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Resalta la importancia de la declaración de Oviedo, del Congreso Nacional de Psiquiatría…

Resalta la importancia de la declaración de Oviedo, del Congreso Nacional de Psiquiatría…

VER TEXTO DE LA DECLARACION DE OVIEDO

«La mitad de los enfermos mentales nunca llega a pasar por consulta»

Director del Centro de Investigaciones Biomédicas en Red de Salud Mental.

El psiquiatra destaca la importancia del reciente congreso de Oviedo para borrar mitos sobre los pacientes.

10/12/2011, Susana D. Machargo, Oviedo, en La Voz de Asturias

En el nombre lleva escrito su ADN asturiano. Cuenta que en Mallorca, donde nació por el destino profesional de su padre, también psiquiatra y natural de Gijón, ha tenido que contar una y mil veces que Celso es un nombre muy típico del Principado. Es un reputado psiquiatra pero, si hubiera seguido la estela de su abuelo paterno, bien podría haber sido ingeniero de minas.

¿Qué grado de locura se necesita para ser psiquiatra?

Se es psiquiatra por muchas cosas. Uno tiene siempre en la cabeza el cliché de las películas del psiquiatra loco o raro. Algunos creen que nos volvemos raros tras convivir con la locura, que nos hace ver el mundo de otra manera. Pero creo que somos así desde el inicio. Muchos buscan en la carrera resolver problemas internos o familiares. Hay más psiquiatras diferentes a la media que en la población general.

¿Y en su caso fue algo vocacional?

Conocí el mundo de la medicina desde temprano por mi padre. Primero estuve como interno en neurocirugía, pero lo que me decidió a cambiar fue mi pasión por la investigación, por descubrir lo que no es visible. Porque el cerebro es un órgano desconocido. Al investigador atrevido e innovador lo que más le atrae es lo más complejo. El psiquiatra está en una posición inmejorable para estudiar la interacción entre lo neurobiológico y lo ambiental. No solo somos la expresión de los genes. Ese es nuestro sustrato, pero yo no sé si somos más distintos por cómo hemos ido modulando la expresión de nuestros genes.

Convénzame con cifras de la importancia de la psiquiatría.

Tres de cada diez asturianos han tenido una enfermedad relacionada con el cerebro en el último año. La mayor parte son trastornos como la depresión y la ansiedad, que son los más comunes. El mayor número de bajas laborales se deben a trastornos mentales y la discapacidad que producen, medida en días de vida que no estamos sanos, es mayor que la de todos los tumores y todas las enfermedades cardiovasculares y la diabetes juntas. Además, la esperanza de un esquizofrénico es 22 años menor que la de la población general. Pero no se habla de estas enfermedades, pesa sobre ellas un estigma, de ahí la importancia de la declaración de Oviedo, del Congreso Nacional de Psiquiatría.

¿Por qué se desconoce el sistema de salud mental y por qué se tarda más en acudir a un psiquiatra que a otros especialistas?

Más del 50% de los enfermos ni siquiera llega a una consulta. Tiene que ver con nuestro miedo innato a lo desconocido. Lo que más teme el ser humano es la muerte y, después, perder la razón. Contra lo que nos causa tanta angustia utilizamos cualquier mecanismo de negación. Los padres buscan excusas para el deterioro del rendimiento académico o para el comportamiento de sus hijos y, cuando llegan a la consulta, muchas veces es demasiado tarde. La soledad y el silencio empeoran el diagnóstico. Un ejemplo: en el trastorno de déficit de atención de un niño bien tratado, con psicoterapia y apoyo escolar, el pronóstico es muy bueno en dos tercios de los casos. En cambio, si no reciben tratamiento, hasta el 50% van a tener trastornos de conducta, problemas con las drogas o la delincuencia.

¿Qué peso tiene la genética en la aparición de enfermedades mentales?

Es muy diferente según la patología. Por ejemplo el autismo tiene una heredabilidad del 80%. Eso significa que el 80% de los casos de autismo pueden ser explicados por los genes. En el trastorno bipolar es del 60%, en la esquizofrenia, del 70%, en la depresión baja al 40 o 50% y en los trastornos alimentarios es muy baja, porque están muy condicionados por factores externos. Todas las patologías tienen cierta herencia, pero es muy elevada en algunas, como en todos los trastornos mentales graves.

