Entrevista a Sanchis Moll, que muy merecidamente se jubila en mayo, y con ella un repaso muy sincero a la historia reciente de nuestra sanidad...
JOSÉ SANCHÍS MOLL EX GERENTE DEL HOSPITAL CENTRAL CON LA DIPUTACIÓN (1972) Y TAMBIÉN CON EL INSALUD (1993)
«Si el hospital no prepara bien el recambio, el nuevo HUCA quedará tocado de por vida»
11.03.09, LAURA FONSECA, OVIEDO
«Me da mucha pena jubilarme. Sé que cumplo 70 años en mayo, pero me encuentro muy bien de salud y de ánimos»
«En 1997 nos comimos con patatas el proyecto de La Cadellada por culpa de la crisis interna del PP asturiano»
Fue dos veces gerente del Hospital Central de Asturias. Primero con la Diputación, en 1972, cuando le tocó hacerse cargo también del Psiquiátrico de La Cadellada, con más de mil pacientes ingresados. Luego repitió en 1993, pero ya sólo en el HUCA. Fue entonces cuando tendría que lidiar con la polémica fusión de un Central al que se quería unificar contra viento y marea, y se daría de bruces con la pretensión de hacer un nuevo hospital. José Sanchís Moll forma parte de ese gran grupo de profesionales que pusieron la semilla de lo que es hoy la sanidad y que ahora están próximos a la jubilación. Él dirá adiós al Central el próximo 29 de mayo, día en que cumplirá 70 años. Deja atrás medio siglo de trabajo en Asturias, Cataluña y Valencia, casi siempre, gestionando. Eso pese a tener cinco títulos: el de traumatólogo, médico rehabilitador y del trabajo, experto en salud pública, jefe de medicina preventiva y hasta de ATS. ¿Cuál elige de todos? El de gerente, responde sin dudarlo.
-¿Le da pena dejarlo?
-Mucho. Sé que cumplo 70 años, pero me encuentro muy bien de salud y de ánimo.
-¿Toca renovación generacional en el Hospital Central? Lo digo porque hay muchos que, como usted, están próximos a la jubilación.
-En dos o tres años, el 90% de los jefes de servicio se jubilarán y si el hospital no prepara bien el recambio, el nuevo HUCA quedará tocado de por vida.
-¿Quién debe liderar el HUCA?
-Lo que hay que hacer es buscar un sistema más flexible que permita contratar a los mejores. La sanidad está encorsetada por la Administración pública y el HUCA no puede hacer casi nada.
-¿Qué no puede hacer?
-Ya lo dijeron Juan Luis (Rodríguez-Vigil) y Carlos Suárez, con el nuevo concurso de traslados, donde se prima la antigüedad en detrimento de la investigación o la capacidad sobre nuevas técnicas.
-Vayamos un poco atrás. En su segunda vuelta como gerente del Central, en 1993, se hizo un proyecto de nuevo hospital que no llegó a prosperar. ¿Qué fue lo que pasó?
-Cuando llegué a Asturias el documento y el plan funcional, que lo había redactado un grupo alemán, ya estaba hecho. Se intentó sacar adelante pero no prosperó por desavenencias políticas.
-Pero en 1997 se retomó, ¿no?
-Sí. De aquella hablé con Antonio Cueto, que era el consejero de Sanidad. Le comenté que había que reflotar el proyecto antes del traspaso, porque si no, nos lo íbamos a comer con patatas.
-¿Y qué ocurrió?
-Cueto se ocupó de hablar con el PP. Pero por otro lado había que influir en Madrid, a través de Cascos. Hablamos con Fernández-Vega, el oftalmólogo, que de aquella atendía a la esposa de Cascos.
-Pero al final, como usted dice, nos comimos el HUCA con patatas...
-Pero es que en medio de todas esas negociaciones llegó la crisis del PP y se paró todo. Fue cuando Cascos dijo aquella frase lapidaria: ’Aquí no habrá nuevo hospital, habrá reforma’.
-¿Qué diferencias encuentra entre el proyecto de 1990 y el actual?
-El de 1990 tenía un plan funcional muy elaborado. El actual, tal vez por motivos de embellecimiento, hace mucho más énfasis en una arquitectura brillante, pero su plan funcional es muy débil.
-¿O sea que el HUCA de ahora es más bonito pero menos operativo?
-Lo que digo es que hay desequilibrios entre las diferentes áreas hospitalarias. El plan funcional es el corazón de un hospital y en el de La Cadellada es algo pobre.
-¿Y, estéticamente, le gusta?
-Lo veo algo excesivo en tamaño.
-Volvamos otra vez hacia atrás. ¿Qué recuerda de sus primeros años en Asturias?
-En 1972 no fui muy bien recibido. Recuerdo que la prensa publicó que la sanidad había pasado de importar planes catalanes, en alusión a un gerente catalán anterior, a traer naranjas valencianas.
-¿Fueron tiempos difíciles?
-Hubo de todo, pero eran tiempos más vivos. Tuve que hacerme cargo de un psiquiátrico que casi no tenía psiquiatras y del primer gran conflicto de los MIR, que fue cuando los residentes fueron a la huelga para reclamar un sueldo.
-La segunda vuelta, la de 1993 a 1997, ¿fue más tranquila?
-¡Que va! También llegué en contra de la opinión generalizada, pero ya no me preocupaba.
-Fue la época de la fusión hospitalaria, ¿verdad?
-Sí. Eran años de mucha tensión. Se había maltratado mucho a los profesionales sin motivo alguno.
-¿Fue un error la fusión?
-Sí, desde todo punto de vista.
-Pero usted la aplicó.
-Era mi función como gerente. O lo aceptaba o me iba.
-Si en 1997 no hubiese habido crisis del PP, ¿tendríamos ahora nuevo HUCA en La Cadellada?
-No, se habría reformado el actual.
-Algo a lo que el PSOE se oponía.
-Eso no es así exactamente. En mi última etapa como gerente, llegamos a evaluar con el Insalud la posibilidad de reformar el actual.
-¿Y cuál fue la conclusión?
-Que era viable, ya que se cogía la parcela de la Escuela de Idiomas y se iban derribando los actuales edificios para construir otros.
-¿Y qué pasó?
-Que el Gobierno regional ya había apostado por La Cadellada.
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