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Cada vez son más los niños que sufren trastornos del sueño, pero no por problemas carácter orgánico, sino por cómo vivimos…

Cada vez son más los niños que sufren trastornos del sueño, pero no por problemas carácter orgánico, sino por cómo vivimos…

El Hospital Central amplía su Unidad del Sueño para atender también a niños

175 adultos y 25 menores aguardan por una somnografía.

La demora en Asturias para este tipo de pruebas supera los dos años

02.04.12 - LAURA FONSECA, OVIEDO, en El Comercio.

Dormir puede convertirse en ocasiones en una auténtica pesadilla. Y si la persona afectada es un niño, aún peor. Toda la familia corre el riesgo de entrar en crisis por falta de sueño cuando los más pequeños tienen problemas con la almohada. Lo sabe muy bien Francisco Villanueva, jefe de servicio de Neurofisiología Clínica del Hospital Universitario Central de Asturias (HUCA) y responsable de la Unidad del Sueño. Hasta su consulta llegan padres auténticamente desesperados porque su hijo no duerme bien. Los hay sonámbulos, insomnes, que se hacen pis en la cama o que sufren terrores nocturnos (pesadillas constantes a mitad de la noche).

Al igual que ocurre con los adultos, cada vez son más los niños que sufren trastornos del sueño, dice. Pero lo extraño del caso es que el motivo de ese aumento no proviene en su mayoría de problemas de carácter orgánico, como se podría esperar, sino «en cómo vivimos. Los niños están cada vez más estresados, por eso no duermen bien. Con seis y siete años tienen que ser los primeros de la clase, estudiar idiomas y música, hacer deporte. No paran. ¿Cómo van a dormir plácidamente por la noche? ¡No pueden!», indica este facultativo que lleva 36 años abordando esta problemática entre los más pequeños.

Precisamente para atender a esa demanda, el HUCA acaba de ampliar la Unidad del Sueño que funciona desde hace más de dos décadas en Oviedo y que se ha convertido en todo un referente en el Norte del país. Hasta ahora, sólo podía hacer somnografías nocturnas (estudios del sueño) a adultos. Disponía de una sola cama para ello y, debido a la elevadísima demanda, centraba la atención en población mayor de 18 años. Pero desde hace un mes, la unidad se ha ampliado y ha pasado a disponer de tres camas, una de las cuales se dedicará a las pruebas pediátricas. La previsión es contar también con dos enfermeras, lo que permitiría realizar hasta diez estudios semanales (incluidos los de los menores), el doble que en la actualidad.

Los estudios de sueño para determinar los orígenes del insomnio, las apneas o los despertares extraños a mitad de la noche son cada vez más solicitados. Y lo son porque los problemas para dormir se han multiplicado. En Asturias se estima que 200.000 personas tienen dificultades para conciliar el sueño y que un 6% sufre trastornos graves. Según advierte Jesús González Rato, médico adjunto del servicio de Neurofisiología Clínica del Central, «hasta un 80% de la población sufrirá insomnio alguna vez en su vida». Claro que no todos requerirán de una somnografía, para la cual se necesita dormir toda una noche en el hospital conectados a decenas de electrodos.

La unidad del HUCA realiza del orden de los 300 estudios del sueño al año. Pese a todo, hay 200 personas (25 de ellas, niños) que aguardan a ser llamadas. La demora para una prueba de este tipo supera en Asturias los dos años. El resto de servicios de neurofisiología existentes en otras comunidades no están mucho mejor. «La espera es elevada en casi todas las unidades del sueño porque la demanda creció mucho y estos estudios son difíciles de hacer», explica Villanueva. Para empezar se necesita que el paciente pase toda una noche en el hospital. No se puede, por tanto, hacer más de una somnografía al día.

La preparación del enfermo es meticulosa. «Podemos demorar una o dos horas en colocarle los electrodos» con los que se mide la calidad del sueño, explican los especialistas. Con la reciente ampliación -en la que el HUCA invirtió del orden de los 60.000 euros- «podremos realizar diez pruebas a la semana, lo que nos permitirá reducir la lista de espera a la mitad», anuncia Villanueva.

La tele, fuera del dormitorio

Con todo lo visto en consulta en estas tres últimas décadas, Francisco Villanueva está convencido de que en la mayor parte de los casos «los niños no duermen bien porque están estresados». Al margen de las situaciones derivadas de trastornos orgánicos, como la apnea del sueño o la epilepsia, «el grueso de las parasomnias, en las que se incluyen el sonambulismo, el bruxismo u orinarse en la cama, esconden un problema de relación psicoafectiva con los padres».

Como regla general, este especialista recuerda que los más pequeños e, incluso, los adolescentes, «deben dormir más que los mayores». Se aconseja «por lo menos entre nueve y diez horas». El horario de irse a la cama, en el caso de los más pequeños, «debe ser sobre las nueve de la noche, no las diez, las once o, incluso, las doce, como ocurre en muchas familias». Pero sobre todo, lo que no hay que hacer es «poner una televisión en la habitación del niño. Es lo peor. A la cama hay que ir a dormir no a jugar».

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