Más del espectáculo nacional grotesco y sublime, en un imprevisible número de actos, que nos brinda el PP
Bárcenas redobla su ataque contra el PP
La demanda presentada el lunes por despido improcedente deja tocada a Cospedal
Críticas en el partido a la venganza del extesorero y a la gestión de la secretaria
La demanda de Luis Bárcenas contra el PP
Carlos E. Cué, Madrid, en El País.
Luis Bárcenas presentó el lunes una demanda por despido improcedente contra el PP, como adelantó ayer la edición digital de EL PAÍS. Lo hizo el mismo día en que fue a declarar a la Audiencia Nacional por un posible delito fiscal tras conocerse que había acumulado en una cuenta en Suiza hasta 22 millones de euros, que luego ascendieron a 38. Con ese movimiento judicial Bárcenas redobló sus ataques contra el PP. En la demanda, Bárcenas asegura que cobraba 21.300 euros al mes por su trabajo como asesor.
La maniobra del extesorero, imputado por cohecho, delito fiscal y blanqueo de capitales, desbarata las excusas dadas hasta ahora por la dirección del PP sobre el supuesto finiquito pactado con Bárcenas en abril de 2010 y supone otro aviso al partido, que le estuvo pagando hasta el pasado 31 de enero 2013.
El extesorero parece manejar a su antojo la agenda del PP e incluso del Gobierno, pendiente cada día de sus movimientos. El último, la demanda por despido improcedente, ha descolocado por completo a la cúpula del partido que fue su casa toda su vida desde que entró en AP cuando acaba de terminar la carrera, como contable, hasta convertirse en 2008 nada menos que en el tesorero, con todo el poder, a las órdenes solo de Mariano Rajoy.
Por fuera, el PP parece un partido rocoso, que gobierna España con una sólida mayoría absoluta y más poder autonómico y local del que tuvo jamás. Por dentro, vive en un sobresalto diario, dividido, en un ambiente de desconfianza total en el que nadie se fía de nadie. Tanto que una sola persona es capaz de poner patas arriba al principal partido del país.
La demanda de Bárcenas completa un mes y medio de locura en el partido, desde que el 16 de enero se hizo público —el PP y el extesorero lo sabían mucho antes— que tenía 22 millones en Suiza, que después han resultado ser 38. Pero no es un paso cualquiera. Es un pulso definitivo que, de confirmarse lo que el extesorero señala, esto es que no le dieron ningún finiquito, sino un sueldo todos los meses de 21.300 euros, demostraría que Dolores de Cospedal ha mentido a todos los ciudadanos.
Los populares, cada día más indignados con su extesorero —aunque pocos se atreven a hablar de él en público, en privado el enfado es enorme—, lo interpretaron rápidamente como una maniobra de Bárcenas para matar políticamente a Cospedal, su gran enemiga interna. Y como un intento de sacarle dinero a su partido, que pese a que gestiona fondos que son en un 95% públicos trata el asunto de la relación laboral con Bárcenas con opacidad total.
Sin embargo, después de ese análisis del enfado con el extesorero, al que ven descontrolado, en una estrategia de chantaje y a la vez de venganza contra la secretaria general, diversos dirigentes concluían que este giro deja en muy mal lugar a Cospedal.
Nadie piensa de momento en un cambio en la secretaría general, pero no porque la vean fuerte, sino porque Rajoy no quiere tocar absolutamente nada, ni siquiera el Gobierno a pesar del evidente desgaste de algunos ministros. Pero en privado las voces contra la gestión del caso Bárcenas se multiplican. Ayer incluso dirigentes que habitualmente evitan criticarla en privado —en público nadie se anima— admitían que las cosas se han descontrolado totalmente. Otros también hablaban del propio Rajoy, que no ha querido encargarse de este asunto a pesar de que le toca de lleno, puesto que fue él quien lo nombró tesorero —meses antes de que Cospedal fuera elegida secretaria general— y quien en última instancia ha tomado todas las decisiones sobre Bárcenas desde que estalló el escándalo del caso Gürtel en 2009.
