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Conclusiones del Instituto Asturiano de Prevención y Riesgos Laborales sobre el accidente por mercurio más grave de los producidos en el mundo desde 1993…

Conclusiones del Instituto Asturiano de Prevención y Riesgos Laborales sobre el accidente por mercurio más grave de los producidos en el mundo desde 1993…

El Principado sospecha que existe «un riesgo incontrolado» de exposición al mercurio en Azsa

Los investigadores del suceso apuntan a cierta dejación de funciones y sostienen que «no se previó la alta cantidad de contaminante» que existía «de forma indubitada» en la fábrica

Foto: El intercambiador donde se produjo el accidente.

04.04.2013,

Saúl FERNÁNDEZ, en La Nueva España.

«En Asturiana de Zinc (Azsa) parece existir un riesgo de exposición a mercurio insuficientemente controlado». Esta es una de las conclusiones establecidas en el informe que el Instituto Asturiano de Prevención y Riesgos Laborales ha realizado a propósito del accidente por mercurio más grave de los producidos en el mundo desde 1993: en las instalaciones que la compañía Asturiana de Zinc posee en San Juan de Nieva. Este accidente afecta, por el momento, a 51 ex trabajadores de la empresa Ingeniería Montajes del Norte (Imsa) y a alrededor de noventa empleados de Azsa. El siniestro se detectó el 3 de diciembre pasado y fue ayer -cuatro meses después de los hechos- cuando el informe trascendió.

El documento de Prevención cuenta con 427 páginas y se sustancia en 56 entrevistas realizadas a personas relacionadas con Imsa (incluidos el director y el gerente de la compañía); 17 entrevistas realizadas a personas relacionadas con Azsa (no está en la lista el director de Operaciones Metalúrgicas); dos entrevistas a técnicos de Fremap; cinco más, a técnicos de Unipresalud; cinco, a representantes de CC OO; cuatro, de UGT y 18 más a representantes de las empresas auxiliares relacionadas con la obra en los intercambiadores III-A y IV de la planta de tostación número 4 de la fábrica de San Juan de Nieva. Asimismo, la documentación analizada es extensa y variada: desde informes químicos a artículos de LA NUEVA ESPAÑA. Con todo esto, Prevención redactó un primer informe circunscrito únicamente al accidente de la parada técnica y aún trabaja en la determinación de la causa de la afectación de los trabajadores de Azsa (no vinculados al trabajo en los intercambiadores).

El 17 de enero, el doctor José Villalaín aseguró en Oviedo: «Algo falló en la prevención». Esta apreciación ha sido prácticamente la única ocasión en que la empresa Asturiana de Zinc (Azsa) se ha manifestado públicamente sobre el accidente por mercurio producido en sus instalaciones (las otras dos comunicaciones públicas fueron para anunciar el fin de las analíticas). El informe de Prevención corre parejo a las palabras de Villalaín: «...resulta evidente que no se previó la elevada cantidad de contaminante que a nuestro juicio existía de forma indubitada». El documento deja entrever cierta dejación de funciones por parte de Azsa a la hora de advertir a la empresa que había contratado (Imsa) sobre los riesgos de los metales pesados. «En el informe básico de obra (IBO), facilitado por Azsa, sólo se informa de forma somera de la presencia de metales pesados, sin más especificación». Y añaden los investigadores más: «...en el procedimiento de trabajo elaborado por Imsa, y aprobado por Azsa, no se establece la necesidad de efectuar mediciones, ni de emplear protecciones respiratorias frente al mercurio más que durante las operaciones "en caliente" (corte con radial, oxicorte y "botado" de tubos), muestra de la escasa importancia que se dio a la posible presencia de mercurio y otros metales pesados».

Los encargados de dilucidar las causas del accidente de San Juan de Nieva concluyen: «... entendemos que se aceptaba la presencia de mercurio, realidad innegable al existir en la materia prima, al estar dotadas las instalaciones de equipos para su eliminación y al aceptarse una determinada presencia del mismo en el ácido sulfúrico que se genera a partir de los gases que pasan por el intercambiador, pero en cantidades poco preocupante; de ahí, entendemos, el escaso énfasis puesto en la información al respecto facilitada a la contrata y en la insuficiencia de las medidas preventivas contempladas en el procedimiento de trabajo».