¿Se puede hacer labor preventiva en pacientes de riesgo, con un diagnóstico precoz o la búsqueda de terapias génicas?

Se puede hacer con cautela. La heredabilidad de la esquizofrenia explica el 70% de los casos, pero el riesgo de que una persona con esquizofrenia tenga un hijo con la misma patología baja al 10%. Eso significa que nueve de cada diez no lo van a tener. No puedo hacer intervenciones en diez chicos cuando solo uno la va a tener. Pero es fundamental trabajar con hijos de personas con trastornos mentales graves, por prevención y para ayudar a los niños a comprender. Es fundamental trabajar con ellos para que sepan que sus padres tienen una enfermedad, pero no deben tener miedo. Sería imposible llegar a la terapia génica, porque no hay un gen para cada enfermedad mental. Son mucho más complejas. Muchos genes aumentan un poco el riesgo de padecer la enfermedad.

¿Cree que los trastornos de la alimentación serán una epidemia?

Han registrado un aumento importante en las últimas décadas y últimamente el problema es que aparecen a una edad más temprana. Vemos trastornos en niñas de 10, 11, 12 años. Se está presionando cada vez más a los niños pequeños. Los padres los dejan horas en el cole y luego los llevan a inglés, chino, pintura y piano, con lo que entran en una carrera de saber más en edades en las que es dudoso que sea positivo.

¿Es nuestra sociedad un caldo de cultivo para los trastornos mentales?

Para que haya más trastornos y cada vez más tempranos. Pero, junto a los factores de riesgo, también hay otros protectores, como la inteligencia emocional, que hace que niños sometidos a negligencias y abusos puedan salir adelante con buena salud mental. El vulnerable lo es de nacimiento y cuanto primero salga el factor estresante, peor le va a ir.

¿Qué influencia tienen las drogas?

Cada vez mayor, al disminuir la edad del primer consumo. Están las enfermedades derivadas del consumo y cómo las drogas aumentan el riesgo de padecer patologías psiquiátricas. Hay un porcentaje pequeño, del 5 al 6%, de psicosis inducidas por el cannabis. Eso está llevando a políticas estrictas y en Holanda cierran coffee shops. También es cierto que la inmensa mayoría de fumadores de cannabis nunca tienen trastornos.

¿Por qué el estigma del enfermo mental permanece?

Porque el hombre tiene un miedo ancestral a lo desconocido. Si voy por la calle de un barrio malo una noche, sé que estoy expuesto a que me pase algo malo. El problema está cuando estoy en mi casa y de repente entra una persona y me hace algo. Eso genera más angustia, por eso la gente asocia trastorno mental y violencia. Cuando alguien mata a su hijo de dos años, sucede lo inexplicable, genera miedo y surge el estigma. Si mi vecino tiene una diabetes subo con él en el ascensor. Si tiene un trastorno bipolar, yo subo por las escaleras.

¿Y qué se puede hacer, si hasta el paciente de un psiquiatra recela de los que tiene al lado en una sala de espera?

Es incluso peor. El estigma empieza en la propia profesión médica. Trabajo en unidad de hospitalización, con pacientes ingresados. Cuando los pacientes de psiquiatría tienen además otras dolencias, solicitamos a otro médico que venga a verlo. Llamo al internista y manda al residente. El residente entra mirando para atrás, por lo que le puede pasar. Si los médicos tenemos prejuicios, qué podemos pedir a los ciudadanos. Eso solo se resuelve con educación y en los primeros cursos de Medicina ya lo estamos haciendo.

¿Invertir en investigación farmacológica es más barato y mejor?

Invertir es la palabra clave. Ni la política sanitaria ni la científica van por esos cauces. En investigación se invierte menos de la mitad en enfermedades mentales que en cardiovasculares y oncológicas, cuando son mas prevalentes y mas incapacitantes las mentales. Hay una falta de inversión absoluta y cosas que se están haciendo muy mal. ¿Por qué, si un enfermo mental tiene capacidad para desarrollar un trabajo supervisado y adaptado a sus condiciones, no puede hacerlo? Es bueno para la sociedad, porque son productivos, y bueno para la estima del paciente.

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