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Ya han sido detenidas o imputadas, por el momento, más de 150 personas…

Ya han sido detenidas o imputadas, por el momento, más de 150 personas…

Entre otros datos: los confidenciales de historias clínicas…

La red de tráfico de datos espió en Oviedo

La trama dirigida por el murense Juan Antonio Rama vendía a empresas y aseguradoras historiales médicos personales obtenidos en centros de salud y hospitalarios.

Miembros de la organización llamaban por teléfono a médicos, haciéndose pasar por facultativos, para pedirles información confidencial sobre sus pacientes

Foto: Juan Antonio Rama, a la derecha, en una fotografía de vigilancia policial obtenida en Aranda de Duero.

Oviedo, José A. ORDÓÑEZ, en La Nueva España

Los alargados tentáculos de la red de tráfico ilegal de datos capitaneada por el asturiano Juan Antonio Rama Menéndez también llegaron al Principado. La trama vendía a empresas y aseguradoras informes confidenciales e historiales clínicos personales procedentes de centros de salud y hospitales de numerosas localidades españolas. Oviedo entre ellas.

La vertiente médica era sólo una parte más de la extensa cartera de productos que ofrecía la red de espionaje a sus clientes, en la que también se incluían datos sobre llamadas telefónicas entrantes y salientes, títulos de propiedad, informes de vida laboral, cotizaciones a la Seguridad Social o informaciones confidenciales sobre empresas. Para ello, el entramado contaba con decenas de soplones distribuidos por el Ministerio de Hacienda, la Policía Nacional, la Guardia Civil, el Instituto Nacional de Empleo, el Catastro, la Dirección General de Tráfico, grandes firmas eléctricas, agencias de viajes, Sanidad o la Seguridad Social. Hasta el momento, la Policía ha detenido o imputado a más de 150 personas relacionadas con una trama que espió a Telma Ortiz, hermana de la Princesa de Asturias; Ignacio López del Hierro, marido de María Dolores de Cospedal, secretaria general del PP, o a la asturiana Susana Monje, presidenta de la constructora Essentium y tesorera del Fútbol Club Barcelona.

Aunque no es descartable que también se sirviese de colaboradores en hospitales y centros de salud, el sumario del denominado «caso Pitiusa» confirma que al menos una parte de la información médica era obtenida mediante suplantaciones. Los integrantes de la red llamaban a los centros hospitalarios haciéndose pasar por médicos y obtenían de los confiados facultativos información personal sobre sus pacientes. Jordi Agustí Alemany, un detective barcelonés de 56 años de edad, era el gran experto para este tipo de trabajos.

El sumario del caso incluye la transcripción de varias conversaciones telefónicas en las que un intermediario llamado Josep Corominas le reclama a Alemany historiales clínicos de diversas personas en centros hospitalarios de Barcelona, Valencia y Oviedo. La Policía judicial reconoce que el detective tenía una «exquisita habilidad» para hacerse con informaciones privadas mediante engaños.

Juan Antonio Rama, alias «Juanito», considerado el «cerebro» de la trama por la Policía, es un detective asturiano de 53 años de edad, natural de Muros de Nalón, aunque reside desde hace décadas en el País Vasco y Cantabria. Rama coordinaba una organización integrada por decenas de soplones e informadores desde su domicilio de la pequeña localidad cántabra de Tarrueza, con el único apoyo de un teléfono móvil y de un ordenador con varias cuentas de correo electrónico. El negocio daba abundantes beneficios. Algún cliente llegó a pagar hasta 30.000 euros por un informe sobre una empresa. La investigación ha determinado que el jefe de la red llegó a ingresar en su cuenta 106.149 euros entre los meses de mayo y diciembre del pasado año.

José Antonio Rama se crío en el barrio murense de La Pumariega, de donde eran su madre, Margarita Menéndez, y su abuelo. Su pista se perdió hace ya años, después de que, a comienzos de los noventa del pasado siglo, la familia se trasladara a Bilbao. Sí que se sabe que la madre de Rama ha fallecido y que éste se casó en 2001.

Uno de los métodos utilizado

Oviedo, J. A. O., en La Nueva España

Un detective privado barcelonés, Jordi Agustí Alemany, desempeñó un papel fundamental en la trama para lograr decenas de historiales clínicos en hospitales y centros de salud de numerosas localidades españolas, entre ellas Oviedo. Según recoge el sumario del «caso Pitiusa», este investigador, de 56 años, llamaba a los centros sanitarios haciéndose pasar por un doctor y logró engañar a numerosos facultativos para que le facilitasen informaciones confidenciales sobre sus pacientes. Las grabaciones de la Policía demuestran la habilidad como suplantador de Alemany.

Ésta es la transcripción de una de las llamadas.

-Recepcionista: Centro de salud Portu Dó, buenos días.

-Jordi: Hola, buenos días, soy el doctor Javier Martín, de Sagunto, calle Bailén, 46, del centro de valoración de incapacidad. Quería hablar con el médico que está llevando a la señora E. D. G.

-R: Me sabe decir el CIF de ella...

-J: Tengo el DNI.

-R: La señora tiene a Nieves Perón, pero ésa, la de Sudamérica, ya no está; está un médico sustituyéndola. Voy a intentar pasarle con el doctor René.

-J: ¿Doctor René? Mira, soy el doctor Javier Martín, de aquí, del centro de valoración de incapacidades...

Y el doctor René le facilita la información que buscaba.

Implicaciones en el CNI (Centro Internacional de Inteligencia)…

Oviedo, J. A. O., en La Nueva España

La red de tráfico ilegal de datos encabezada por el asturiano Juan Antonio Rama Menéndez también mantenía estrechos vínculos con agentes del Centro Internacional de Inteligencia (CNI), a los que un grupo de sospechosos de pertenecer a la trama se refería con el nombre en clave de «Los ranas», según consta en el extenso sumario del «caso Pitiusa». El CNI es el organismo público que facilita al presidente del Gobierno informaciones de carácter secreto o confidencial de alto interés para el Estado. En la actualidad está dirigido por Félix Sanz Roldán.

La relación de integrantes de la red de espionaje con agentes del CNI quedó de manifiesto, según se desprende del sumario, cuando estos últimos contactaron con la Policía para interesarse por las detenciones de sus amigos y conocidos. Además, un pirata informático («hacker») argentino, Matías Bevilacqua, que trabajaba para la red, declaró al ser detenido que realizaba encargos «delicados» para el servicio español de inteligencia. A modo de prueba, facilitó a los agentes un número de teléfono asignado a «don Aquiles», nombre en clave de su enlace en el CNI, quien, posteriormente, confirmaría su relación con Bevilacqua.

Según consta también en el sumario, el experto informático argentino logró entrar en los ordenadores de las empresas Unilever y Minas de Río Tinto. La Policía se incautó de 140.000 euros en el registro realizado en la empresa en la que trabajaba. El «hacker» aseguró a los agentes que se trataba de dinero proveniente del Ministerio de Defensa, con el que estaba colaborando.

Además, en una llamada al policía local barcelonés Sergio Corcoles, interceptada por los investigadores del caso, su interlocutor afirma que había conseguido el número a través de un «amiguete del CNI», lo que hace suponer que Corcoles mantenía relaciones con el servicio de inteligencia y que, incluso, intercambiaba información confidencial con sus agentes.

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