A esto los investigadores suman las características de los trabajos realizados y las condiciones en que fueron llevados a cabo. «Al citar las características de los trabajos nos referimos a circunstancias como el alto número de tubos sustituidos, unos 3.800: jornadas de trabajo largas, de 12 horas; y método generador de aerosoles y vapores de mercurio, al emplear radiales, otras herramientas de desbaste, oxicorte y soldadura». Cuando hablan de las condiciones, los investigadores señalan las atmosféricas: la mucha lluvia que cayó en los días en que se realizó la obra más peligrosa de Azsa.

Y entonces, ¿qué es lo que sucedió para que más de medio centenar de empleados fueran envenenados en su puesto de trabajo? Los investigadores del Instituto de Prevención ponen sobre la mesa tres posibilidades: «una avería, un accidente industrial, una operación errónea o un problema de fallo o incorrecta puesta a punto en alguno de los equipos de depuración». En el informe se determina: «Desde el principio, focalizamos nuestra atención en la posibilidad citada en último lugar: fallo o incorrecta puesta a punto, pensando que el problema pudo darse en las torres de mercurio situadas inmediatamente antes de los intercambiadores, cuya finalidad es, precisamente, la eliminación del mercurio de los gases provenientes de la tostación».

La hipótesis que señalan los investigadores del Instituto de Prevención de Riesgos Laborales es la que LA NUEVA ESPAÑA explicó el pasado 16 de diciembre (13 días después de haberse detectado accidente). En el artículo «Azsa detectó a principios de año contaminación de mercurio en las plantas de tostación» se daba cuenta de la presencia del metal pesado en el ácido sulfúrico. Se da la circunstancia, sin embargo, de que esta hipótesis que maneja el Instituto de Prevención no ha sido reconocida por la compañía que preside Santiago Zaldumbide que, durante toda la crisis, se ha caracterizado por guardar silencio públicamente y por criticar la labor de los medios de comunicación en diversas reuniones internas de trabajo. Los investigadores declaran: «El estudio de la documentación solicitada a Azsa y facilitada por ella (...) no nos permite confirmar tal hipótesis, la a nuestro juicio más plausible en un principio, ni tampoco ninguna otra relativa a fallos que pudiesen explicar las especialmente desfavorables condiciones ambientales en el intercambiador». Independientemente de las facilidades dadas por Asturiana de Zinc para concluir la causa del accidente, los investigadores lo tienen claro: «Hubo una presencia evidentemente alta de mercurio que no fue prevista y, por lo tanto, no se evaluó convenientemente, por lo que no se permitió que se adoptasen las medidas preventivas congruentes para asegurar las protección de los trabajadores».

La labor desempeñada por los trabajadores de Imsa consistía en el cambio de 3.800 tubos de los intercambiadores de calor. Estos tubos estaban diseñados para trasladar gases tóxicos y, según reseña el informe, «habían permanecido cerrados durante once años», precisamente, desde la ampliación de la fábrica. ¿Por qué cambiarlos? Este periódico ya adelantó la teoría que ahora manejan los investigadores. El 15 de enero LA NUEVA ESPAÑA explicó que había que cambiarlos porque se detectaron perforaciones en algunos de estos tubos. Estas perforaciones, según esta hipótesis, habrían sido producidas por ácido sulfúrico. ¿Por qué cambiar todos los tubos? Porque los tubos que no presentaban agujeros podrían presentarlos en un espacio corto de tiempo. ¿Tenía que correr ácido sulfúrico por estos tubos? Según fuentes consultadas, no: «Los intercambiadores sirven para intercambiar calor entre gases».

Por otro lado, la Consejería de Sanidad defendió ayer la transparencia de las actuaciones llevadas a cabo en torno a la intoxicación de mercurio en la factoría de Azsa. Sin embargo, la alcaldesa de Castrillón, no es de la misma opinión; considera que al Ayuntamiento le ha faltado información.

 

Cronología resumida de la investigación Un ex trabajador lleva a juicio a la mutua que le dio el alta médica y a la Seguridad Social.


Prevención culpa a AZSA de no evaluar de forma adecuada el riesgo de intoxicación por mercurio

Considera que eran necesarias «más precauciones» para abordar los trabajos en unos intercambiadores que habían estado confinados durante once años

El informe del accidente deduce que hubo una «insuficiente información» a las subcontratas y a los trabajadores

04.04.13 - A. PALACIO | AVILÉS, en El Comercio.

