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¿Llega tarde?: La ADSP hace un llamamiento, al conjunto de profesionales y ciudadanos que defienden la sostenibilidad y desarrollo del sistema sanitario público para alcanzar un gran pacto …

¿Llega tarde?: La ADSP hace un llamamiento, al conjunto de profesionales y ciudadanos que defienden la sostenibilidad y desarrollo del sistema sanitario público para alcanzar un gran pacto …

Un pacto por la atención primaria

Las listas de espera, una pesada losa que los ciudadanos tratan de obviar.

 

MANUEL MATALLANAS MÉDICO Y MIEMBRO DE LA ASOCIACIÓN PARA LA DEFENSA DE LA SANIDAD PÚBLICA DE ASTURIAS

 

El proceso de reforma de la atención primaria iniciado en 1984 supuso el banderín de salida de la reforma sanitaria. Si excluimos el gran cambio de la financiación del sistema sanitario, que supuso pasar de un sistema mutual a otro característico de los servicios nacionales de salud, fue la atención primaria la base sobre la que asentó la mencionada reforma. Sin embargo, el desarrollo de la atención primaria durante las diferentes legislaturas ha tenido altibajos con el resultado de disminuir el peso relativo en el gasto sanitario de la atención primaria, mientras que en atención hospitalaria no ha hecho más que crecer.

Además, las ineficiencias de la atención hospitalaria repercuten de manera directa en el funcionamiento de atención primaria, que siendo la puerta de entrada obligatoria del sistema, no tiene ningún control sobre la respuesta que la atención especializada da a sus demandas, como ocurre con las listas de espera, una pesada losa que los ciudadanos tratan de obviar con los servicios de urgencias, el amiguismo o las consultas privadas.

Otros factores que gravitan sobre el funcionamiento de la atención primaria son el desarrollo irregular e incompleto de las funciones de la enfermería; la distribución de los cupos sin diferenciar las zonas más pobres y envejecidas (con mayor demanda); la abusiva carga de trabajo burocrática (que dificulta la asistencia a los pacientes) o las dificultades de acceso a pruebas diagnósticas complejas por parte de la atención primaria, otra de las causas subyacentes de los tiempos de espera y de la indefensión de los profesionales de este sector.

En este contexto de problemas crónicos que irritan, desmoralizan y desmovilizan a los profesionales sanitarios, ha de situarse el último conflicto en la atención primaria de nuestra Comunidad. La Administración, presumiblemente espoleada por cuestiones instrumentales (como falta de médicos para las guardias) planteó (en paralelo a la existencia de grupos de estudio para mejorar algunos de los aspectos negativos en la atención primaria), cambiar la organización de los centros en lo que se refiere al horario de oferta de servicios y la realización de las guardias. En ningún momento, de manera pública y contundente, se explicitó cuál era el objetivo estratégico. Esto situó a la administración en un discurso confuso y contradictorio que irritó a los profesionales, que concluyeron, especialmente en los medios urbanos, que lo único que se intentaba era «poner consulta de tardes y obligarles a hacer guardias».

El conflicto estaba servido y alguna organización sindical, incidiendo sobre intereses laborales, por otra parte lícitos, explotó la situación en esa única dirección olvidando que la sostenibilidad del sistema está apoyada, entre otras cosas, en su prestigio y en la capacidad que tenga de dar respuesta a las demandas de los ciudadanos. Son posiciones que nunca han defendido el proceso de reforma de la atención primaria. Los mismos que llevaron a los tribunales el decreto de estructuras básicas de salud en 1984, impidiendo la primera convocatoria. Aquellos que, junto a muchos profesionales bienintencionados, intentan hacer creer que son los abanderados de la reforma y del buen hacer en la atención primaria cuando sus actos se han conducido en sentido opuesto.

Todo ello en un entorno en el que los ciudadanos miran los desencuentros con cierta estupefacción, porque sienten que los profesionales que les atienden cotidianamente lo hacen con gran nivel de profesionalidad, como acreditan las encuestas, pero, a su vez entienden que en pleno siglo XXI no hay empresa de servicios y menos aun pública sanitaria, que no contemple resolver sus problemas de accesibilidad. En esta situación la ADSPA considera que es imprescindible buscar terrenos de consenso, pues nos estamos jugando el desarrollo de la atención primaria de salud y la posibilidad de que esta influya en una mejora global del sistema, incidiendo en la atención especializada.

