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Las opiniones de profesionales e incluso antiguos gestores pueden quedar en “inconcreto”, pero las de “sindicalistas” lo de inconcreto o anónimo me parece inaceptable…

Las opiniones de profesionales e incluso antiguos gestores pueden quedar en “inconcreto”, pero las de “sindicalistas” lo de inconcreto o anónimo me parece inaceptable…

¿No se estarán confundiendo deseos, o “situaciones excepcionales”, con realidades?

Médicos y sindicatos afirman que suprimir las horas extra triplica algunos costes

Profesionales, antiguos gestores y sindicalistas ven contraproducente eliminar las «peonadas» en ciertas áreas de la asistencia sanitaria

Oviedo, Pablo ÁLVAREZ, en La Nueva España

La supresión de las horas extraordinarias puede duplicar, e incluso triplicar, el gasto en determinadas áreas de la sanidad pública asturiana cuya actividad sea derivada a centros concertados. Ésta es la predicción realizada por diversos colectivos médicos y sindicales de la región en referencia al plan estructural de gestión de las listas de espera que está ultimando la Consejería de Sanidad.

Según anticipó LA NUEVA ESPAÑA el pasado viernes, el citado programa prevé limitar la realización de «peonadas» (denominación coloquial de las horas extra en el sector sanitario) a situaciones excepcionales y, en cambio, mantener la derivación de actividad a los hospitales parapúblicos (Jove y Cruz Roja, de Gijón, y Hospital de Avilés). La Consejería planea, asimismo, mantener los conciertos con centros privados, aunque exclusivamente para «servicios puntuales».

El gasto anual en peonadas se mueve en los últimos tiempos en el entorno de los seis millones de euros anuales en el conjunto de la sanidad asturiana. Faustino Blanco, titular de Sanidad, sostiene que las horas extra, tal y como venían siendo empleadas, «eran muy ineficientes porque muchas veces no estaban basadas en necesidades reales». El Consejero considera que el volumen de horas adicionales de trabajo que proviene de la nueva regulación de la jornada laboral -básicamente por la ampliación del horario de 35 a 37,5 horas semanales- es muy superior al de horas extras que venían computándose en los últimos años. Por consiguiente, el plan que será puesto en marcha próximamente pivota sobre esa ganancia de las denominadas «horas marianas» (por estar recogidas en una norma del Gobierno de Mariano Rajoy).

De otro lado, a nadie se le escapa que las horas extraordinarias han sido tradicionalmente -y por ahí van los recelos del consejero de Sanidad- un complemento salarial muy apetecido por unos facultativos que siempre se han quejado del escaso monto de su sueldo base.

Sin embargo, en determinados medios profesionales se considera muy difícil o imposible que la agregación de las citadas horas sea suficiente para normalizar las esperas de operaciones, consultas y pruebas diagnósticas (disparadas como consecuencia de la huelga médica del último trimestre de 2012) y para, posteriormente, no sobrepasar los topes de demora que la Consejería quiere fijar en la nueva norma.

La citada imposibilidad no afecta a todas las áreas de actividad. «La idea de suprimir las peonadas es antigua y conveniente, pero seguramente no es factible para todos los servicios», explica un médico asturiano con experiencia en el mundo de la gestión. «Las horas extra pueden tener un efecto perverso, pero bien gestionadas fidelizan a los profesionales del sistema público y abaratan los costes», matiza otro profesional que también ha desempeñado tareas gestoras. «Es imposible que con este modelo organizativo la Consejería pueda cumplir su compromiso de recuperar en pocos meses la actividad perdida con la huelga», apostillan fuentes sindicales.

Radiodiagnóstico, anestesiología y determinadas cirugías son algunas de las áreas de actividad donde han surgido mayores quejas ante la erradicación de las peonadas. Como ejemplo, los especialistas en rayos subrayan que mientras derivar una resonancia magnética a un centro privado tiene un coste de entre 100 y 110 euros, las pruebas que se efectúan en los programas especiales de las tardes de los hospitales públicos arrojan un coste medio aproximado de 25 euros. «Las máquinas están instaladas y no se apagan, con lo cual cuestan lo mismo funcionando o paradas», argumentan los especialistas en radiodiagnóstico, quienes enfatizan que la cifra de horas extra que venían cubriendo era muy superior a la que ha incorporado el nuevo modelo de jornada.

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