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Finalizada la primera fase, de las varias que habrá, para adaptar el tamaño del centro en su ubicación actual antes de iniciar el cambio a La Cadellada…

Finalizada la primera fase, de las varias que habrá, para adaptar el tamaño del centro en su ubicación actual antes de iniciar el cambio a La Cadellada…

Los últimos de Silicosis

Sanidad ha querido concentrar su actividad en otros edificios del viejo HUCA como paso previo al traslado a La Cadellada. La medida no ha gustado

El Instituto especializado en dolencias respiratorias concluye su primera mudanza

21.10.2013 - LAURA FONSECA, OVIEDO, en El Comercio.

Han sido los primeros en hacer el petate. Un petate que les acabará llevando al nuevo Hospital Universitario Central de Asturias (HUCA), en La Cadellada, pero que les obligará a vivir dos mudanzas en apenas cuatro meses. Cuando el próximo enero el viejo complejo sanitario inicie el traslado a su nueva ubicación, tal y como anunció el Principado, en el Instituto Nacional de Silicosis ya sabrán lo que es hacer maletas, vaciar taquillas, apilar colchones, cerrar habitaciones y tirar viejas carteleras a la papelera. Es lo que han hecho sus trabajadores, con más nostalgia y disgusto que ilusión, en las últimas semanas.

La Consejería de Sanidad ha querido trasladar la actividad de Silicosis al resto de edificios del antiguo HUCA. La idea es menguar el tamaño del centro antes de iniciar el cambio a La Cadellada, donde habrá muchas menos plazas (se pasará de las actuales 1.075 a 989) que en el hospital ahora en servicio. Hay quien ve en esta medida un espíritu de ahorro, máxime tras conocerse que, tal y como adelantó EL COMERCIO, el HUCA tiene desviado su gasto en 26 millones de euros. En estos últimos días, el HUCA ha procedido a cerrar las dos últimas plantas de hospitalización que todavía funcionaban en Silicosis, así como las urgencias y la UVI. Sus pacientes, una treintena ya que algunos fueron dados de alta en el proceso, han sido llevados a otras plantas del Central. La idea es realojarlos en la tercera y en la quinta planta del Hospital Covadonga (antigua Residencia). Las urgencias se atenderán desde ahora en el Covadonga, al igual que los ingresos que requieran de hospitalización en la UVI. En el edificio de Silicosis seguirán en activo las consultas externas, rayos y laboratorio.

La decisión de adelantar el cierre del instituto no fue bien recibida por los trabajadores. Una esquela a modo de protesta instalada a la puerta de Urgencias y de Consultas Externas en la que se anuncia 'la muerte de Silicosis' resume el sentir del personal que, aunque admite que «es de suponer que iremos a mejor, a unas instalaciones más modernas», no pueden ocultar su malestar. «Hubiéramos preferido trasladarnos a La Cadellada directamente, junto al resto, en vez de tener que mudarnos dos veces», se quejaba Pilar Gutiérrez Obeso, auxiliar de enfermería en Silicosis a la que este periódico encontró en la mañana del viernes vaciando su taquilla.

Abrió el 18 de julio de 1970

Fue un 18 de julio de 1970 cuando el instituto especializado en dolencias respiratorias echó andar. Lo hizo en un edificio singular, junto a los hospitales General y Covadonga, que disponía habitaciones con balcón preparadas para muy largas estancias. Y fue un 18 de octubre de 2013, 'a la edad de 43 años', según detalla la irónica esquela, que falleció 'habiendo recibido la bendición de la Consejería de Sanidad. Sus lamentables padres, Javier Fernández (ausente) y Faustino Blanco, sus insensibles hermanos, Jaime Rabanal y Celia Gómez; hermanos políticos, Antonio Blanco, María Jesús de la Fuente, Ramón Corral y Miguel Javier Rodríguez, y su abuelo José Ángel Fernández Villa. La familia no recibe ni recibirá'. Fin de la esquela.

Lo cierto es que Silicosis, que ya se fusionó con el resto del Hospital Central en 1990, pasará a formar parte de La Cadellada como uno más. No dispondrá de un edificio singular, como el que contó en las últimas cuatro décadas, sino que tendrá asignada un área específica dentro del bloque de hospitalización del nuevo HUCA, además de una zona para su departamento técnico.

En todos estos años, su singuralidad-ser centro de referencia nacional para el tratamiento de enfermedades respiratorias de origen laboral- le había conferido un estatus especial dentro del sistema español de salud. Muchos temen que la pierda una vez se mude a La Cadellada. Silicosis fue la tabla de salvación del futuro HUCA, ya que gracias a dicha especificidad logró arrancar del Estado una inversión de 72 millones de euros para La Cadellada. De aquella valió para pagar el 30% de lo que entonces era el presupuesto de construcción del nuevo hospital: 266 millones de euros, cifra que luego se acabó casi duplicando, pero esa ya es otra historia.

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