Es necesario que, incluso respetando las mejores condiciones laborales posibles en la actual situación socioeconómica, se conjure el conjunto de profesionales y ciudadanos que defienden la sostenibilidad y desarrollo del sistema sanitario público, suscribiendo entre todos un gran pacto por la atención primaria de salud que sirva para tender puentes y encontrar acuerdos.

Creemos que este gran pacto debe pivotar sobre los siguientes puntos:

1) Se debe orientar el desarrollo de las unidades de gestión clínica, como auténticos «gobiernos clínicos» de los equipos de atención primaria, considerando tanto la corresponsabilidad profesional como la existencia de auténticos incentivos.

2) La oferta de servicios de los equipos de atención primaria se adaptará en cada zona de salud según las demandas y necesidades de la población siempre con criterios de accesibilidad y trascendiendo la mera asistencia a demanda para incorporar actividades que favorezcan la coordinación con el nivel de atención especializada (desplazamiento de consultores especialistas a los centros de salud) la participación de los ciudadanos u otras actividades contempladas entre las misiones de los EAP.

3) La atención continuada y/o atención a las urgencias, debe ser motivo de un proceso en el que se evalúen todos los recursos disponibles, partiendo desde la atención especializada y teniendo en cuenta otros dispositivos de emergencia (112) que permitan una estratificación eficaz y eficiente de los servicios, según las necesidades de la población y características de los diferentes territorios.

4) Se urgirá el proceso de desburocratización del funcionamiento de los equipos, haciendo que determinados procedimientos (Farmacia, ILT, etc.) queden fuera del tiempo preciso para la atención, articulando la Administración los mecanismos pertinentes.

5) El acceso de los profesionales a todos los procedimientos diagnósticos desde la AP, debe ser habilitado absolutamente, lo que permitirá una reducción importantísima de los tiempos de espera en el nivel de atención especializada, así como una reducción de consultas redundantes.

6) Es imprescindible el análisis de la distribución de cupos, considerando no sólo el número de habitantes sino la frecuentación, para realizar una distribución más equitativa y para incorporar nuevos profesionales donde sea preciso. Todo ello con el objetivo de aumentar y mejorar el tiempo de dedicación por paciente, y por tanto la calidad de la atención.

7) De una manera sosegada y consensuada se debe proceder por el conjunto del sistema (Administración y profesionales) a revisar la cartera de servicios de los EAP, replanteándose aquellos que han colaborado a potenciar la hipermedicalizacion actual.

8) La enfermería de atención primaria constituyó el mayor incremento cuantitativo de personal en los EAP. Sus funciones, su desarrollo, son sustanciales para que la labor de los equipos vaya más allá de la medicalización dominante. Es fundamental trabajar en el desarrollo de este camino, analizando todas las posibilidades profesionales de este colectivo, huyendo de corporativismos.

9) Redefinir la situación y acción de determinados profesionales de los EAP en el contexto actual: trabajadores sociales (en relación con el desarrollo de la ley de Dependencia y/o el espacio sociosanitario), fisioterapeutas, matronas, etcétera, reconsiderando su oferta de servicios.

10) Es necesario dibujar mecanismos nuevos en la relación entre los dos niveles asistenciales. La atención primaria debe fortalecer su misión como puerta de entrada al sistema, de tal manera que la atención especializada sea consciente de manera inevitable de que es un nivel asistencial que debe dar respuesta a la demanda desde la atención primaria, y que su ineficiencia (tiempo de espera) será penalizada. Sin maximalismos y huyendo de «parches» perversos como las «peonadas», el esfuerzo de colaborar a ambos niveles en el desarrollo de procesos asistenciales debe ser incorporado al sistema de incentivos de los profesionales.

11) Deben definirse, con exactitud, aquellas actividades y objetivos que en materia de salud pública, deben desarrollar los EAP, recuperando y mejorando la integración de éstos en la cartera de los equipos.

12) Los servicios de salud son de todos los ciudadanos que los soportan con sus impuestos y los legitiman con su uso y aceptación, por ello no debe pasar más tiempo para que su participación en el control, orientación y evaluación sea más real y efectiva. Se desarrollará por tanto esta participación mediante la creación y desarrollo de consejos de dirección, administración, etcétera, por zona de salud y/o área que sirvan para mejorar la calidad de los servicios gracias a la colaboración de todos los implicados.

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