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Simplemente todo nuestro apoyo al "Proyecto Fresneda"...

Simplemente todo nuestro apoyo al "Proyecto Fresneda"...

La Fresneda no cura sólo con recetas

Los usuarios del proyecto de salud comunitario defienden el servicio ante la amenaza de clausura del Principado

Foto: Los componentes de uno de los muchos talleres del «Proyecto Fresneda».
17/11/2011, Alejandro Fuente, en La Voz de Asturias.
Las puertas del centro de salud de La Fresneda (Siero) están siempre abiertas. Tanto por la mañana como por la tarde. La actividad no cesa porque, cuando no hay servicio sanitario, los espacios se aprovechan para desarrollar lo que se denomina como el proyecto de salud comunitario. Se trata de una iniciativa del director del ambulatorio, Valentín Pérez, quien hace dos años lo puso en marcha. Son una serie de talleres y cursos enfocados a la prevención y para cuidar la salud con trabajo de voluntarios. Los hay de todo tipo: alimentación, tabaco, apoyo psicosocial, apoyo para la lactancia materna, taichí, pilates o yoga, entre otros, hasta sumar una veintena. Una idea que ha cosechado su éxito con más de medio millar de usuarios, 20.000 horas de trabajo desinteresado y ejemplo para la gestión de otros centros de salud de España.
Pero todo lo que ha construido Pérez con ayuda de los voluntarios y usuarios está amenazado por el Gobierno regional. El Principado cree que este tipo de talleres puede interferir en la actividad sanitaria convencional y, por eso, ha anunciado que va a realizar una auditoría. Esta advertencia ha caído como un jarro de agua fría entre los que participan en estas actividades. La impresión era unánime ayer en el centro: ¿Por qué se quiere clausurar un proyecto que funciona, que ayuda a la gente y que, además, puede ahorrar recursos al sistema de salud gracias a la prevención? LA VOZ se coló en dos de estos talleres que se desarrollaban ayer por la tarde. Uno de ellos es para dejar de fumar y acuden, todas semanas, una decena de vecinos de la urbanización. “No logro a entender la razón para que se clausuran estos talleres. Si nos quitan esta ayuda, ¿a dónde acudo?”, comentaba Ricardo Incera que lucha contra su adicción a la nicotina. Gonzalo Elizalde, gracias a esta iniciativa, lleva seis meses sin tocar un pitillo y ahora comparte sus experiencias para ayudar a otros. “Aquí no molestamos a nadie, ya somos adultos todos”. Afirmó que fue desagradable la noticia cuando se enteró de al intención del Principado. “Eso es que no saben lo que hacemos aquí; Valentín es algo más que un médico. Siempre está ahí, nos coge el teléfono y contesta a los correos electrónicos. Nos ayuda a muchas”, decía Cristina Suárez en un descanso del taller de relajación.
La actividad ha generado una auténtica red social en La Fresneda que se ha visto reflejada en internet. Valentín Pérez colgó en la red una carta abierta informando de que el Gobierno regional le había comunicado el cierre del proyecto. Sin más. La movilización, las quejas y los innumerables mensajes de apoyo hicieron a los nuevos responsables del servicio de salud a recular y a dar esa solución que sigue blandiendo como una amenaza: la auditoria. “Espero que no sea una mera excusa para encontrar una razón para el cierre”, comentaba el propio responsable del plan.
El proyecto de salud comunitario es la envidia de muchos otros usuarios. Lourdes Garriga es una voluntaria que trabaja de forma desinteresada en su ámbito profesional, en el de la psicología. “Es un proyecto impresionante y me llena de satisfacción. Se trata de ayudar, de prevenir la aparición de enfermedades, con lo que se ahorrarían gastos en recursos sanitarios”, afirmaba defendiendo el plan comunitario.
El movimiento social ha ganado esta primera batalla contra unos dirigentes que no han visto todavía lo que allí se hace y que desconocen el potencial de la gente.

La Fresneda defiende su salud

Los usuarios cierran filas en torno al plan de prevención sanitaria de la localidad y no entienden que el Sespa ponga en duda su eficacia


La Nueva España. La Fresneda (Siero), Franco TORRE

«No entiendo en qué pueden interferir los talleres del «Proyecto Fresneda» con el funcionamiento del centro de salud. Es más, es muy positivo, porque además de que ayuda a las personas mueve mucho tejido social. Y todo ello sin dar medicinas, que de aquí no sale nadie con una receta verde ni roja». María Oliva García es una de las usuarias del taller de relajación que se desarrolla en el marco del «Proyecto Fresneda». Como usuaria, ella no comprende qué problemas o incompatibilidades aprecia el Servicio de Salud del Principado de Asturias (Sespa) en las actividades vinculadas al proyecto, y muestra su apoyo firme a la iniciativa impulsada hace ya dos años por el médico de familia Valentín Pérez.

Los participantes y colaboradores de los distintos talleres han reaccionado al unísono contra el anuncio del Sespa de realizar una auditoría para definir la continuidad del proyecto. También las redes sociales han sido un hervidero desde que se conocieron las pretensiones del Servicio de Salud, y los apoyos al proyecto han llegado desde los más diversos puntos de España. Con todo, la primera línea de defensa la marcan los propios usuarios.

«Llevo fumando desde los 15 años, y tengo 48. Nunca nadie me había ayudado, hasta que supe del proyecto. Esta noche (por ayer) tengo programado fumar mi último cigarro, pero que no me falte el taller», implora Joaquín Guerra, uno de los participantes en el taller para dejar de fumar.

Precisamente, ese taller es uno de los más demandados, y las personas que han logrado dejar de fumar con su ayuda se cuentan por decenas. Gonzalo Elizalde es una de esas personas: «Llevo seis meses sin echar un pitillo, tras toda una vida de fumador, y estoy muy convencido. Ahora acudo al taller para tratar de ayudar a otros a dejarlo también».

Porque el «Proyecto Fresneda» no es sólo un conjunto de talleres, sino que trata de impulsar un modelo de vida más saludable. Un modelo que arranca en el célebre decálogo, que marca unas pautas de alimentación, descanso y hábitos saludables, y que culmina con la creación de una red comunitaria de voluntarios que impulsan todas las iniciativas vinculadas al proyecto, incluidos los talleres.

Una de estas voluntarias es Fernanda Ibarra, que imparte talleres de masajes y reki: «Lo que hacemos es muy beneficioso para los usuarios. Todos aportamos lo que podemos, y de manera altruista. La gente está contenta y estas actividades no molestan a nadie». Por su parte, Lourdes Garrido imparte un taller de relajación, que ya había impulsado con éxito en la cárcel de Cáceres: «Allí participaban tanto reclusos como funcionarios, y todos estaban muy contentos. Resulta efectivo, y es muy sencillo de aprender».

No obstante, Garrido no ha visto nada parecido al «Proyecto Fresneda»: «Es impresionante, como lo es la red social que se ha creado. Es un ejemplo a seguir, sólo hay que pensar en la cantidad de dinero destinado a la salud que podríamos ahorrar». Ese mismo tejido social es el que ahora se revuelve contra la auditoría del Sespa. «Toda mi familia acude a los talleres: yo estoy en pilates, tai chi y yoga; mis dos hijos en el de dejar de fumar; y mi marido en el de apoyo psicológico», explica Dulce María Alonso. Por su parte, Manolita Lombilla y Conchita Rodríguez, compañeras en el taller de pilates, explican que la actividad les ayuda a superar una fibromialgia, en el caso de Manolita, y un cáncer de mama en el de Conchita, que ha logrado perder 15 kilos con las pautas marcadas en el taller de alimentación.

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