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Entrevista a Manuel Esteller una de las caras investigadoras más relevantes en nuestro país contra el cancer…

Entrevista a Manuel Esteller una de las caras investigadoras más relevantes en nuestro país contra el cancer…

Manel Esteller: «Es muy difícil que un tumor sea de origen puramente genético»

Este catalán pone cara a la labor investigadora más valiosa que se lleva a cabo en España. Su lucha contra el cáncer desde el laboratorio le ha valido dos recientes premios científicos

Foto: Manel Esteller, director del Programa de Epigenética y Biología del IDIBELL.

03.07.13 - AINHOA IRIBERRI | Barcelona, en El Comercio.

 

Manel Esteller (Sant Boi de Llobregat, 1968) le interesa el cáncer, pero le interesan muchas cosas más. También la divulgación. De hecho, se acaba de abrir una cuenta de Twitter. «Voy despacito, no quiero ser un Toni Cantó», bromea.

En permanente contacto con la clínica, el director del Programa de Epigenética y Biología del IDIBELL, profesor de genética en la Universidad de Barcelona y profesor de investigación ICREA acaba de ser distinguido por la Fundación Bial y galardonado con el premio Rey Jaime I en investigación básica. No serán, seguro, los últimos reconocimientos que reciba.

 

–Usted trabaja en la epigenética ¿cómo definiría este campo?

–La epigenética es la regulación del genoma. Una forma muy intuitiva de entenderlo es decir que es lo que hace que personas con el mismo ADN puedan tener enfermedades distintas. Son marcas químicas que, en personas sanas, son importantes para que un gen se exprese en el ojo y no en el corazón y viceversa, pero el problema viene cuando se altera esa programación, ese ‘software’ de la maquinaria celular. Es esta alteración la que produce enfermedades, entre ellas el cáncer.

 

–Se trata de una disciplina relativamente joven…

–Sí. Las primeras alteraciones epigenéticas en cáncer fueron descritas en la primera mitad de la década de 1980, casi al mismo tiempo que los oncogenes. Sin embargo, grosso modo, solo se veía que estaban alteradas globalmente, pero no se sabía en qué sitio concreto del ADN estaban dichas alteraciones. No fue hasta 1986 que encontramos los primeros genes supresores tumorales que estaban inactivados epigenéticamente.

 

–Y ante el descubrimiento de las alteraciones epigenéticas que producen cáncer, la pregunta lógica es: ¿existen fármacos contra ellas?

–Hay en la actualidad cinco medicamentos epigenéticos aprobados para ciertas formas de leucemia y linfomas. Un caso paradigmático es el del síndrome mielodisplásico, un tipo de cáncer para el que solo había tratamiento paliativo. El medicamento epigenético ha cambiado la historia de la enfermedad y los pacientes ahora tienen supervivencias de muchísimos años, algo más valioso aún si tenemos en cuenta que los afectados suelen ser mayores. Además de los cinco ya comentados, están en desarrollo preclínico otras moléculas que actúan contra otros elementos de la maquinaria epigenética que pueden ser útiles no solo para leucemias y linfomas, sino también para sarcomas y neuroblástomas, los tumores pediátricos más frecuentes.

 

–¿Todavía no se pueden aplicar a los tumores sólidos, como el cáncer de pulmón o el de páncreas?

–Esta será la siguiente fase, pero se trata de tumores más abigarrados, más complejos. Creemos que, en este campo, será muy útil la combinación de fármacos epigenéticos con otros fármacos que ya están incorporados al arsenal terapéutico.

 

–Cuando se ve a una persona que vive mucho a pesar de factores de riesgo, como el tabaquismo, ¿es siempre una cuestión de genes?

–No. Si hablamos del tabaco, aunque el 90% de casos del cáncer de pulmón suceda en fumadores, esto no significa que el 90% de los fumadores desarrollen cáncer de pulmón. La genética contribuye a esto, pero también lo hace la epigenética, ya que el tabaco causa alteraciones tanto en el ADN como en el resto del genoma. Es muy difícil encontrar un tumor que sea puramente genético o epigenético [por alteraciones genéticas provocadas por el ambiente], todos son fruto de una mezcla de alteraciones genéticas y mutaciones u otras marcas típicas epigenéticas.

 

–¿Y no se podría, de alguna forma, imitar artificialmente el genoma de esos afortunados?

–El año pasado estudiamos el epigenoma de recién nacidos y de nonagenarios, personas que parecen estar protegidas contra el cáncer, ya que la enfermedad tiene un pico de incidencia hacia los 60–65 años. Estos estudios nos pueden dar las claves de epigenomas que sean protectores contra el cáncer. Se podría pensar que quizás haya conductas o fármacos que ralenticen el envejecimiento, un proceso muy complejo donde hay muchísimos factores, uno de los cuales es la epigenética y que sin duda está asociado al cáncer.

