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En el Principado se registra alrededor de un centenar de muertes autoinfligidas cada año …

En el Principado se registra alrededor de un centenar de muertes autoinfligidas cada año …

Los psiquiatras temen que la crisis produzca un repunte de los suicidios

19.07.09 - A. VILLACORTA, OVIEDO, para El Comercio

Los facultativos piden al Principado que ponga en marcha planes de prevención

98 asturianos acabaron con su vida el año pasado, la mayoría en el área central

Suicidio. La pregunta inmediata es por qué alguien decide dejar de vivir. «Hay factores ambientales, genéticos, sociales. Y una crisis económica es uno de estos determinantes sociales que puede contribuir a empeorar la salud mental de la población y a aumentar las tasas de suicidio», responde Julio Bobes, catedrático de Psiquiatría de la Universidad de Oviedo, que lleva dos décadas desarrollando una línea de investigación que intenta desentrañar los comportamientos autolíticos.

Al frente de un equipo de psiquiatras que analiza este tipo de comportamientos en las personas que acuden al servicio de Urgencias del Hospital Central de Asturias desde hace tres años, Bobes alerta así de que las dificultades económicas pueden hacer repuntar los suicidios en Asturias, una región que registra ya los porcentajes más elevados de España, tanto en el caso de los varones como en el de las mujeres.

Así lo indican diversas estadísticas elaboradas durante los últimos años, que hablan de que, año tras año, en el Principado se registra alrededor de un centenar de muertes autoinfligidas.

Las mismas series de datos revelan, explica Bobes, que España -con una tasa de 13 suicidios por 100.000 habitantes- se sitúa en la zona media de los países europeos en una lista negra que lideran los países nórdicos y los del Este, por encima de los 15 suicidios por cada 100.000 habitantes, y precisa que «hemos escalado posiciones».

Y también ponen de relieve que en Asturias se reproducen las clásicas diferencias entre sexos. Por ejemplo: que las mujeres intentan suicidarse con una frecuencia que duplica e incluso cuadruplica a la de los varones, pero que las cifras de suicidios consumados de los varones triplican a las de las mujeres.

Pero hay más diferencias, apunta José Antonio Sánchez Moro, responsable del Instituto de Medicina Legal de Asturias. Como que «la mayor parte de los hombres recurren al ahorcamiento para quitarse de en medio, mientras que las mujeres eligen la sobredosis de fármacos». Sánchez Moro ha apreciado «un ligero repunte de los casos durante el año pasado», cuando 98 asturianos se quitaron la vida.

Cuenta el responsable del Instituto de Medicina Legal de Asturias -avalado por 25 años de experiencia como forense- que, entre la profesión, «siempre se ha dicho que la gente se suicida más en los sitios en los que hay más niebla». Y que «lo cierto es que, en los últimos años, ha habido muchos casos en el valle de Llanera», pero que, «lógicamente, no ha podido ser demostrado».

Un caso cada cuatro días

Lo deja caer antes de explicar que, del total de suicidios que se registraron en 2008, la inmensa mayoría (70) se produjeron en el área central de la región, mientras que en la zona oriental, en la que también engloba Gijón y Villaviciosa, se registraron los restantes 28. «Ninguno en el ala occidental».

José Antonio Sánchez Moro también ha constatado sobre el terreno que el método elegido por la mayor parte de los suicidas asturianos es el ahorcamiento, una forma de morir que eligieron 30 personas el año pasado. Tras ellas se situaron quienes se precipitaron al vacío, 25, y quienes optaron por una muerte con tóxicos (10).

«El resto de suicidios fueron por arma blanca, arma de fuego, por tirarse al tren, al río, al mar, a un embalse. Estos son más raros», enumera con la frialdad de quien convive con un caso de suicidio cada cuatro días.

Con esos datos sobre la mesa, expertos como Julio Bobes y su equipo sostienen que la Consejería de Salud del Principado debe poner en marcha acciones preventivas de las conductas suicidas. «Es una reivindicación histórica», concluye Bobes, que, como el resto de su equipo, está convencido de que el suicidio es un problema grave y permanentemente ignorado por las autoridades sanitarias. Un problema que, si nadie lo impide, puede agravarse en tiempos de crisis.

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