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Opinan el escritor Antonio Muñoz Molina, Javier Villa, del Conceyu por Otra Función Pública, Leopoldo Tolivar Alas, catedrático de Derecho Administrativo y el magistrado José Ramón Chaves (Blog de SEVACH)…

Opinan el escritor Antonio Muñoz Molina, Javier Villa, del Conceyu por Otra Función Pública, Leopoldo Tolivar Alas, catedrático de Derecho Administrativo y el magistrado José Ramón Chaves (Blog de SEVACH)…

La privatización del interés público

La politización de los responsables del control en la Administración está en la raíz de la crisis, según los expertos
Los funcionarios reclaman «total independencia» del poder para actuar como freno a la ilegalidad y la corrupción

Foto: Emilio Rabanal (ordenanza de la Consejería de Bienestar Social), en el mercado de Grado ayer, recitando el romance de ciego compuesto por los empleados públicos…

Oviedo, José A. ORDÓÑEZ

«Lo que sin que nadie lo advirtiera o lo denunciara empezó a suceder hacia mediados de los ochenta es que al mismo tiempo que las instituciones públicas empezaban a disponer de mucho dinero desaparecían los controles efectivos de la legalidad de las decisiones políticas. Entre todos los errores de la Transición española (...), uno de los más graves no lo ha mencionado casi nadie: la incapacidad de crear una administración pública profesional, solvente, atractiva como oportunidad de trabajo y progreso personal, austera, ajena a la política y a los vaivenes electorales».

La reflexión es del escritor Antonio Muñoz Molina y aparece en su último libro, «Todo lo que era sólido». Se trata de un alegato moral sobre las causas que han llevado a España a la situación actual y en la que el autor de «Sefarad», que conoció los entresijos de la Administración como funcionario municipal en el Ayuntamiento de Granada, llama a la ciudadanía a «una serena rebelión cívica para rescatar los territorios de soberanía usurpados por la clase política». Unos políticos que -denuncia- han colonizado mecanismos de control cuya independencia resulta fundamental para evitar prácticas corruptas y que deberían estar en manos de funcionarios ajenos a las prácticas clientelares y a los cambios de gobierno, pero a los que, en cambio, se les han ido quitando atribuciones y prestigio. Así, Muñoz Molina lamenta que aquellos secretarios e interventores que velaban por el interés público pasaron a convertirse en un «estorbo» para la nueva clase política: «La ruina en la que nos ahogamos hoy empezó entonces: cuando la potestad de disponer del servicio público pudo ejercerse sin mecanismos previos de control de las leyes y cuando las leyes se hicieron tan elásticas como para no entorpecer el abuso, la fantasía insensata, la codicia o el delirio».

La ausencia de una carrera profesional que garantice la total y necesaria independencia del funcionario, visto como el último parapeto del ciudadano ante el albedrío político, el brutal asalto a los mecanismos de control, el abuso de la libre designación, el clientelismo o la proliferación de empresas públicas de todo tipo y con escasa justificación son vicios a los que ni socialistas ni populares han puesto coto en las tres últimas décadas. Es el análisis que hacen también los expertos asturianos consultados por este diario. Y lo comparte, al menos parcialmente, el consejo asesor del presidente del Principado, que aboga por una «reforma profunda» de la Administración autonómica, que debería basarse en la meritocracia y en la supresión de las «pautas clientelares».

Javier Villa, del Conceyu por Otra Función Pública, subraya que el desmantelamiento por parte de la clase política de todo tipo de mecanismos de control de su actividad está en la base de la crisis actual. «La burbuja inmobiliaria es un claro ejemplo de ello: se aprobaron planes de urbanismo con unas previsiones muy por encima de lo racional por parte de organismos politizados y no formados por técnicos independientes, a los que se fue apartando para que no molestaran», señala Villa, que también censura la proliferación de empresas públicas creadas, apunta, con un triple objetivo: «Hacer uso indiscriminado de la contratación a dedo, situarse al margen de la ley de contratos y eludir los controles de gasto». Son los «organismos híbridos» que, según Muñoz Molina, han crecido «en los márgenes de la Administración», que «ya no estaban sometidos a los antiguos controles y que, por lo tanto, dependían únicamente de los dirigentes políticos».

«Lo que se impone en esta situación es recuperar el rigor y la independencia de los empleados públicos y emprender una reforma de la Administración que le quite burocracia y le dé agilidad, pero sin entenderla como una empresa privada», afirma Javier Villa, portavoz de este colectivo de funcionarios. A su juicio, para ello, resulta «absolutamente necesaria» una carrera profesional que «garantice la imparcialidad» y «estimule al funcionario con expectativas de mejora laboral sin depender del criterio político, con ascensos por méritos».

«En lugar de modernizar la antigua burocracia la sumergieron en una inundación de nuevos puestos clientelares, de comisarios políticos descarados o encubiertos, dependientes siempre del favor del que les nombraba, leales hasta la sumisión, volcados en el servicio al partido o al líder del que dependía su sueldo y no a la ciudadanía que los costeaba con sus impuestos», escribe Muñoz Molina.