El principal error en el que coinciden todos los dirigentes críticos consiste en no haber hecho público desde el primer momento que a Bárcenas se le seguía pagando todos los meses. No fue el PP quien lo contó, se limitó a explicarlo cuando EL PAÍS y Colpisa llamaron al partido para anunciar que tenían esta información. Y después, arriesgarse a asegurar en un comunicado público que era un finiquito, y no un sueldo, cuando todas las evidencias apuntan a lo segundo. ¿Qué pasa si un juez le da la razón a Bárcenas y ordena reintegrarlo? se preguntaban ayer varios dirigentes. Quedaría probada la mentira en público de la secretaria general y su posición política aún más debilitada.
Incluso personas cercanas a la secretaria general, que no tenían ni idea de que el extesorero seguía cobrando del partido todos los meses 21.300 euros —el PP paga muy bien, pero este sueldo supera al de todos los dirigentes, salvo Rajoy—, están descolocadas y no entienden por qué no se contó antes y se confió a que la prensa no lo descubriera. Cospedal lleva este asunto en soledad, con la nueva tesorera, sin compartir la estrategia. Ha llegado a presentar en solitario una demanda judicial contra Bárcenas, en lo que ya parece una guerra personal entre ambos.
Mientras caen los golpes internos, ella y sus fieles parecen dispuestos a aguantar, y sobre todo convencidos de que esto sucede porque es la única que da la cara y soporta la presión de un asunto que viene del PP de antes. Aunque bajo su mandato se firmó ese supuesto “finiquito en diferido”, que ahora Bárcenas desmiente, toda la red Gürtel se produce mucho antes.
Los protagonistas de aquella época, en especial Rajoy, en la cúpula desde 1990, vicesecretario desde 1997 —el año en que empieza a aparecer su nombre en los papeles de Bárcenas—, pero también otros con mucha relación personal con Bárcenas, como Javier Arenas y Ana Mato, están quedando más al margen de esta crisis que Cospedal.
La cuestión ya no solo es un asunto del partido. El escándalo aguó en unas pocas horas la victoria de Rajoy en el debate sobre el estado de la nación y destrozó un Consejo de Ministros, el último, que llevaban preparando semanas, el primero con medidas de estímulo y no recortes. Todo quedó oscurecido por las preguntas sobre Bárcenas que Soraya Sáenz de Santamaría se negó a contestar, lo que ofreció una mala imagen que admiten en el Gobierno.
El Ejecutivo está molesto con el PP por no saber afrontar el caso Bárcenas, y el PP con el Gobierno por no echarle una mano. Con Rajoy siempre tratando de mantenerse al margen, las dos principales protagonistas de esta batalla interna, Sáenz de Santamaría y Cospedal, apenas se hablan, y en sus entornos la distancia cada día es más evidente. Bárcenas, el gran elefante en la habitación de Rajoy y del PP, ha puesto así al descubierto las importantes tensiones internas que viven las estructuras del poder alrededor de Rajoy. En el PP muchos esperan que el presidente haga algo para reconducir la situación. Él, de momento, evita pronunciar el nombre y ayer de nuevo esquivó a los periodistas en el Congreso. Pero los suyos esperan que tome alguna decisión para poder volver a la dura normalidad de la crisis económica.
Bárcenas demandó al PP porque el abogado del partido había pedido la retirada de su pasaporte
Álexis Godoy, abogado del PP en el caso Gürtel, se sumó el lunes a la petición de medidas cautelares que planteó la Fiscalía Anticorrupción para evitar la fuga del extesorero
Bárcenas, enojado con esta posición de su partido, decidió presentar la demanda laboral para demostrar su poder
Javier Arenas es el hombre de Génova 13 que lleva la interlocución con Bárcenas
Ignacio Escolar, en ElDiario.es
El pulso entre Luis Bárcenas y el Partido Popular no ha terminado y el extesorero está dispuesto a demostrar que él no piensa ceder. Bárcenas tomó la decisión de demandar por despido improcedente a su propia formación este lunes 25 de febrero; fue ese día cuando la demanda llegó a magistratura, a pesar de que está redactada y firmada desde el 19 de febrero. ¿La razón? Según fuentes cercanas al extesorero, fue una respuesta a la postura que tomó Álexis Godoy, uno de los abogados que representa al PP en el caso Gürtel, durante su interrogatorio del lunes en la Audiencia Nacional. Godoy se sumó a la Fiscalía Anticorrupción en su petición ante el juez de tomar medidas cautelares contra Bárcenas que eviten su fuga.
