A nuestra sanidad no le pasará lo que ocurre en Madrid
Gestión clínica: el reto de mejorar el sistema sanitario
ELENA ARIAS
El Servicio de Salud del Principado (Sespa) tiene a su cargo la prestación de servicios sanitarios a la población asturiana. Y debe cumplir su cometido atendiendo a criterios de eficiencia, pero también con una inequívoca voluntad de garantizar la financiación y provisión pública de los servicios que ofrece a la ciudadanía.
Han transcurrido más de veinte años desde la publicación de la ley General de Sanidad. El Sistema Nacional de Salud se mantiene vigente y las comunidades autónomas han puesto en marcha y desarrollado propuestas estratégicas, algunas de las cuales difícilmente pueden contribuir a la consolidación y sostenibilidad de un sistema universal, equitativo, accesible y eficiente como el que propugna la citada ley. El caso más flagrante podemos encontrarlo en la Comunidad de Madrid, donde con financiación pública están proliferando fórmulas de provisión privada de servicios sanitarios.
No es el caso de Asturias. Tanto la ciudadanía como el Gobierno asturiano quieren un sistema sanitario que garantice la provisión pública de los servicios. Pero también quieren sostenerlo en el tiempo, que sea viable, pero haciéndolo mejor y a unos costes que nos permitan afrontar serenamente el futuro.
Los ciudadanos están satisfechos con la atención que reciben. ¿Por qué entonces cambiar el modelo? ¿O se trata más bien de una moda? ¿Qué es esto de la gestión clínica? ¿Vamos a privatizar la Sanidad asturiana? ¿Es una manera de «obligar a hacer tardes»?
Probablemente, si preguntásemos a los ciudadanos o a los profesionales acerca de algunas cuestiones, como por ejemplo si existe una coordinación efectiva entre atención primaria (medicina de familia) y atención especializada (especialistas, medicina hospitalaria) que evite la repetición de exploraciones o pruebas diagnósticas y el aumento de los tiempos de espera, o si existe una participación efectiva de la ciudadanía en aspectos clave para su autocuidado, utilización de los recursos sanitarios y actividades de su centro de salud, podríamos comprobar que la actual situación es francamente mejorable.
Asimismo, las tareas administrativas consumen un tiempo importante del personal sanitario, que debe orientarse a la actividad clínica. Esta situación repercute también desfavorablemente en la asistencia y la gestión ordinaria de los centros.
Y esto es así porque, a pesar de los esfuerzos realizados, las fórmulas de gestión referidas a la provisión de servicios sanitarios no han logrado establecer la necesaria coordinación entre atención primaria y especializada. El modelo vigente mantiene una estructura vertical claramente diferenciada, orientada más al servicio y la especialidad que a la atención al proceso y al ciudadano. Para establecer un marco cooperativo, de trabajo en equipo, orientado al proceso es necesario revisar el modelo, contando con el compromiso e implicación de la Administración sanitaria, de todos sus trabajadores, y con la participación efectiva, que no formal, de la ciudadanía.
En este marco se inscribe la gestión clínica, una herramienta para tratar de mejorar lo que hacemos, el modo de hacerlo y los recursos que se emplean, sin olvidar que en el centro del proyecto está el ciudadano y la atención al proceso asistencial, y procurando el mejor clima laboral posible.
Hablamos de gestión: actuar sobre una situación dada para tratar de alcanzar un resultado. Hablamos de gestión clínica: actuar en el marco de la actividad clínica, con intervención directa de los profesionales (los «clínicos»), quienes, haciendo suyo el proyecto, se implican en él para mejorarlo, generar conocimiento y difundirlo.
¿En qué consiste, pues, el modelo de gestión clínica? En una remodelación organizativa cuya principal expresión es la incorporación de los profesionales a la gestión de los recursos que utilizan en su práctica diaria. Supone una transmisión de responsabilidad de la Administración sanitaria hacia los profesionales en un ejercicio de confianza mutua que permita llevar adelante este proceso con éxito en beneficio de los ciudadanos y de los trabajadores.
Los ejes del modelo se sintetizan en: existencia de un marco general para toda la comunidad autónoma; mejora de la calidad de la atención al ciudadano; mayor participación colectiva efectiva; descentralización organizativa; autonomía de gestión; responsabilidad compartida; transferencia de mejoras entre profesionales; implicación de todos los profesionales; dirección por objetivos.
Los objetivos generales de este modelo se centran en optimizar los resultados de la actividad clínica, aproximando la toma de decisiones al entorno, mejorando la eficacia y efectividad de la práctica clínica y utilizando adecuadamente los medios diagnósticos y terapéuticos. Los profesionales pueden participar en la organización del sistema sanitario, contribuyendo decisivamente a la sostenibilidad del mismo.
El modelo de gestión clínica exige también asumir un modelo de calidad que permita autoevaluación por los propios profesionales y evaluación externa. Asimismo, se establecerán cauces reales de participación de asociaciones y movimientos sociales.
Por lo que respecta a los profesionales, se abre la posibilidad de participar activamente en la gestión, con una organización flexible, sin riesgos en cuanto al régimen de prestación de servicios, que se mantiene como hasta ahora.
El acuerdo que se firmó el 8 de octubre en la Mesa General de la Función Pública legitima la puesta en marcha del modelo, que la administración sanitaria iniciará estableciendo un pilotaje en cinco centros de atención primaria de Asturias de las áreas III, IV, V, VII y VIII. A partir de este momento se iniciará un proceso de evaluación continua. El objetivo es generalizar el modelo a partir de 2010 para todos los niveles asistenciales.
El nuevo modelo supone la oferta de servicios sanitarios en atención primaria en jornada ordinaria de 8 a 20 horas. Una medida que responde a una necesidad real de la ciudadanía que precisa recibir atención por su médico de familia en dicho tramo horario (no podemos olvidar que prestamos un servicio público esencial) y que debe formar parte del cuerpo del modelo, como el resto de sus elementos: autonomía de gestión, autoorganización, responsabilidad compartida, plan de objetivos, mecanismos de cooperación, trabajo en equipo e integración de niveles.
¿Qué no es la gestión clínica? No es una fórmula para privatizar el servicio público. No es una fórmula para perjudicar a ningún colectivo profesional o disminuir el reconocimiento de las competencias de la enfermería. No es una fórmula para imponer una jornada o un horario. No es una fórmula para hacer las cosas peor o para bloquear la participación ciudadana.
Llega ahora el momento de trabajar juntos en un proyecto nuevo, en un ejercicio de responsabilidad conjunta que nos demanda la ciudadanía, en un esfuerzo común por mantener y sostener una sanidad pública de calidad en Asturias.
Elena Arias es gerente del Sespa. Firma este artículo en colaboración con Ana Luz Villarías, subdirectora general de Gestión Clínica y Calidad del Sespa.
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