera, me suicido.

Éste es el dramático mensaje que un paciente catalán transmitió días atrás a Fernando Seijo, neurocirujano del Hospital Universitario Central de Asturias (HUCA).

Aquejado de una cefalea en racimos -una de las enfermedades más espantosas e incapacitantes que se conocen-, el citado interlocutor aspira a engrosar la lista de los cinco afectados por esta patología que ya han sido intervenidos en el complejo hospitalario de Oviedo. Son los cinco únicos pacientes operados en España de esta dolencia mediante técnicas de neuromodulación. Han visto el cielo abierto: cuatro de ellos han pasado de sufrir entre tres y seis crisis diarias a vivir prácticamente sin medicación alguna y sin dolor. El otro enfermo requiere una revisión, ya que ha sufrido la rotura del electrodo que se le implantó en el cerebro.

Las cefaleas en racimo son mucho más que un dolor de cabeza. Los médicos manejan una metáfora que a ningún lector dejará indiferente: provocan un dolor equiparable al de meter un gancho en el ojo e intentar sacar el ojo. El equipo responsable de estas intervenciones prepara la publicación de sus resultados -«muy prometedores», a juicio del doctor Seijo- en una revista científica de difusión internacional.

Si las migrañas son más frecuentes en mujeres, la cefalea en racimo es más común en la población masculina, particularmente entre personas de edades comprendidas entre 30 y 40 años. En todo el mundo son alrededor de 50 los operados de cefalea en racimos mediante la aplicación de electrodos en el cerebro. Un procedimiento que el neurocirujano gijonés resume en una palabra bien conocida en el mundo de la informática: resetear (volver a poner a cero, devolver a las condiciones iniciales). Y se explica el neurocirujano. «En ocasiones, el dolor está grabado en los circuitos cerebrales. Lo que hay que hacer es neuromodular, resetear esos circuitos».

¿Cómo se consigue? Con la aplicación de electrodos que inhiben ese foco de dolor. Hasta hace pocos años, lo habitual era que las técnicas quirúrgicas consistieran en cortar o seccionar determinadas partes del sistema nervioso. Lo que se emplea en el Hospital Central son técnicas neuromoduladoras, que consisten en la introducción en el sistema nervioso central de electrodos que actúan sobre los circuitos alterados.

La gran ventaja radica en que «no cortamos nada, ni hacemos nada irreversible; simplemente "reseteamos" los circuitos cerebrales alterados e intentamos que funcionen del modo más correcto que sea posible», indica Fernando Seijo. En pocas palabras, «es un procedimiento reversible».

A Vicente le dolía el brazo que no tiene

Mitigar el dolor del «miembro fantasma» es una de las posibles aplicaciones de las técnicas de neuromodulación

Oviedo, P. Á., en La Nueva España

Vicente Llaneza tiene un solo brazo. Pero ése no le dolía. Le dolía, y mucho, el otro, el que no tiene; aquel que en un desdichado día de 1996 le había arrancado el rodillo de una cinta transportadora con la que trabajaba en una contrata de Arcelor. «No me tragó de milagro», recuerda.

Este vecino de Posada de Llanera, que hoy cuenta 69 años, sufría lo que los médicos denominan «dolor del miembro fantasma». Puede decirse que los médicos lo intentaron todo para liberarle de una situación que se había vuelto difícilmente tolerable. Injertos, pastillas, infiltraciones, operaciones, estancias en la UVI... «Tengo que estar muy agradecido a muchos profesionales de la sanidad pública, que hicieron lo imposible», subraya.

Vicente Llaneza accedió a internet y comenzó a ver alternativas posibles. Fue en el año 2002 cuando llegó a la consulta del doctor Fernando Seijo, quien le planteó el recurso a las técnicas de neuromodulación. El neurocirujano del Hospital Central explica que una de las posibles aplicaciones de estos procedimientos se centra en el dolor del miembro fantasma. «Es un miembro que no existe, pero que duele», indica. Tan es así que «si se coloca un estimulador en la corteza del cerebro se ve que el área cerebral correspondiente a la mano amputada se ilumina, se activa».

La intervención se llevó finalmente a cabo en 2003. «Rápidamente noté una mejoría y poco a poco fui suprimiendo pastillas», señala Vicente Llaneza. El progreso ha sido grande, aunque el éxito no ha sido total. El dolor fantasma sigue ahí, pero en unos términos mucho más asumibles. Y cambiantes: a veces se le quita más del 80 por ciento; otras, sólo el 40. «Parece que el cerebro va adaptándose a lo que te han puesto y eso contrarresta el efecto positivo», explica. Y sigue «viendo» los dedos que no tiene. Y notando -como tanta gente- los cambios de tiempo, «venga malo o bueno». Con todo, apuesta por «poner un monumento» a quienes le han devuelto las ganas de vivir.

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