Huelga por un hospital público
TONI SILVA Los trabajadores del Hospital del Oriente han convocado una manifestación en Arriondas el próximo sábado para invitar a la ciudadanía de la comarca a participar en la larga movilización que vienen sosteniendo desde hace tiempo. Muchos directivos de asociaciones comarcales, en calidad de usuarios del hospital, han dado ya su apoyo al colectivo sanitario y a la movilización, mientras que algún otro (en línea con la tesis del Gobierno regional de que es una huelga «política») ha preferido desmarcarse de las reivindicaciones. Yo ya no soy presidente de nada, pero mientras lo fui no dudé en apoyar las dos movilizaciones anteriores para que este centro se integre en la red pública y deje de ser una Fundación privada. En 2000, cuando todavía era militante socialista, fui de los que portaron la pancarta. El año pasado, cuando ya no era de ningún partido, también manifesté desde esta columna mi apoyo a las peticiones del colectivo sanitario. Hoy, cuando las reivindicaciones siguen siendo las mismas (como si no hubiera pasado el tiempo), vuelvo a dar mi apoyo, pues considero que su causa es la causa de todos los usuarios de este centro hospitalario, tanto los habituales como los de paso, que en ciertas épocas del año son muchos.
A nadie le hace gracia la huelga, ni a los huelguistas, que pierden un buen pellizco de su salario cada día que no trabajan, ni a los usuarios, que ven (vemos) cómo se retrasan las consultas e intervenciones quirúrgicas, pero está claro que sin medidas de presión este Gobierno (ningún gobierno) no está dispuesto a cambiar el rumbo de sus decisiones, sean acertadas o no. En este caso la decisión gubernamental parece ser la de mantener el hospital como Fundación privada por mucho tiempo, con lo que ello conlleva de aportación de menos recursos que al de Jarrio o a cualquier otro hospital comarcal de la región. Y la respuesta de los trabajadores, que están demostrando gran capacidad de unión, resistencia y sensibilidad social, está siendo la de mantener la movilización hasta lograr la incorporación del hospital al Sespa, que debería ser la aspiración de todos los usuarios. Al Gobierno regional tampoco le hace gracia la huelga, evidentemente, y siempre ha tratado de neutralizarla con la política del palo y la zanahoria. Usa el palo con medidas como las de quitar guardias a los huelguistas (para recortarles el sueldo mensual) o con descalificaciones como la de «huelga política» por convocarse en período preelectoral, como si la práctica de los políticos de ofrecer regalos y sacar conejos de la chistera en plena campaña fuese un ejemplo de ética gubernamental. ¿Quién si no los políticos son los que abusan (a veces hasta el ridículo) de la costumbre de reservar bazas, promesas y regalos para la campaña electoral?
El Gobierno también usa la zanahoria, claro. El año pasado fue la oferta (deduzco que no se cumplió, pues los huelguistas siguen demandando que se les reconozca la carrera profesional) de reconocer a los trabajadores del centro sus derechos laborales, como si ello fuera una graciosa concesión del Principado y no algo contemplado en las leyes del Estado español. La zanahoria de este año fue la oferta de un millón de euros extra para los presupuestos hospitalarios de este año, una propuesta que fue inmediatamente descalificada tanto por los huelguistas, que se mantienen en sus reivindicaciones, como por Izquierda Unida, un partido que quiere así lavar la imagen de no haberle apretado los tornillos al PSOE cuando eran socios de gobierno. La verdadera zanahoria, la de pasar el centro a la red pública, no aparece por ningún lado, a pesar de las promesas y los compromisos políticos. El presidente Areces dice que se niega a dialogar con los trabajadores mientras duran las huelgas, pero cuando hay treguas tampoco hace otra cosa que dilatar la solución y marear la perdiz, con lo que la escasez de medios, la carencia de instalaciones, la falta de determinados servicios y la huida de médicos a hospitales más estables se hacen cada día más evidentes.
No más palos, zanahorias ni perdices, señorías: integración en el Sespa ya.
1 comentario
paco otero -