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Otro de esos temas en los que llueve sobre mojado…

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La tasa de suicidios, en aumento, fuerza a Salud a preparar un plan de prevención

"Las autoridades no han hecho nada", dice el psiquiatra Julio Bobes ante los registros más altos del país: 12,97 casos por 100.000 habitantes

Luis Ángel Vega, Oviedo, en La Nueva España

 

Asturias es desde hace años la región con más suicidios del país. La situación ha llegado a ser tan preocupante que la Consejería de Sanidad está ultimando un plan de prevención, centrado en la detección precoz de los suicidas y en el control de aquellos que han intentado quitarse la vida, que podría estar listo esta primavera y aprobado a final de año, dentro del plan de salud del Principado. Las cifras hablan por sí mismas. En Asturias se producen 12,97 suicidios por cada 100.000 habitantes, según datos de la Fundación de Asistencia Nacional para la Ayuda al Enfermo de Depresión (ANAED). Sigue Galicia con una tasa de 11,69 suicidios, y Aragón, con 9,93. El psiquiatra Julio Bobes, que ha trabajado en este problema, asegura que "las autoridades sanitarias no ha hecho nada hasta ahora, llegamos con dos décadas de retraso, que son las que Asturias lleva encabezando las tasas de suicidio en España". No obstante, se mostró esperanzado de que, con el plan de prevención, se mejoren las cifras y se disponga de datos más fiables sobre el problema.

 

Pero, ¿por qué Asturias? Bobes indica que en los últimos quince años, España, que presentaba unas tasas de suicidio bajas, se está acercando a los niveles medios de Europa. En Asturias, las personas que tratan de quitarse la vida son por lo general "enfermos graves, y particularmente enfermos mentales graves", señala Bobes.

 

Las motivaciones que empujan a los asturianos al suicidio son de lo más variopinto, desde las enfermedades incurables -y Bobes señala otro factor, "la creencia de que se tiene una enfermedad mortal"- hasta los problemas económicos o las decepciones sentimentales, pero sobre todas ellas planea la sombra de la enfermedad mental, léase la depresión o el trastorno bipolar. Otro factor presente es el alcohol y otros tóxicos, consumidos por algunos suicidas para infundirse valor en el momento de quitarse la vida. No debe olvidarse tampoco el efecto dominó. Y es que, al conocerse un suicidio con unas características, hay grandes posibilidades de que surjan imitadores.

 

No tiene que ver con cuestiones geográficas o climáticas, con el mal tiempo o un número menor de horas de luz, "porque entonces, en el País Vasco tendría que haber la misma tasa de suicidios que en Asturias y es bastante inferior", añade el psiquiatra.

 

Influyen otros aspectos socioeconómicos, como por ejemplo "la emigración de los más válidos, que hace que haya bolsas de población con limitaciones", especialmente en las zonas rurales de las alas de la región.

 

Pero quizá el principal motivo de que el número de suicidios siga siendo tan alto en Asturias tiene que ver con la inacción de las autoridades sanitarias. "No se está haciendo un política de prevención de suicidios", cree Bobes. El plan que está redactado la Consejería de Sanidad incluye un trabajo en prevención desde el sector de salud, de forma que pueda descubrirse en atención primaria y los diversos escalones sanitarios la propensión al suicidio. "Debe incluir una formación de los médicos de familia y las enfermeras, y también hay que involucrar a otros sectores sociales en una posición crucial, como bomberos, policías o profesionales escolares", añade Bobes.

 

Otros planes de prevención trabajan sobre este plano de la medicina familiar y han logrado reducir el número de suicidios. Bobes pone el acento también en la importancia del seguimiento intensivo de aquellas personas que han intentado quitarse la vida, especialmente durante el primer año tras el episodio autolítico, lo que reduce las posibilidades de nuevos intentos.

 

En el conjunto de España, los suicidios descendieron en 2015 respecto a 2014. Fueron 3.602 las personas que se quitaron la vida, 308 menos que el años anterior. Sin embargo, los datos siguen siendo preocupantes, ya que suponen el doble de muertes que las de los accidentes de tráfico. Además, se mataron 314 personas de menos de 29 años. Diariamente, se quitan la vida diez personas.

 

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