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“El lenguaje político – y, con variaciones, ello vale para todos los partidos políticos… – está designado para hacer que las mentiras suenen como verdades y que el crimen resulte respetable, dando así apariencia de solidez al mismo viento” (George Orwell).

“El lenguaje político – y, con variaciones, ello vale para todos los partidos políticos… – está designado para hacer que las mentiras suenen como verdades y que el crimen resulte respetable, dando así apariencia de solidez al mismo viento” (George Orwell).

Por qué lo llaman reordenación cuando quieren decir recortes: poniendo palabras que no suenen a trágicas

Por Joan Carles March (*)

Decía el poeta Ángel González que "La palabra fue dicha para siempre... La elijo entre otras muchas. La empaño con mi aliento y la lanzo pájaro o piedra".

Y en estos días donde se ha hablado de copago farmacéutico y sanitario, de recortes y reformas, de copagos y repagos, de activos y pensionistas, de privatización y de cambio de modelo, de prestaciones y carteras, es importante dar valor a las palabras.

Un ejemplo, en forma de montaje, de lo dicho sobre ello estos últimos días: "No va a haber ningún tipo de copago sanitario". Y entonces interpretamos que lo que nos han presentado es lo siguiente: "Vamos a hacer una reordenación de recursos farmacéuticos para garantizar la asistencia gratuita y la universalización del sistema, que permita el derecho a asistencia gratuita, con reformas que conllevan una contribución mínima disuasoria en una medida justa (más justa que la de los catalanes) y equitativa, que permitirá dar valor al medicamento, evitando que se despilfarre, en una cultura de la austeridad y de más bien un papel ’educativo’, donde se salva a los parados (por primera vez, los parados sin prestación por desempleo) y jubilados con menos recursos y donde pagan los que tienen más, a partir de medidas de eficiencia en una sanidad pública, universal, gratuita y de calidad".

Es otra manera de explicarlo, cogiendo las palabras pronunciadas por la ministra de Sanidad, junto con Consejeros de CCAA y políticos populares. Y a eso, le añadimos un “perdón” por tener que tomar esta medida que "evitan otros copagos sanitarios". Y terminan con un: "Ojalá no hubiéramos tenido que hacerla, pero la herencia (gasto descontrolado y la deuda terrible generada por el Gobierno socialista) que hemos recibido hace que sea inviable no hacerla".  En cambio, se "vende" que lo que se ha hecho es "universalizar la sanidad para los españoles".

Uno de los empeños de la ministra ha sido recalcar en que "no se hacen recortes, sino ajustes". E incluso, "no ajustes, sino reformas", cumpliendo “su compromiso de no establecer ningún tipo de copago asistencial”,  haciendo "lo que menos perjudica a los ciudadanos y no en la cultura del gratis total".

Al final, comentan que lo que han hecho es "apretar las tuercas más a la eficiencia y a la eficacia de sistema sanitario y a las industrias que prestan los servicios que a los ciudadanos". Y con ello: "no cambia el modelo sanitario, sólo algunos elementos contributivos".

Todas estas formas de decir las cosas, se basan en una idea que parece tienen muy clara, los dirigentes del Ministerio de Sanidad: es importante medir las palabras, hablar con cuidado para no decir sino lo que convenga, con la idea de no generar conflictos ni distancia con las palabras que se ponen en una conversación o diálogo.

Por ello, lo que nos encontramos son palabras, expresiones o promesas dichas con intención de agradar y convencer. Todas ellas se podrían nombrar como palabras mágicas, que son algo más que la voz que usan los magos y los hechiceros; son palabras de buena crianza, que nos pueden servir  para alcanzar metas. Son palabras que al oírlas, nos abren a escuchar cosas positivas, que facilitan la comunicación, que abren al acuerdo.

Y todo ello para quitar de en medio esas palabras que a veces nos gustaría que la gente se comiera o que no se les escapara por descuido o falta de reparo. Son las palabras trágicas, palabras que al utilizarlas pueden hacer o mejor dicho hacen daño a la persona receptora de las mismas. Son a veces palabras gruesas, mayores, pesadas, injuriosas u ofensivas. Son palabras como los virus y bacterias que producen infecciones y por tanto, dolor, enrojecimiento, inflamación, que en nuestro juego de las palabras, infectan la relación entre personas.

Con eso estamos aprendiendo una lección: cuidado con las palabras trágicas, ya que con otras mágicas que se posan como mariposas (Ángel González decía también: "A veces, las palabras se posan sobre las cosas, como una mariposa sobre una flor y las recubren de colores nuevos") pueden intentar que donde le llamaríamos recortes, le pongan reforma o reordenación.

(*).-Joan Carles Marches Profesor de la Escuela Andaluza de Salud Pública (EASP) y elaboró este artículo el 27 de abril de 2012.

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