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Natalidad en descenso…

Natalidad en descenso…

La crisis se instala en los paritorios

Por primera vez en mucho tiempo, los hospitales Central (Oviedo) y San Agustín (Avilés) abrieron el año sin nacimientos

Una niña alumbrada en Mieres, la más madrugadora de 2014

02.01.2014, C. M. BASTEIRO (Mieres), G. GARCÍA (Jarrio), A. RUBIERA (Gijón), V. MONTES (Avilés) y P. ÁLVAREZ (Oviedo), en La Nueva España.

La crisis económica se deja notar de forma creciente en los paritorios de la región. Ayer, por vez primera en mucho tiempo, el Hospital Universitario Central de Asturias (HUCA) abrió el año sin registrar nacimiento alguno, un dato muy significativo en un macrocomplejo sanitario que el año pasado contabilizó 2.170 partos, 204 menos que en 2012. Lo mismo sucedió en el Hospital san Agustín de Avilés.

El año natalicio de Oviedo fue inaugurado en el Centro Médico, de titularidad privada, a las cinco y diez de la madrugada. Pero, para entonces, ya llevaba dos horas y pico en este mundo Olaya Álvarez Delgado, el bebé asturiano más madrugador de 2014. Alumbrada en el Hospital Álvarez-Buylla de Mieres a las tres de la madrugada, pesó 3,4 kilos y midió 51 centímetros. Sus padres, los primerizos Beatriz Delgado y José Luis Álvarez, aseguran que es "el mejor regalo de Navidad" que han recibido en su vida.

Beatriz Delgado, madre de Olaya, tiene 33 años y es natural de La Casanueva de Moreda (Aller), aunque vive en Oviedo. Trabaja como enfermera en el área de Urgencias del Álvarez-Buylla, así que tenía claro dónde nacería su hija. El padre, José Luis Álvarez, leonés de Olleros de Sabero, es guardia civil. Optaron por no permitir hacer fotos de la pequeña.

El nacimiento estaba previsto para la semana pasada, pero Olaya se hizo de rogar. Su madre sintió las primeras molestias en la madrugada del pasado martes e ingresó a las seis de la mañana. El proceso fue "bastante largo", señaló, con voz algo cansada y cara resplandeciente. Entró en la sala de dilatación poco antes de que el reloj de la Puerta del Sol empezara a tocar los cuartos. El padre intentó comer las uvas para empezar el 2014 con buen pie, pero no fue capaz de seguir las campanadas. "Estaba bastante nervioso", reconoce. Olaya tardó tres horas más en llegar, haciendo gala de la misma tranquilidad que mantuvo en sus primeras horas de vida. Sus abuelos maternos acudieron rápidamente. Aseguraron que harán todo lo posible por no mimarla en exceso.

El tercer nacimiento del año en el Principado tuvo lugar en el Hospital de Jarrio (Coaña), poco después de las ocho de la mañana; y el cuarto en Cabueñes (Gijón), minutos después del mediodía. En el Hospital Valle del Nalón nació una niña a las ocho menos cuarto de la tarde.

 

Las niñas mandan en el inicio del año

Carmen García llegó al mundo en Jarrio pasadas las ocho de la mañana, Adriana Herrero, al mediodía, en Cabueñes y Talía a las ocho de la tarde en el Valle del Nalón

Olaya Álvarez, el primer bebé asturiano de 2014, nació en Mieres a las tres de la madrugada

 

02.01.14 - A. FUENTE / I. GÓMEZ / O. SUÁREZ | MIERES / COAÑA / GIJÓN, en El Comercio.

 

Fue un comienzo de año anómalo, con pocos nacimientos y sin actividad en el Materno Infantil del Hospital Central. El primer bebé de Asturias llegó a las tres de la madrugada en Mieres. Olaya vino al mundo casi dos semanas después de que se cumpliese la fecha señalada para su alumbramiento y con 3,4 kilos de peso. Su madre, Beatriz Delgado, primeriza, es enfermera del área de Urgencias del mismo hospital Álvarez Buylla, por lo que por su habitación circuló casi la plantilla al completo para celebrar la buena nueva. «No quería salir la muy bruja», comentaba ella con su recién nacida en brazos.

 

La jornada fue intensa porque había ingresado a las seis de la mañana de día 31 y no entró en el paritorio hasta las cuatro de la tarde. Mientras explicaba los detalles, le pasaba la criatura al padre, José Luis Álvarez, de 39 años y guardia civil de profesión. No paraba de darle besos en la cabeza. «Ha pesado casi tres kilos y medio y mide 51 centímetros. No para de mirarlo todo y, de momento, se porta muy bien; apenas da guerra, esperemos que siga así», pedía el progenitor.

