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Interesante opinión editorial en La Nueva España de hoy…

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Los políticos asturianos, ajenos a los retos del presupuesto europeo

Asturias dejó atrás los tiempos de bonanza encadenando demasiados errores. El más importante: no rentabilizar al máximo las inversiones públicas. El dinero siempre resulta escaso, pero en períodos como el que estamos atravesando, y lo que queda, se nota demasiado. La región recibió muchas aportaciones de la UE como alivio a la dura reconversión que hubo de afrontar de manera simultánea en la industria, la minería, la siderurgia, la construcción naval y el campo. Ese maná, reforzado con aportaciones extraordinarias nacionales -los fondos mineros- o regionales -los planes complementarios del Principado-, no se utilizó eficazmente. Al menos, no siempre.

Ahí está la Autovía del Cantábrico, que impulsada con las subvenciones europeas sigue estancada, principalmente en Asturias. La mínima regeneración del tejido empresarial de las Cuencas evidencia que las ayudas para la reestructuración de las comarcas carboníferas no dieron el fruto apetecido. La lista de proyectos fracasados o sin acometer es elevada. Y qué decir de casos como el de Venturo XXI o Alas. Se apoyó a patronos insolventes con ideas poco sólidas. Se abordaron obras faraónicas sin pensar con rigor si verdaderamente eran necesarias y, aun peor, cómo podrían acabarse cuando la fiesta llegara a su fin. Ahora toca pagarlo.

Nos esperan tiempos nada generosos. Lo advirtió, sin rodeos, el ministro de Fomento, José Blanco, poco después de apostar contra viento y marea por acelerar la llegada del AVE a su tierra, Galicia: «No es posible mantener y completar la red de infraestructuras española sin tocar los impuestos. Nuestro país tiene que plantearse si con nuestros recursos y con la menor carga impositiva de la UE se pueden sostener las carreteras, los trenes y el Estado de bienestar. Hay que pensar las infraestructuras con sentido económico». En adelante, clamar a España o a Europa para que intervengan en auxilio de Asturias no va a ser la solución. Tendremos que aprender de una vez por todas a confiar en nosotros mismos. Habrá que trabajar de otra forma para salir de la crisis sin la extraordinaria muleta que hasta ahora supusieron los soportes exteriores.

La Comisión Europea presentó la semana pasada el informe para elaborar el presupuesto de la Unión para el período que va de 2014 a 2020. Los criterios de distribución cambian. Restringen para Asturias la partida agrícola y cierran los llamados fondos «Feder» y los de cohesión, los dos grandes contenedores de las ayudas territoriales. Son los principales grifos en los que el Principado bebió hasta la fecha.

Asturias deja de estar entre las regiones más deprimidas, no porque haya mejorado sensiblemente -ojalá fuera exclusivamente por ello-, sino en buena medida por mor del efecto que supone haber incorporado a la UE a países mucho más pobres, a la pérdida de población que la perjudica en el cálculo de las estadísticas y al artificial peso sobre la renta regional que ejercen las transferencias hacia las clases pasivas.

Eso no quiere decir que necesariamente hayan terminado las inversiones europeas para los asturianos. Existirán para iniciativas relacionadas con la innovación y la tecnología, para todo lo que ayude a reinventar y equilibrar la sociedad actual, lo que tenga que ver con la sostenibilidad, la ecología, los avances científicos, el talento vinculado al conocimiento. Pero para lograrlas tendremos que ser capaces de ofrecer algo atractivo. Abonarse al emprendimiento es una obligación a partir de este momento.

Asturias viene de unas décadas en las que han predominado en la orientación de la región los períodos oscuros sobre los luminosos. Lo que queda por delante son años extremadamente duros y de grandes sacrificios, de competencia feroz. Hay que aprender a sobrevivir en esas circunstancias. El futuro Gobierno del Principado debe poner todo su empeño en estimular a la sociedad asturiana hacia esa nueva dirección. Para escrutar las cuentas comunitarias y aportar iniciativas altamente eficientes y más brillantes que las de cualquier otra comarca europea. Para sacar a flote la excelencia regional. Hay oportunidades esperando en Bruselas, pero en terrenos en los que la región parte con desventaja frente a las autonomías más dinámicas.

Europa mirará más por su dinero y habrá que ganárselo. Las pequeñas y medianas empresas son una prioridad, pero no indiscriminada. Se potenciarán, al menos así figura esbozado para el próximo sexenio, las redes transeuropeas de transporte, energía y telecomunicaciones. Ahí Asturias ni siquiera figura en el mapa, porque los planes en marcha dan prioridad a la conexión de los grandes ejes del sur y el este del país con el resto del continente a través de Madrid y el arco mediterráneo. Los euros fáciles para las grandes infraestructuras se han terminado de sopetón, salvo que tengan carácter de redes internacionales.

Con tiempo por delante sabemos por dónde avanzan las cosas. Aprovecharlas necesita de toda la energía política de Asturias. El que se duerma lo va a lamentar, y mucho. Pero ¿hablan de estas cosas los diputados y concejales que nos prometían el oro y el moro para que les diéramos el voto el 22-M? Nada más anunciarse el nuevo presupuesto comunitario, alguna región española no ha perdido un minuto para ponerse manos a la obra. Pero aquí andamos embebidos en minucias estériles, obviando los intereses generales.

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