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Por JUAN PASTOR, PROFESOR DE PSICOLOGÍA POLÍTICA Y DEL COMPORTAMIENTO COLECTIVO

Por JUAN PASTOR, PROFESOR DE PSICOLOGÍA POLÍTICA Y DEL COMPORTAMIENTO COLECTIVO

Otra forma de hacer política es posible

El movimiento «Democracia Real Ya»

El movimiento «15M/ Democracia Real Ya» es una re-vuelta que busca dar la vuelta a las cosas, proponiendo que el medio es el fin, justo lo contrario de lo que nos impone el capitalismo instrumental. En efecto, en política el fin nunca puede justificar los medios, sino que, al contrario, son los medios (rechazo de la violencia, respeto al otro, diálogo, voluntad de llegar a acuerdos, transparencia, honestidad, responsabilidad…) los que justifican cualquier fin. En política no todo vale, por eso lo que nos propone este movimiento social es una nueva forma de hacer política, una nueva manera de organizar las cosas. En realidad nada nueva, pues lo que se reivindica es una vieja forma política: la democracia (el arte de organizar entre todos lo que es de todos). Dicen que es un movimiento que no ofrece propuestas alternativas? ¡pero si lo que se está haciendo en las diversas plazas españolas es, precisamente, una forma alternativa de elaborar propuestas y hacer política! El medio es el fin, luego los diversos campamentos son ya la alternativa: estructura horizontal y reticular, auto-organización democrática, funcionamiento asambleario, solidaridad y cooperación? Sol o la Escandalera son ejemplos prácticos de democracia real. Recordemos que la democracia ateniense era una asamblea de individuos libres y autónomos que se reunían en la plaza (ágora) para organizarse a sí mismos; una asamblea en la que todos los ciudadanos tenían los mismos derechos: el derecho a hablar sin ser interrumpido, el derecho a ser escuchado, el derecho a participar tanto en la definición de los problemas de la polis como en las soluciones a éstos?

La diversidad y heterogeneidad de los «indignados» es evidente, pero reconozco que me han sorprendido gratamente los más jóvenes: una generación que ha crecido encerrada en sus habitaciones, entre ordenadores, decide salir a la calle, tomar las plazas y convertirlas en ágoras, diciendo no a esta forma de organizarnos y hacer política y, sobre todo, diciendo no al conformismo y a la resignación; una generación de rebeldes con causa que tienen bastante claro lo que quieren (ser escuchados; democracia participativa; control ciudadano de poderes y mercados; arquitectura económica al servicio de las personas; mantenimiento de las conquistas sociales) y muy claro lo que no quieren (explotación, especulación; corrupción; dominio de la política por corporaciones transnacionales, lobbies y poderes financieros). No sé si cambiarán el mundo, pero estoy convencido de que estos días cambiarán sus vidas. Y no olvidemos que el mundo es como es porque nosotros somos como somos, luego cambiarnos a nosotros mismos ya es una manera de cambiar el mundo. Hacían falta caras nuevas para problemas tan viejos, y es de esperar que muchos jóvenes, sin experiencia pero con ilusión, tomen el relevo de viejos luchadores de los movimientos sociales, con más experiencia ya que ilusión. En todo caso, ha sido emocionante comprobar que no sólo el fútbol y la fiesta (el Barça y el «botellón») son capaces de sacar a los jóvenes a la calle (jóvenes muchísimo más cívicos, por cierto, que borrachos y hooligans).

Para que otro mundo sea posible, otra forma de hacer política es imprescindible. Gracias, chicos, a muchos se nos había olvidado.

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