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Al año del tratamiento, el 35% se mantiene sin fumar...

Al año del tratamiento, el 35% se mantiene sin fumar...

Listas de espera en Asturias para dejar de fumar

Las terapias grupales se desarrollan a lo largo de seis semanas.

El Comercio. 07.02.11  - GIJÓN.

Ana lleva sus primeras 24 horas sin probar un cigarrillo y está entusiasmada. Entusiasmadísima. Llega al taller para dejar de fumar un poco antes que los demás. Tiene prisa por compartir con el grupo su primer día de abstinencia. A Ana Bobes Montes, de 58 años, cinco hijos y abuela precoz que se sacó el carné de conducir hace cuatro años, la llamaban en casa «la locomotora. Era una mujer pegada a un pitu», dice. «Fumaba hasta en la ducha». No había rincón que se le resistiera. La única excepción era el coche. Por decisión propia lo declaró espacio libre de humo. «Lo hice por mis nietas, Lucía y Laura, para que no respiraran un aire tan malo».

Esas nietas, el apodo ferroviario que le puso su hijo y el ser consciente de que «el cigarrillo me tenía cogida», la llevó a uno de los talleres que se ofertan en los centros de salud de Gijón y del resto de Asturias para quienes desean dejar de fumar.

Talleres muy demandados

La demanda de estos tratamientos se incrementó con la ampliación de la ley antitabaco, que convierte a bares, cafeterías y restaurantes en espacios vedados al cigarrillo. La intención de la Consejería de Salud es extenderlo a más centros y organizar un mayor número de sesiones, puesto que los talleres empiezan a tener lista de espera, en parte, también, por la dificultad de armar grupos acordes.

El caso de Ana Bobes es el de muchos otros fumadores. Ella ya lo había dejado en otras ocasiones y llegó a estar tres años limpia de tabaco. No le había costado demasiado abandonar la nicotina. De hecho, lo hizo religiosamente en cada uno de sus cinco embarazos. Pero un día, cuando ya se creía una férrea ex fumadora tras tres años sin dar ni una calada, «sentí el olor de un cigarrillo y salí desesperada en busca de un pitu». No paró hasta que se hizo con uno. Ana volvió a engancharse a la nicotina, algo que «no deja de atormentarme por lo tonta que fui».

Natalia Lobo, la enfermera que dirige el taller del centro de salud Puerta de la Villa y que hace las veces de apoyo espiritual, le pide a Ana que no sea tan dura. «La nicotina es un gran adictivo y es difícil dejarlo». Lo sabe muy bien José Luis Morán, de 57 años y exminero de Hunosa, que empezó a fumar con apenas diez años. Pero, ¿qué le llevó a este fumador de dos paquetes y medio al día a dejarlo? Él es asmático y silicótico, pero eso no fue suficiente para convencerse de que el tabaco le estaba pasando factura. «Hace año y medio perdí a mi mujer», relata ante el grupo. Loli murió de un cáncer de pulmón.

Ella también era fumadora «pero menos». José Luis no se lo pensó mucho. Se apuntó a un curso para que le ayudaran a desengancharse de la nicotina.

A José Luis García Álvarez, de 65 años, y a María José Argüelles, de 49, fueron otros los motivos que le trajeron hasta aquí. Ella dice hacerlo por salud, «pero también por dinero. Me gasto más de cien euros al mes en tabaco. Una barbaridad». José Luis tiene un problema de vejiga y sabe que «el cigarrillo es muy malo para eso». Los dos empezaron jovencísimos a fumar. Uno lo hizo mientras pescaba con los amigos. María José en el desaparecido Auseva, con la pandilla. Ella, casada con el periodista Tony Fidalgo, no dejó el tabaco ni siquiera con el embarazo de su pequeño Germán, que ahora tiene 15 años. «El médico me dijo que era mejor que fumara a tener ansiedad», un consejo con el que no está muy de acuerdo la enfermera.

«Hay trucos»

Natalia Lobo anima a todo el mundo a dar el paso. Ella mismo lo hizo hace muchos años. La 'teacher', como la llaman estos aspirantes a exfumadores, les acompaña semana a semana. «Es una genio, ponlo así en el periódico», pide Ana. El tratamiento dura mes y medio, a razón de una sesión por semana. El 35% de quienes han seguido estas terapias se mantiene libre de nicotina al año. «Es difícil pero se puede. Hay muchos trucos», explica la enfermera que dirige el curso junto a Amalia González. «No hay que creer que lo vamos a lograr de la noche a la mañana. Hay que hacerlo poco a poco y mentalizarse de que se puede». Los participantes en el taller dicen que no fue la nueva ley antitabaco lo que les animó. «Lo teníamos decidido de antes». De hecho, ni Ana, ni José Luis, ni María José ni Julio están de acuerdo con la normativa. «No nos van las imposiciones. Hubiéramos preferido un espacio donde todos pudiéramos convivir», indican.

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