Un informe del Instituto Asturiano de Prevención de Riesgos Laborales determina «deficiencias en materia de seguridad y salud laboral» en Asturiana de Zinc (AZSA), que supuso la intoxicación por mercurio de los trabajadores de Ingeniería de Montajes Norte (IMSA) durante los meses de noviembre y diciembre cuando desempeñaban su labor en la planta de tostación en la que se detectó el accidente.

El informe evalúa la seguridad en el trabajo, la higiene industrial y la normativa y también la medicina laboral, además de otros informes, como la información básica de obra (IBO) para las labores de calderería y soldadura que debían realizarse en la parada general de tostación. Los técnicos que firman el informe son Esther López (técnica de prevención), Javier Rodríguez Suárez (jefe del área de seguridad en el trabajo), José María Santurio Díaz (técnico de prevención), Ofelia García Hevia (jefa del área de higiene industrial) y Eduardo García Morilla (jefe del servicio de riesgos laborales).

El documento indica que la causa básica de la intoxicación con mercurio se debe a «no haber previsto la elevada cantidad del metal presente en los intercambiadores», algo que pudo condicionar «negativamente la valoración adecuada del riesgo». Es por eso que, a juicio de los responsables del informe, «se pudo deducir la insuficiente información transmitida a la contrata sobre el mismo y a los propios trabajadores intervinientes». En todo caso, hubiera sido «más difícil» que se produjeran las carencias en el método de trabajo diseñado y aprobado, y, en general, el conjunto de lagunas o deficiencias detectadas en materias de seguridad y salud laboral en caso de haberse evaluado correctamente el problema», y recalcan que las carencias preventivas «no son disculpables en ningún caso».

En todo momento se bajara la hipótesis de una avería, un accidente industrial, una operación errónea o un problema de la puesta a punto de alguno de los equipos de depuración, y se cree que el problema pudo darse en las torres de mercurio situadas inmediatamente antes de los intercambiadores, cuya finalidad es, precisamente, la eliminación del mercurio de los gases provenientes de la tostación.

Causas del accidente

El documento explica que una de las causas del accidente fue la «elevada concentración de mercurio en la zona de trabajo, no prevista y no evaluada». Se argumenta que «existían concentraciones notablemente altas de mercurio, habida cuenta la entidad de los valores biológicos de dicho metal encontrados en los trabajadores accidentados». Existe, según el informe, una prueba objetiva que demuestra la presencia de mercurio en los intercambiadores, como es el análisis de los tubos sustituidos y los resultados obtenidos por el Centro Nacional de Investigaciones Metalúrgicas (CENIM), efectuados a instancias de AZSA, y los que se obtuvieron a raíz del análisis del Instituto de Geología Aplicada de la Universidad de Castilla la Mancha.

La conclusión del informe del CENIM es que «la mayor parte del mercurio encontrado en los tubos sustituidos está en forma de mercurio elemental, aunque también se podrían encontrar otros compuestos inorgánicos de mercurio». El informe de la Universidad de Castilla la Mancha, realizado con un mes de diferencia, establece que «el mercurio está presente en todas las muestras analizadas». Sin embargo, el documento de Prevención de Riesgos Laborales tiene en cuenta «la descuidada manipulación de los tubos, que fueron tratados como chatarra y no conservados como muestras para laboratorio», lo que hace suponer que la concentración total fuese mayor «en el momento de retirarse los intercambiadores que lo que pudiera deducirse de los resultados» de los análisis.

Según los técnicos, «las características de los trabajos de reentubado que se efectuaron en los intercambiadores y las condiciones en las que se realizaron pudieron favorecer una mayor exposición y contaminación de los trabajadores, pero no justifican en modo alguno, por sí solas, los elevados valores biológicos de mercurio detectado en los accidentados». Se refieren al hecho de tener que sustituir casi 4.000 tubos, las jornadas de trabajo de 12 horas y el método de trabajo con «aerosoles y vapores de mercurio, radiales y otras herramientas de desbaste, oxicorte y soldadura». Todas, similares a las que se habían empleado en otras paradas anteriores.