 

«Estábamos todos deseando que fuera el primer nacimiento del año en la región y así ha sido; nos ha ilusionado muchos a todos», comentaban compañeros y amigos de la madre. Mientras arrullaba a la pequeña, José Luis, natural de Olleros de Sabero (León), ya pensaba en «darle un hermanito». «Después de dar a luz no se puede pensar en eso», sentenciaba la madre, que prefirió no ser fotografiada.

 

El segundo nacimiento del año tuvo lugar en el hospital comarcal de Jarrio, donde a las 8.08 horas nació Carmen García García. La pequeña, de poco más de tres kilos y 49 centímetros, se adelantó dos días sobre la fecha prevista, pero dejó tomar las uvas a la familia. Inés, su madre, rompió aguas en torno a las 0.30 horas. «Nadie me creía», relataba ayer, entre risas. Su marido, Lucas, lo confirmó: «No la creía. Íbamos a empezar a jugar al bingo, pero hubo que evacuar».

 

Las dudas se basaban en una broma familiar y en que «soy de fechas señaladas», afirmó Inés. Y es que su primera hija, de cinco años, llegó al mundo el día de su cumpleaños y su hijo, de tres, el día de la fiesta de Barcia, en Valdés, donde residen. Ante esa costumbre, y dadas las previsiones para el nacimiento de Carmen, «mi padre ya decía que seguro que se adelantaba a Nochebuena o Nochevieja», explicó Inés. Y así fue. La pareja no defraudó en lo que a traer hijos al mundo en fechas señaladas se refiere. Unas dos horas después de la llegada de Carmen, el personal del Hospital de Jarrio atendió un segundo nacimiento. En este caso, de un niño.

 

«Se adelantó»

En Gijón el primer alumbramiento se hizo esperar hasta el mediodía. Adriana Herrero llegaba al mundo con 2,7 kilos de peso y habiendo dejado comer a su madre las uvas, cumpliendo con la tradición. «Se ha adelantado dos semanas, no contábamos con ella tan pronto y menos que fuese la primera nacida en Gijón, es raro que no haya habido algún parto por la noche o por la mañana», comentaba la progenitora, Yolanda Espina, peluquera de profesión y que ayer tuvo los primeros síntomas de que se estaba poniendo de parto poco después de celebrar la llegada del nuevo año.

 

«Me empecé a encontrar un poco regular y subimos a la una de la madrugada al hospital; me volvieron a mandar a casa porque dijeron que no era inminente; a las tres tuvimos que regresar porque ya estaba la cosa en marcha», recordaba la madre primeriza. El alumbramiento llegó después de nueve horas de parto natural y con epidural.

 

La pequeña dormía plácidamente en brazos de Yolanda y bajo la atenta mirada de su padre, Daniel, parado del sector de la construcción. «Es una alegría muy grande, estamos muy contentos con la llegada de la primera hija», decía la pareja, residente en el barrio de Pumarín. La niña podrá disfrutar del año de matriculación gratuita que la gerente de la escuela infantil Reina Luna, en Nuevo Gijón, ofrecía al primer nacido en la ciudad.

 

También niña fue la última pequeña llegada ayer al mundo, en este caso en el Valle del Nalón. Su madre, Lara, daba a luz hacia las ocho de la tarde a Talía, que nació en el centro sanitario con 2,7 kilos de peso y 46,5 centímetros.

 

Pero sin duda lo que marcó el inicio del año no fueron los primeros bebés, sino la ausencia de ellos en el Centro Materno Infantil del Hospital Central de Asturias (HUCA), el complejo sanitario de referencia en la región y que a última hora de ayer aún no había registrado ningún alumbramiento, ni siquiera ninguna parturienta esperando en dilatación. «Llevo 17 años en el HUCA y no recuerdo ningún uno de enero en el que no hayamos atendido ningún parto, es especialmente llamativo», consideraba una de las enfermeras del centro.

 

La reducción de la natalidad en los últimos años como consecuencia de la crisis y la simple casualidad hicieron que ayer, en Asturias, los niños llegasen con cuentagotas y lo hiciesen a destiempo, ya que ninguna de ellos nació en la fecha prevista por su ginecólogo.

