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Controvertido, aunque interesante, artículo de opinión …

Controvertido, aunque interesante, artículo de opinión …

El HUCA, condicionado por la calidad de su personal médico

La expectativa de que el Hospital sea un centro de prestigio se desvanece por la fórmula elegida para seleccionar a sus trabajadores

JUAN LUIS RODRÍGUEZ-VIGIL EX PRESIDENTE DEL PRINCIPADO Y EX CONSEJERO DE SANIDAD.

CARLOS SUÁREZ CATEDRÁTICO Y JEFE DEL SERVICIO DE OTORRINOLARINGOLOGÍA DEL HOSPITAL CENTRAL

 

En una región como Asturias, pequeña, relativamente alejada de los grandes núcleos de población del país y cuya población, además, se aleja claramente del 3% nacional que en otro tiempo tuvo (algo que obligadamente reduce su participación en los órganos de representación institucional del conjunto español, cada vez más condicionado por el «tamaño» de los poderes regionales), sería imprudente, a la par de vano, negar que existen objetivas dificultades para alcanzar influencia verdaderamente determinante en la vida institucional, económica y cultural nacional.

Esa situación determina también que exista mayor dificultad que en otros territorios del país para conectar adecuadamente con los ámbitos técnicos, científicos y culturales de mayor vanguardia, como demuestra la experiencia de muchos casos y de muchos años, sobremanera en un terreno como el médico, en el que esas circunstancias se aúnan y condensan.

Por más que se trate de obviar, o de minimizar, la realidad de ese handicap, el mismo es tozudamente objetivo y, desde luego, independiente de la voluntad o de la personalidad de los individuos y de las fuerzas políticas o sociales que en cada caso gobiernen o tengan influencia en Asturias, y, además, para poder superar con éxito sus efectos más negativos resulta imprescindible su reconocimiento.

En todo caso, cuando alguien se enfrenta a un handicap tiene dos opciones: o hace un esfuerzo mayor de lo habitual para situarse dentro de la normalidad, y aún más si quiere sobresalir, o por el contrario quedará necesariamente por debajo de la media.

En definitiva, y aunque cueste admitirlo, la única solución para afrontar bastantes de los problemas de Asturias, sobremanera los relacionados con sectores como el sanitario, donde la cualificación técnica y científica resulta esencial, se encuentra en aumentar la exigencia de rigor, en premiar especialmente el esfuerzo y el mérito, en hacer que la búsqueda de la excelencia tenga carácter normal, y también, aunque escueza, en fomentar el espíritu crítico, si éste es constructivo.

En el mundo de la sanidad el conocimiento y la tecnología lo son todo. Por ello, las obras y los edificios, por importantes que sean, siempre tienen carácter subordinado y adjetivo. Y aunque las estructuras físicas en modo alguno se pueden despreciar como simples «cáscaras», tampoco pueden sobrevalorarse, pensando que con hacer grandes y costosos edificios se va a conseguir una asistencia sanitaria del máximo nivel: en definitiva, dependiendo de la mayor o menor cualificación técnica y científica de su personal facultativo un hospital nuevo, espléndido de formas, comodidades y medios técnicos puede ser un hospital de gran calidad y prestigio o, por el contrario, un hospital corriente y moliente.

En esa encrucijada se encuentra hoy el principal centro hospitalario de Asturias: el actual HUCA. Sin despreciar en absoluto el enorme esfuerzo inversor que se está haciendo para habilitarle un edificio moderno, grandioso y cómodo, lo cierto es que el futuro HUCA será mejor o peor no por su continente, sino en razón de la mayor o menor calidad y conocimientos de su personal, fundamentalmente el de carácter médico.

Según informes valorativos de calidad y rigor difícil de objetar, el HUCA habría venido ocupando el puesto 18.º en el conjunto hospitalario entre 1994-2002, habiendo bajado algún escalón más desde 2002 al presente. No siempre ha sido así. En el pasado, 20-35 años atrás, la situación fue muy distinta, figurando los hospitales que por su fusión dieron lugar al HUCA (particularmente el Hospital General de Asturias) en un lugar preeminente dentro del elenco nacional en cuanto a prestigio se refiere (entre el quinto y séptimo lugar).

Las razones y las decisiones que motivaron aquel prestigio fueron simples, lógicas y aún son fáciles de imitar: se concretan en superar presiones localistas y vencer a los grupos de presión sanitarios locales. En definitiva, se procedió a contratar donde fuera, en España y fuera de España, a médicos jóvenes y preparados para los puestos de más alta responsabilidad, en buena medida formados en el extranjero o en centros nacionales relevantes. Ese núcleo de médicos líderes ejerció un efecto dinamizador en su entorno inmediato, formando a su vez a especialistas cualificados a los que se imbuyó de un estilo de hacer las cosas basado en la dedicación y el rigor científico.

Desde entonces, pese al esfuerzo de una parte selecta y entusiasta del cuerpo facultativo, se ha asistido a un lento declinar del HUCA, a lo que han contribuido factores tales como: A) Una plantilla sumamente envejecida, particularmente entre los jefes de servicio y de sección, donde se superan los 60 años de media.... B) Una marcada desmotivación del colectivo médico, unida a un escaso impulso innovador en la mayoría de los facultativos, con consiguiente caída en rutina y pérdida de peso del esfuerzo y el mérito. C) Una acusada endogamia regional y, en casos, hasta familiar a la hora de seleccionar al personal de nueva contratación o para promocionar a puestos de categoría superior. D) La ausencia de incorporaciones de personal de alta cualificación procedentes de centros de otras regiones. E) Escasez de profesores habilitados en los concursos universitarios, que acentúa el vacío de profesorado.