Cuando se refiere a las condiciones de trabajo se recalcan las atmosféricas, por la época del año en la que se realizó la parada. Al respecto, el informe establece que «se colocaron toldos sobre el intercambiador, pero el goteo de agua provocó arrastres de depósitos con contenido en mercurio desde cotas altas, ensuciando la ropa y resto de equipamiento, y también la elevada humedad relativa en el interior de los intercambiadores».

El análisis del Instituto de Prevención de Riesgos Laborales sostiene que resulta «evidente» que la elevada cantidad de contaminante existía «de forma indubitada», aunque el informe básico de obra que facilita AZSA a la empresa en el momento de realizar la parada sólo refleja «de forma somera la posible presencia de metales pesados, sin más especificación, y en el procedimiento de trabajo elaborado por IMSA y aprobado por AZSA no se establece la necesidad de efectuar mediciones ni de emplear protecciones respiratorias frente al mercurio más que durante las operaciones ’en caliente’ (corte con radial, oxicorte y ’botado’ de tubos)», lo que a juicio de los responsables del informe es una «muestra de la escasa importancia que se le dio a la presencia de mercurio u otros metales pesados». Una de las causas pudo ser el hecho de que en operaciones similares no se hubiesen producido problemas similares, «lo que pudo hacer poco previsible la importante presencia de mercurio», aunque «los hechos demuestran el error que, desde un punto de vista de la seguridad y la salud en el trabajo, supuso la imprevisión expuesta que llevó a no estimar correctamente la potencialidad del riesgo y, consecuentemente, a que no se tomasen las medidas congruentes con su importancia».

En otro punto del informe se explica que el hecho de que los intercambiadores, espacios confinados por los que han pasado gases tóxicos, hubiesen permanecido «cerrados durante once años» y se obrasen modificaciones en ellos debería de haber sido motivo suficiente para «haber tomado más precauciones para cerciorarse de la inexistencia de atmósferas peligrosas en el interior de los equipos».

Otra de las causas del accidente es, según el informe, la protección individual insuficiente, puesto que «no se prescribió el uso del buzo desechable, y la ropa de trabajo, sucia y contaminada, «acompañó a los trabajadores mientras la tuvieron puesta, trasladando la contaminación a otras zonas no expuestas inicialmente y pudiendo afectar a otras personas sin riesgo de exposición». La última de las causas se refiere a las «deficientes condiciones de limpieza y hábitos higiénicos incorrectos». El informe establece que «las condiciones atmosféricas presentes durante los trabajos favorecieron la suciedad de la ropa y el hecho de que la ropa no fuese sustituida o desechada tras las operaciones se muestran como un factor negativo desde un punto de vista preventivo».

Las condiciones de los vestuarios también influyeron, y entre otras cosas se detallan «bajo nivel de limpieza, mezcla de ropa de trabajo y calle, depósito de botas sucias, secado de ropa contaminada en el mismo local» y otras cuestiones como «comer sin cambiarse de ropa, fumar con las manos sucias, las máquinas expendedoras de comida y bebida en las zonas contaminadas», como causas que pudieron contribuir a aumentar los niveles de intoxicación.

 

Comienza el juicio de uno de los trabajadores que no pudo impugnar el alta

04.04.13 - A. P. / AGENCIAS | AVILÉS, en El Comercio.

Uno de los trabajadores intoxicados de Ingeniería de Montajes Norte (IMSA) que ya ha recibido el alta médica, José Blanco, tiene hoy la primera sesión del juicio contra la Seguridad Social y contra la Mutua de su empresa después de que la inspección médica le impidiese continuar de baja. El trabajador recibió el alta antes de ser sometido a ninguna prueba, y según explica aún supera los valores mínimos permitidos de mercurio tanto en sangre como en orina. «Hace dos semanas tenía niveles muy superiores en orina», recalcó ayer. Después de recibir el alta trató de impugnarlo, «porque no me habían sometido a ningún análisis, pero el tribunal no lo concedió». Hasta el momento, ha tenido que costearse todas las pruebas médicas a las que ha sido sometido, entre ellas controles del sistema nervioso y oftalmológico.

Por otro lado, la alcaldesa de Castrillón, Ángela Vallina, recalcó ayer que «nadie de AZSA ni de la Consejería de Sanidad se ha puesto en contacto con el Ayuntamiento tras los casos de intoxicaciones de mercurio registrados en la planta», que se localiza en el concejo. Vallina también criticó «la falta de transparencia» y apuntó que «la situación da qué pensar, porque cuando las cosas están claras se hablan».