El lunes, la Fiscalía Anticorrupción, con el apoyo del PP, consiguió lo que pedía: el juez Pablo Ruz retiró el pasaporte a Luis Bárcenas, le obligó a pasar cada 15 días por el juzgado y le prohibió abandonar España. Ya no podrá viajar a Canadá o a Francia y, si quiere esquiar, se tendrá que conformar con las pistas españolas. Pero Bárcenas, en respuesta, ha conseguido con su demanda por despido improcedente desmontar todas las mentiras que han rodeado ese supuesto "finiquito simulado" en el que el partido en el Gobierno está perdiendo gran parte de su credibilidad.
Como informó hace dos semanas eldiario.es, el finiquito de Luis Bárcenas no está firmado y los abogados de ambas partes han estado buscando un acuerdo extrajudicial para cerrar la relación laboral. El pacto –en éste y otros asuntos aún más delicados– ya estaba casi cerrado. Javier Arenas, según distintas fuentes del PP, ha sido el hombre de Génova que se ha ocupado de la interlocución con Luis Bárcenas durante estas delicadas semanas. Ha sido también Arenas quien ha apostado por retrasar la anunciada demanda contra Bárcenas, mientras que De Cospedal –su gran rival interna, y también la de Bárcenas– presentaba la suya sin esperar a la decisión del partido.
Arenas, según estas fuentes, había presumido recientemente de desactivar todas las bombas que guarda el extesorero contra el PP. Sin embargo, la petición del abogado Godoy ha disgustado a Bárcenas, que quiere dejar claro que sigue teniendo capacidad para tumbar la imagen pública del Gobierno de Mariano Rajoy, un presidente del Gobierno que evita por todos los medios nombrar a su extesorero y que ni siquiera ha tenido para él la más mínima palabra de reproche.
La demanda de Bárcenas contra su despido improcedente es, según fuentes del PP, una demostración de poder: un puñetazo en la mesa que, por ahora, no implica una ruptura total.
Estas mismas fuentes señalan que Luis Bárcenas culpa a María Dolores de Cospedal de que el abogado Godoy pidiese la retirada de su pasaporte. Es la primera ocasión en la que el abogado del PP en la Gürtel ha cargado contra el extesorero del partido.
El PP está personado en la Gúrtel como acusación particular pero, en la práctica, ha estado actuando durante todo este tiempo como una pieza más de la defensa, intentando en todo momento retrasar la instrucción. A través de sus abogados, el PP solicitó en numerosas ocasiones el archivo de la causa contra su extesorero. "Se ha pretendido criminalizar lo que en muchos casos no parecen sino meras irregularidades administrativas que resultan penalmente inocuas", decían ante el juzgado. "No hay un solo indicio de fraude fiscal", aseguraban los abogados del PP, que ahora han pedido la retirada del pasaporte a Luis Bárcenas para evitar que se pueda fugar.
Una indemnización millonaria
La demanda laboral que ha presentado Luis Bárcenas ha permitido saber, entre otras cosas, el salario exacto que cobraba el extesorero del PP. Según el texto que ha presentado en magistratura, y que publica hoy el diario El País –que fue también el medio que adelantó la noticia–, demuestra que el sueldo de Bárcenas ascendía a 21.230 euros brutos al mes: 254.760 euros al año, a pesar de que había sido "apartado", según la recurrente explicación sobre su caso que durante meses transmitió el PP.
Bárcenas reclama ahora ante la justicia una indemnización por despido improcedente. Es decir, 45 días por año trabajado, ya que el PP, que declara beneficios en sus cuentas, no cumple con los requisitos para acogerse a un despido procedente por motivos económicos, tal y como permite la reforma laboral. Barcenás comenzó a trabajar en el partido en los años de Alianza Popular, el 7 de marzo de 1982, así que estamos hablando de una indemnización que rozará el millón de euros.
Si el PP es condenado por el despido de Bárcenas, este millón saldrá mayoritariamente del bolsillo de los contribuyentes. El 95% de la financiación del PP procede del dinero público, a través de subvenciones.
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