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“Imponer más copago conduce a más enfermedades renales, más ictus, más infartos y más diabetes…”

“Imponer más copago conduce a más enfermedades renales, más ictus, más infartos y más diabetes…”

La Sanidad pública estimula la economía, no la hunde

La inversión en salud debe ser vista como un motor económico. La clave no es gastar menos, sino mejor.

Por Rafael Bengoa, director del Deusto Business School Health y Senior Leadership Fellow de Harvard y exconsejero de Sanidad del Gobierno vasco.

Tribuna, El País (hace 3 días).

A los argumentos clásicos a favor de la sanidad pública —una obligación social hacia los demás y los buenos resultados en salud que disfruta España— es necesario añadir la aportación económica al país.

 

Ya en 1993 Robert Fogel, premio Nobel en economía, comentó: "El tren fue el motor económico en el siglo 19, el automóvil en el siglo 20 y la innovación en el sector salud lo será en el siglo 21".

 

La crisis económica en España nos ha hecho olvidar que la creación de un sistema de salud universal como el nuestro ha aportado bastante más a la economía que lo que ha costado y que, por lo tanto, es contradictorio no protegerla como un activo más.

 

En un estudio reciente, Bloom and Canning indican que la buena salud de la población inyecta al crecimiento económico del 0,3% al 0,5% anualmente. Sumemos eso a lo largo de los últimos 35 años y evaluemos quien ha aportado más a la economía, ¿los bancos o la sanidad pública?

 

La creación de un sistema universal de salud ha generado miles de puestos de trabajo. Más de medio millón de personas trabajan directamente en la Sanidad en España e indirectamente por lo menos otro medio millón.

 

La inversión en prevención, en infraestructuras y especialmente en atención primaria en nuestro país ahorra millones todos los días, al atender a gente que en otros países aparece en la parte más cara del sistema de salud: las urgencias.

 

Un enorme número de estudios indican que la gente sana es más productiva. Los empresarios deberían ser los primeros defensores de la sanidad pública, no los que la ponen en duda. La mejor salud lleva a muchos a ahorrar más, porque la gente ahora vive más y piensa más en sus necesidades económicas futuras. Los niños sanos aprovechan mejor la educación y la educación proporcionará unas profundas consecuencias económicas en la vida de ese niño y de ese país.

 

Este razonamiento es perfectamente compatible con la necesidad creciente de ser más eficientes en la sanidad. La productividad debe mejorarse, como en cualquier otro sector, y los profesionales de la salud son conscientes de la necesidad de cambios en este sentido. Mejorar la productividad interna del sistema de salud es también bueno para la economía.

 

Los países que no disponen de un buen sistema público de salud no disfrutan de esas ganancias económicas y, lo que es peor, cosechan peores resultados en salud que nosotros. Estas razones y la solidaridad llevaron a la Administración estadounidense actual a una reforma de la sanidad, llamada coloquialmente Obamacare.

 

Con el chantaje de paralizar la aprobación del presupuesto en Estados Unidos, estos días, el Partido Republicano no está en contra de la reforma porque tema que no funcione; lo que teme es lo contrario, que funcione. Y que poco a poco la gente tenga cobertura sanitaria gracias a los demócratas. Para ello están dispuestos a paralizar el Gobierno.

 

La sanidad debe ser vista como un motor económico en España. Es necesario empezar a razonar en el sector en términos de inversión y no de contención del gasto. Visto así, la clave no es gastar menos, sino mejor.

 

Gastar menos en algunos casos es negativo. Este es el caso del copago, tan debatido en España. Los estudios recientes indican que muchos pacientes no toman los medicamentos beneficiosos que les han prescrito. Si se les pone aún más copago, la consecuencia será más enfermedades renales, más ictus, más infartos y más diabetes, todos descompensados en urgencias. El ahorro será a corto plazo y a consecuencia de mucho sufrimiento y muerte más adelante. Somos el único país del mundo que piensa que el ahorro inmediato conseguido con copagos es un indicador de política sanitaria eficaz.

 

Gastar menos conlleva un riesgo seguro: afectar negativamente a la salud de la población, pero también a uno de los motores económicos del futuro de España. A eso se le llama una situación lose-lose; una circunstancia en la que todos salen perjudicados, ¡incluida la economía!

 

¿Y cómo se gasta mejor?

 

Es necesario organizar el sistema asistencial para que María pueda ser tratada de su diabetes antes de que se complique y así no tenga que aparecer en urgencias y sufrir amputaciones. Lo mismo para que Pedro pueda controlar su hipertensión y no tenga un infarto que será carísimo para él y para el sistema de salud.

 

Es España no tenemos aún ese sistema, pero ya sabemos financiar y organizar un sistema así. ¿Por qué no hacerlo?

 

En ambos lados del Atlántico necesitamos una Sanidad fuerte, para la gente, para la economía y para la investigación.

 

En estos momentos, el sistema de salud de Estados Unidos tiene peores resultados que nuestro Sistema Nacional de Salud. Sin embargo, si Obama consigue implantar su reforma —que ya es ley— y España se queda atrapada en una simple lógica de contención del gasto, los norteamericanos tendrán pronto un mejor sistema de salud que nosotros.

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