Tras sus declaraciones, la Consejería de Sanidad quiso defender «la transparencia de las actuaciones llevadas a cabo en torno a la intoxicación por mercurio, de las que fueron puntualmente informados todos los agentes sociales e institucionales implicados». El comunicado de la consejería indica además que el director general de Salud Pública, Julio Bruno, «ha mantenido varias conversaciones telefónicas con la alcaldesa», que también fue citada a la consejería en enero para una reunión sobre el tema, en la que se detallaron los informes realizados.

 

El director general de Salud Pública «no nos quiere recibir a los afectados»

04.04.13 – El Comercio.

Un grupo de trabajadores intoxicados tenía previsto mantener una reunión esta mañana con el director general de Salud Pública, Julio Bruno, en la sede de la consejería en Oviedo, pero finalmente se ha cancelado. Según denuncian varios trabajadores, se debe a que «no quiere recibirnos y ha dicho que todo lo que queramos aclarar debe de ser con Valentín Rodríguez», de la Unidad de Epidemiología Laboral y Ambiental de la Consejería de Sanidad. Al respecto, argumentaron que las tareas de Rodríguez tienen más que ver con los riesgos laborales, no con cuestiones médicas. Los trabajadores afectados se preguntan, al respecto, «si somos tan insignificantes que no quieren ni darnos cita». Los intoxicados quieren ahora solicitar una reunión con el consejero de Sanidad, Faustino Blanco.

Sanidad garantiza que siempre ha informado con rigor y transparencia sobre la contaminación por mercurio

Salud Pública se ha entrevistado con la alcaldesa de Castrillón, asociaciones de vecinos, sindicatos, responsables de la empresa AZSA y trabajadores afectados.

Realiza un estudio para determinar la presencia de mercurio en sangre en población sana

WEB del P. de Asturias

La Consejería de Sanidad ha defendido este jueves la transparencia de las actuaciones llevadas a cabo en torno a la intoxicación por mercurio en la factoría de Azsa, en Castrillón, de las fueron puntualmente informados todos los agentes sociales e institucionales implicados.

En concreto, la Dirección General de Salud Pública ha ofrecido a los interesados toda la información disponible, dentro de la debida garantía de confidencialidad con las personas afectadas, para aclarar la situación derivada del accidente laboral.

En el ámbito institucional, el director general de Salud Pública, Julio Bruno, ha mantenido varias conversaciones telefónicas con la alcaldesa de Catrillón, Ángela Vallina, a quien, además, se citó en la sede de la Consejería el pasado mes de enero para una reunión que ésta pospuso por motivos personales y que se celebró finalmente, a petición de la interesada, semanas después.

En la misma, se le dio traslado de todos los datos de los que disponía la Consejería en función de los estudios realizados hasta la fecha. Al término del encuentro, la regidora expresó su satisfacción por la información y agradeció explícitamente la atención dada desde este departamento al Consistorio y a todos los afectados.

Con idéntico fin, el director general recibió en los últimos meses a asociaciones de vecinos, como la de San Juan de Nieva y la de Jardín de Cantos; a representantes de CCOO, UGT y SITAZ; a responsables de la empresa AZSA; y a trabajadores afectados por la contaminación.

El Gobierno regional a través de las consejerías de Sanidad y Fomento, Ordenación del Territorio y Medio Ambiente y del Instituto Asturiano para la Prevención de Riesgos Laborales ha desarrollado las actuaciones necesarias para investigar el accidente laboral, así como para valorar las medidas de prevención de riesgos laborales adoptadas por AZSA.

Por otra parte, el Gobierno autonómico ha habilitado procedimientos y recursos públicos para la investigación epidemiológica del accidente y para garantizar el seguimiento y la atención a la salud de los afectados. En este marco, actualmente Salud Pública está realizando un estudio para determinar la presencia de mercurio en población sana, mediante la medición voluntaria de los niveles de este metal en sangre entre los donantes.

Sanidad apela al rigor y a la responsabilidad institucional para atajar la incertidumbre que este tipo de incidentes pueden generar entre los trabajadores y los vecinos e invita a todos los colectivos implicados a cooperar para esclarecer lo ocurrido, ofrecer la mejor atención posible a los afectados, y tratar de evitar que situaciones como esta puedan repetirse en el futuro.

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