A todo ello se suma la lamentable pérdida de la oportunidad que representó el establecimiento de una carrera profesional, en la cual, seguramente por presiones sindicales, se ha evitado primar realmente a los médicos que tienen una actividad clínica y científica destacada, consolidándose una fórmula igualitaria e injusta, de café para todos, basada únicamente en la antigüedad.

En ese marco, la Consejería de Administraciones Públicas ha convocado un concurso-oposición para el acceso a 259 plazas de facultativos especialistas y, por su parte, el Servicio de Salud del Principado de Asturias ha sacado otras 180 plazas a traslado.

Ochenta de las plazas del concurso de traslado y aproximadamente 126 del concurso-oposición están destinadas al HUCA, cuya plantilla quedaría afectada por estos procedimientos en más de un 39%.

Sin exagerar nada, se puede y se debe decir que las fórmulas elegidas para esa selección de personal hipotecan completamente al nuevo HUCA, cuya expectativa de convertirse a corto o medio plazo en un hospital de prestigio relevante en el conjunto español se desvanece, a la par que aumenta la probabilidad de que descienda aun más en la clasificación hospitalaria nacional.

La verdad es que resulta sonrojante que a estas alturas de desarrollo de las especialidades médicas se hagan concursos de traslado basados exclusivamente en la antigüedad, mecanismo que puede ser válido en otros terrenos, pero que no sirve en absoluto para un sector altamente tecnificado y complejo como es la medicina especializada de un hospital de tercer nivel.

Los traslados de médicos deberían basarse únicamente en los méritos profesionales y en el perfil de la plaza a cubrir dentro de una especialidad, nunca en los años de servicio.

En el HUCA el sistema de traslados convocado puede dar lugar a que un médico proveniente de un hospital donde las especialidades no tienen el mismo nivel de tecnificación que en un hospital de referencia ocupe un puesto de trabajo para el que no tiene cualificación suficiente (p. ej., hemodinámica, trasplantes, etcétera). Las consecuencias serán obvias: degradar la asistencia o duplicar el puesto, con el consiguiente incremento del gasto.

Cierto es que el real decreto ley 1/1999 impone que un tercio de las vacantes se cubra mediante concurso de traslado, pero la asunción regional de competencias sanitarias y el desarrollo de una política orientada a superar los handicaps propios de la singular situación de Asturias deberían haber implicado modulaciones profundas en relación con tales concursos, al menos en los que se refieren a la cabecera asistencial del sistema de salud asturiano.

En el mantenimiento de la primacía de la antigüedad han jugado papel relevante los sindicatos, particularmente el SIMPA, pero por responsabilidad con el futuro sanitario de la región no debería habérsele dejado imponer una visión alicorta y gremial en la selección de personal médico, que siempre debe basarse única y exclusivamente en el mérito.

En todo caso, el concurso de marras está convocado, y es verdad que ahora no se pueden modificar unilateralmente sus bases, pues los tribunales anularían cualquier reforma de las mismas, por sensata que fuera. En este terreno, el mal ya está hecho y cabe únicamente desear y pedir que no se repita en el futuro.

Sin embargo, otra es la situación en relación con el concurso-oposición convocado, en cuyo desarrollo aún cabe hacer modificaciones relevantes.

Este concurso-oposición está inexplicablemente conducido por la Consejería de Administraciones Públicas a través del Instituto Adolfo Posada.

Efectivamente, resulta insólito que la Consejería de Salud (que, por cierto, está tratando de hacer bien las cosas en muchos y muy difíciles terrenos, tratando de consolidar y de hacer viable el sistema público sanitario asturiano) haya perdido una competencia que claramente debería detentar, ya que el Instituto Posada, salvo que funcione como un mero y elemental buzón formal, no es agente idóneo para pilotar un proceso de selección de personal médico de primer nivel, pues su personal no conoce la especificidad del sector sanitario ni, por tanto, puede definir perfiles profesionales y tampoco puede fijar las pruebas de selección adecuadas en cada caso, ni tiene conocimientos ni relaciones para formar tribunales con facultativos de primera categoría nacional, como los que se precisarían para renovar el HUCA.

Prueba de ello es lo publicado sobre el concurso-oposición convocado. Éste se basa en un examen teórico con 100 preguntas tipo test sobre un programa de 14 temas de legislación sanitaria, y el programa de la especialidad correspondiente, al que se añade la valoración de dos casos clínicos.

Un examen de este tipo no tiene en cuenta el conocimiento práctico real del candidato ni su cualificación profesional.

Por otra parte, no se ve la pertinencia de las preguntas sobre legislación, mientras que la valoración de los casos clínicos es subjetiva y se presta a manipulación.

Además, los requisitos de méritos para formar parte del tribunal no son nada selectivos, bastando con tener el título de especialista, exigencia que para juzgar plazas de un hospital de tercer nivel resulta simplemente ridícula y tosca.

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