Una situación que se analizará mañana en la Asamblea de delegados de CC.OO. del Nalón y del Caudal
Historias de la crisis
Un desempleado, un obrero sometido a un ERE y una empresaria relatan el impacto de un bache económico que suma 3.000 parados y expedientes de regulación que afectan a 600 personas
Mieres / Langreo,
Miguel Á. GUTIÉRREZ, para La Nueva España
Muchos puestos de trabajo han caído ya y otros tantos resisten pendiendo de un hilo. El mercado laboral de las comarcas mineras se agita convulso como consecuencia de la crisis y tiñe de pesimismo el resultado de un proceso de reconversión que, antes del impacto de la recesión, se encontraba todavía en vías de desarrollo. Términos como diversificación o reactivación ha cedido peso en la actualidad económica frente a las crónicas que hablan de despidos, cierres o expedientes de regulación. Los números no engañan. Los valles del Nalón y del Caudal registran a día de hoy casi 12.000 parados, 3.000 más de los que se contabilizaban hace un año. Además, más de 600 trabajadores están pendientes de diversos ERE planteados en empresas emblemáticas de las Cuencas. Por su parte, el sector servicios, y más concretamente el comercio y la hostelería, viven con inquietud el descenso de las ventas, mientras confían en que las rentas de las pensiones y las prejubilaciones ayuden a pasar el bache de la mejor manera posible.
Frente a la crisis, detrás de la fría estadística, se parapetan miles de familias de las Cuencas que esperan con paciencia franciscana que alguno de los «brotes verdes» anunciados por el Gobierno y algunos expertos terminen por germinar. El perfil de los damnificados es variado, como corresponde a una recesión voraz que llega a todos los rincones. El patrón incluye a trabajadores de la construcción afectados por el parón inmobiliario (los primeros en caer) y a obreros cualificados que entraron en la rueda cuando la crisis pisó las fábricas. Los testimonios recabados por este diario también reflejan la intranquilidad de autónomos, comerciantes y pequeños empresarios, que asisten con desasosiego al posible efecto dominó del desmoronamiento de las grandes compañías. La lectura del día a día confirma esos temores. Hay menos dinero y, por tanto, menos ventas.
El reflejo en la calle de la tensa situación es la convocatoria de movilizaciones. En los últimos días los empleados de la planta de Vesuvius en Riaño, amenazada de cierre, han llevado su reivindicación a la calle mediante encierros en la propia fábrica, cortes de carretera y una marcha hasta Oviedo. Casi todas las formaciones del arco político, así como instituciones regionales y locales, han expresado su respaldo a las demandas de los trabajadores. Por su parte, los sindicatos ya han empezado a mover ficha. Por ejemplo, las uniones comarcales de Comisiones Obreras en el Nalón y el Caudal han convocado una asamblea para mañana en La Felguera, con la intención de planificar movilizaciones conjuntas para hacer frente a la crisis.
Vesuvius no es la única gran compañía que está en el alero. Otras seis empresas de las Cuencas tienen en marcha expedientes de regulación de empleo (ERE) que afectan a más de 600 trabajadores. Uno de los escasos soplos de optimismo ha llegado de la mano de Rioglass, que este mes ha llamado a 70 de los 110 trabajadores incluidos en el ERE aprobado en marzo para que vuelvan a sus puestos. La dirección de la planta de Mieres tomó la decisión por tras el ligero repunte en las ventas dentro del sector del automóvil. El resto de las firmas, sigue pendiente del mercado.
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