 

–Aunque hay muchos avances en el tratamiento del cáncer, parece que hay algunos que todavía se resisten…

–Quizás dos casos paradigmáticos serían el cáncer de páncreas y los tumores cerebrales, como el glioma. En páncreas aún no hemos visto estos avances, pero en glioma, por ejemplo, sabemos ya que hay mutaciones epigenéticas y esto abre la ventana a nuevos fármacos. En otro cáncer de mal pronóstico, como es el de pulmón, hacemos avances cada año, aunque sean modestos. Anualmente, conseguimos que un 2% más de pacientes se cure lo que, globalmente, significa que en 10 años habrá un 20% más de curaciones. En cualquier caso, ya se está estudiando el genoma y el epigenoma del paciente para encontrar puntos débiles y eso abrirá muchos caminos a acabar con tumores complicados.

 

–Se ha publicado mucho sobre secuenciación del genoma del cáncer pero, ¿cuál es la implicación práctica?

–Ha habido una importante bajada de precio y hoy, por una cantidad razonable de dinero, es posible tener secuenciado el exoma, lo que te da mucha información. Aunque muchos famosos se hacen esa prueba, en realidad los oncólogos tienen suficiente con mirar unos 10 genes, que están asociados a fármacos. Este menú es muy útil y cada vez es más asequible y el número de genes se ampliará sin duda en el futuro.

 

–En ocasiones, se escuchan afirmaciones pseudocientíficas en torno al cáncer, como que se puede curar con una buena actitud o que se puede curar sin quimioterapia. ¿Cómo vivís los especialistas esta tendencia?

–Lamentablemente, no hay ningún estudio que pruebe que sea así. El ejemplo más claro quizás sea el del actor Michael Landon, que declaró que iba a luchar contra el cáncer de hígado que le habían detectado y murió una semana después. Ni la fuerza, ni la fe ni otros factores externos protegen de un cáncer de mal pronóstico. Otra cosa distinta es tener una buena inmunidad, unos buenos genes heredados de los padres, no haber tenido mucho contacto con tóxicos… Todo esto crea un sustrato, hace que el cuerpo humano esté más preparado para defenderse de esta invasión. Respecto a las terapias naturales, la recomendación es seguir la medicina basada en la evidencia científica. Si después hay otras posibilidades, siempre que no interfieran con la primera, evidentemente el paciente es libre de elegir las que quiera.

 

–¿Mantiene un investigador básico como usted contacto directo con el cáncer y sus pacientes?

–Sí. En primer lugar, mi formación inicial fue como médico. De esa etapa recuerdo casos dramáticos como niños escondiéndose debajo de la cama porque les tenían que cortar una pierna. Pero hoy en día, sigo teniendo contacto. Nuestro laboratorio está en un ambiente hospitalario, no estamos aislados en una torre de marfil en un centro de investigación. Además, a nivel personal, evidentemente he vivido casos de cáncer en la familia, mi madre, mi tío... En realidad los hay en todas las familias. Si encuentras alguna que no, dímelo que la estudiaremos atentamente.

 

–Es inevitable preguntarle por la crisis.

–Aunque yo investigo en cáncer, creo que hemos de invertir en investigación de forma global. Es una inversión mínima comparada, por ejemplo, con lo que se gasta en defensa. No solo hay no hay que recortar el presupuesto, es que hay que doblarlo. Es la única forma de salir de esta crisis.

 

EL PERFIL

Manel Esteller estudio medicina en la Universidad de Barcelona y desde los primeros años de la carrera ya se inició en la investigación, en el Departamento de Bioquímica y Biología Molecular. Se ha formado en varios centros internacionales. El primero, la Universidad de St. Andrews, en Escocia. Ya doctorado, cruzó el Atlántico hacia Estados Unidos, en concretoa la Universidad John Hopkins.

El investigador catalán pasó seis provechosos años como jefe de grupo del Laboratorio de Epigenética del Cáncer en el Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO). Siempre ha estado muy vinculado con la cultura catalana y volvió a su tierra en 2008, justo cuando fue nominado al premio Catalán del Año. Allí dirige un grupo en el IDIBELL, labor que compagina con la docencia y con distintas actividades de divulgación.

 

Premios: el listado de premios de Esteller hasta el último recibido, el Rey Jaime I de Investigación Básica, es elevado e incluye varios al mejor investigador joven en Europa y EE UU, el de Investigación Biomédica de la Fundación Lilly y el Dr. Josef Steiner Cancer Research Award. Más allá de lo académico, ha sido distinguido con el Premio Dulcinea Asociación Mujeres Cáncer de Mama Castilla-La Mancha e incluso finalista de un premio de periodismo científico.

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