 

El número de partos en el Hospital de Cabueñes cae a cifras de hace más de una década

El año se cerró en el centro sanitario gijonés con 1.748 alumbramientos, 272 menos que en 2012

02.01.2014, A. RUBIERA, en La Nueva España.

En la misma habitación del Hospital de Cabueñes compartían espacio ayer la última niña nacida en 2013 en Gijón y la primera de 2014, Claudia y Adriana, respectivamente. Entre los nacimientos de ambas había más de doce horas de diferencia.

 

Tras la pura anécdota en torno a las contracciones de fin de año y de Año Nuevo se esconde la certeza de que en Cabueñes ya no se viven tantos días de apuro en la atención a las parturientas del concejo. Con salvedades puntuales, claro está. "En Nochebuena decían las trabajadoras que esto había sido una feria de niños", contaban algunos padres en la unidad de recién nacidos, donde ayer casi no se oían llantos. De hecho, los datos que ofrecían los responsables del Servicio de Salud del Principado (Sespa) como cierre del año son de una contundencia demoledora y llevan las estadísticas de Cabueñes a cifras que no se veían desde hacía más de una década. Así, 2013 se cerró con 1.748 partos, frente a los 2.020 registrados un año antes. Es decir, 272 menos en sólo doce meses. Desde principios de siglo hasta ahora los partos en Cabueñes siempre habían rondado en márgenes entre 1.800 y los 2.091 partos (cifra de 2010), con un reparto de hasta más de seis atenciones diarias a parturientas. Ahora esa estadística se queda en 4,7 al día.

 

La cifra aportada ayer por el Sespa no se corresponde exactamente con el número de bebés nacidos en el hospital gijonés, ya que faltaría por hacer el cómputo de partos gemelares o de trillizos, si los hubiera, así como de cesáreas. Sin embargo, la evidencia de la caída demográfica no deja lugar a dudas. Y esa misma tendencia ya la habían reflejado en las últimas semanas otras áreas de Asturias, lo mismo en la zona central que en las alas. Una buena muestra es que ni en el HUCA ni en Avilés hubo ayer partos, y en Cabueñes hubo que esperar más de doce horas del día de Año Nuevo para que naciera un bebé.

 

La "ultimiza" Adriana

Esa niña fue Adriana, hija de una pareja de Pumarín. La madre es una peluquera gijonesa, Yolanda Espina Lombraña (34 años), y el padre Daniel Herrero Clemente, un gijonés trabajador de la construcción, en paro desde hace dos meses. Padres primerizos y, si hay que atender a las declaraciones que ayer hacía Yolanda Espina, "ultimizos. Porque yo no vuelvo a pasar por esto".

 

La mujer reconocía que "soy muy quejica y me pongo muy nerviosa, así que esto no es para mí", contaba sin perder el sentido del humor, pese al cansancio de ocho horas de parto. A su lado Daniel Herrero le hacía guiños. "Es bastante cagona, pero en cuanto se le pase y se estabilice lo del trabajo, igual la hago cambiar de opinión", contaba. "Que no, que vamos a ser como los americanos: unos padres con un perro y un crío. Y como ya tengo un conejo enano, ahora cumplimos teniendo a la niña", le atajaba Yolanda, provocando las sonrisas de todos los presentes en la habitación.

 

Lo mismo el padre que la madre son hijos únicos, de ahí que ya aventuran una "carrada de mimos" para la pequeña Adriana por parte de unos abuelos maternos y paternos que a las tres de la tarde de ayer casi se acababan de enterar de que ya tenían retoño en la familia. "No quisimos ponerlos nerviosos ni que nos pusieran más a nosotros, así que no les dijimos que estábamos en Cabueñes hasta ahora", relataba la pareja, en cuyas previsiones no entraba tener al primer bebé gijonés del Año Nuevo. De hecho, Yolanda Espina tendría que haber salido de cuentas a mediados de mes, pero todo se adelantó. "Bromeábamos con lo del día 31 de diciembre y el 1 de enero, cuando vimos que empezaba a dilatar, pero pensé que se adelantaría alguien. Cuando llegamos a madrugada a urgencias por segunda vez -ya habían estado horas antes- nos parecía imposible que no hubiera nadie que fuera a dar a luz al primer bebé del año y que fuéramos a ser nosotros", explicaban. El padre, que estuvo presente en el parto hasta casi el final, no dudaba ayer en reconocer que "me imaginaba todo el proceso mucho peor; tenía miedo de que me tuvieran que atender a mí porque me diera un mal, pero me pareció una experiencia bonita y única".

 

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