Leopoldo Tolivar Alas, catedrático de Derecho Administrativo, lamenta que «no se haya detectado a tiempo» que los organismos máximos de control, como el Tribunal de Cuentas o las sindicaturas, estaban controlados por la clase política y que su grado de independencia es «nulo». A su juicio, ha faltado «capacidad de reacción» ante un «problema de diseño del Estado» y que hace obligada una reforma profunda, «basada en la transparencia y en la participación».

«Es evidente que se ha producido un abuso de la política en las instituciones y del personal eventual», subraya el magistrado José Ramón Chaves, quien como el resto de expertos consultados defiende una Administración meritocrática, despolitizada y que haga de muro infranqueable frente al albedrío político.

 

Los funcionarios protestan en verso

Los trabajadores de las administraciones públicas de Asturias acuden al mercado de Grado para quejarse contra los recortes recitando coplas de ciego

Grado, Félix VALLINA, en La Nueva España.

Era costumbre hace siglos que algunos invidentes recorriesen las plazas y los mercados de los pueblos describiendo con versos algunos hechos y sucesos de amplia resonancia, que por su dramatismo, atrocidad o espanto, así como por su desenlace trágico, impresionaban a las gentes. Los llamados romances de ciego calaban hondo y corrían de boca en boca, por eso los funcionarios públicos asturianos, que ya están hartos de difundir su mensaje de alarma a través de las nuevas tecnologías sin obtener resultados, han decidido recurrir a métodos más tradicionales para denunciar los recortes que afectan a los trabajadores del sector y a los servicios públicos que reciben los ciudadanos. Para ellos, la situación actual es lo suficientemente «trágica» como para cantarla en un romance de ciego y ayer lo hicieron en pleno mercado de Grado. Lo único que cambia «es que nosotros tenemos los ojos bien abiertos y somos capaces de ver que la situación es dramática», asegura Emilio Rabanal, que fue el «ciego» encargado de leer las coplas compuestas por los miembros de la Asamblea General de Trabajadores Públicos de Asturias, entidad organizadora del acto.

Rabanal trabaja a diario como ordenanza en la Consejería de Bienestar Social, pero ayer se puso un parche en el ojo, gafas oscuras, se caló el sombrero de fieltro y se echó sobre los hombros una capa negra que le daba aspecto de cansado, de peregrino con mucho camino recorrido y aún ve borroso el destino.

«Atiéndame todo el mundo / Mozos neños y paisanos / También que presten oído / Señoritas y casados», comenzó a relatar el falso ciego para llamar la atención en el mercado moscón. A continuación desarrolló un pliego de cordel y empezó a disparar poesía de ataque a discreción: «Érase que se era / un país al sur de Europa / de charanga y pandereta / donde los sus gobernantes / eren unos mangantes / presididos por un barbas / que no está ni se le siente / pero cuando abre la boca / más que hablar, el castrón miente», espetó Rabanal. El funcionario continuó gritando su mensaje a viva voz ante un amplio corrillo de curiosos. «Hubo un tiempo en el pasado / que ser público empleado / era motivo de honra / por la gente respetado; / Maestros, bomberos, médicos, / conserjes, bibliotecarios, / operarios, enfermeros... / de toles administraciones, / empezamos ya nel branu / a sufrir polos recortes. / Primero quítote perres / después quedeste sin extra / y pa jodevos aún más / voy a quitate los días / que te pusieron a cambio / de un sueldu que no subía».

Los romances de ciego solían venderse en los pueblos para ser recitados y cantados en reuniones familiares, entre los amigos o en actos sociales, pero el de los funcionarios se repartió entre los asistentes por miembros de la asamblea en formato de octavilla. Las coplas también hacen referencia «a la criminalización a la que nos han sometido los mandatarios a los trabajadores públicos», afirma Rabanal. «¿Sabéis que ye lo peor? / que encima lo que ficieron, / dieron como explicación / que ye que no trabayamos, / que somos lo más peor / y na foguera taríamos / si hubiera Inquisición». Hubo para todos: «Mientras crisis y parados / continúan aumentando / abundan en los palacios / corruptos y despreocupados», recitó Emilio Rabanal.

Las «verdades como puños» de los funcionarios -al menos así lo piensa Serafín Tuñón, un ovetense que ayer estaba en Grado- arrancaron los aplausos de los presentes. «Agradezco su atención / y su bien recibimiento / de esta villa me despido / no sin recordarles antes/ que ni ustedes ni nosotros / somos vagos ni maleantes», se despidió Rabanal.

 

Hubo un tiempo en el pasado

Que ser público empleado

Era motivo de honra

Por la gente respetado;

Maestros, bomberos, médicos,

conserjes, bibliotecarios,

operarios, enfermeros?

***

¿Sabéis que ye lo peor?

Que encima lo que ficieron,

dieron como explicación

que ye que no trabayamos,

que somos lo más peor

y na foguera taríamos

si hubiera Inquisición.

***

Y ye que tan confundíos.

Laborales, funcionarios

empleaos públicos somos,

sacamos oposición

y nuestru únicu baldón

ye tar mandaos por trapazas,

que usen la Administración

pa enchufar a los amigos.

***

Conserjes y profesores

También investigadores

Van a mandaivos al paro

Y traerán muchos asesores

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