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Uno de los temas que exigen movilizaciones mas contundentes en la cuenca ...

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Velando el fuego

Encierro en el Ayuntamiento de Langreo

La falta de compromiso de la centenaria Duro Felguera con la comarca del Nalón

Por JAVIER GARCÍA CELLINO en Opinión de La Nueva España

Hace años, mientras se dilucidaba el conflicto de Duro-Felguera (o mejor uno de tantos conflictos como los trabajadores llevan tiempo protagonizando), se decía ya que aquella lucha no obedecía a ninguna cuestión circunstancial, y que, más allá de la coyuntura que se atravesaba en aquellos momentos, continuaba existiendo un problema de fondo, que alcanzaba, entre otros, a los talleres de Barros y de La Felguera. Un análisis acertado, sin duda, como por desgracia la realidad se está encargando de confirmar día a día.

Por ello, y quizás para poner de relieve ese refrán «el viento arrastra lo liviano y deja lo que pesa», hemos vuelto a encontrarnos con el mismo lastre que tantas veces denunciaron los trabajadores en su momento: falta de planificación, de inversiones..., algo que, entre otros ejemplos, parece evidente a la vista de la reunión celebrada recientemente, para tratar sobre el posible ERE (según las intenciones de la empresa afectaría a 82 de los 130 empleados), y en la que, de acuerdo a las manifestaciones a este periódico del secretario de la sección sindical de CC.OO. de Duro-Felguera, no se habló para nada de inversiones, mantenimiento del empleo o formación.

Han sido varios los escritos que durante estos días se han ido recogiendo en distintos medios de comunicación acerca de la falta de compromiso con nuestra cuenca de una empresa centenaria. Y, además, son abundantes las quejas que se escuchan a diario entre los ciudadanos sobre ese repliegue de Duro-Felguera hacia otros lugares más rentables. Lo enojoso del asunto, por denominarlo de alguna manera, es que, mientras tanto, se airean en la prensa los sustanciosos beneficios que está consiguiendo el grupo empresarial cada año, lo que hace más difícil entender su postura, si no fuera porque estamos ya muy acostumbrados a que no exista término medio a la hora de manejar el dinero (salvo excepciones, que siempre existen, naturalmente, los empresarios han demostrado con creces su indiferencia para repartir equitativamente el dinero entre los trabajadores, que, a fin de cuentas, son quienes consiguen crear la riqueza empresarial).

Acostumbrados, pues, a este panorama de tonos apagados, la empresa ha vuelto a dar un brochazo burdo e improcedente a un tiempo, despidiendo a un trabajador de Barros que siempre se ha caracterizado por su tesón en la defensa de los puestos de trabajo.

No es, precisamente, el uso indiscriminado de la represión el mejor medio para hacer valer los derechos de nadie. Sobre todo en casos como este, en los que siempre se procura cortar las cabezas de quienes llevan tiempo apostando por el futuro de la empresa. Conseguir que ésta no huya de nuestra cuenca debiera ser el objetivo de todos, pues, a fin de cuentas, pertenece más a los trabajadores que van dejándose la piel en sus instalaciones que a los miembros de los sucesivos consejos de administración y cuya principal preocupación consiste en engordar la cuenta de resultados.

Si hace años se hablaba de la necesidad urgente de que la empresa presentara un Plan de Futuro, hoy parece aún más perentorio. No se trata, en este caso, sólo de un problema particular, sino de un episodio más de una cadena que lleva tiempo dando muestras de agotamiento. Suerte, pues, a los tres trabajadores encerrados en el Ayuntamiento. A fin de cuentas, forman parte de nuestro patrimonio colectivo. Y eso es algo por lo que merece la pena luchar.

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