Artículos de Francisco Javier López Martín - Secretario General CCOO de Madrid -, publicados en NuevaTribuna...
Salarios y crisis (I) y (II) ...
Combatir el poder contractual de los sindicatos es esencial para los neoconservadores. Aguirre y sus ataques a los “liberados sindicales” es un excelente ejemplo neocon. (...) Estos dogmas neoliberales, en la economía española, han producido un mercado de trabajo fracturado, dualizado, en el que la temporalidad, la subcontratación y la descentralización y externalización han jugado un papel determinante.
Vivimos la mayor crisis desde la II Guerra Mundial. Se ha producido un cortocircuito en el crédito. La producción cae de forma alarmante. Las tasas de desempleo se duplican. El IPC cae al -1 por ciento, o al 0,1 por ciento tomando en cuenta la inflación subyacente, (sin alimentos no elaborados y energía).
La patronal CEOE, plantea que, en esta situación las subidas salariales se sitúen entre el 0 y el 1 por ciento. Los sindicatos planteamos subidas moderadas en torno al 2 por ciento. El Gobierno dice A y B. Tan pronto el Presidente Zapatero enuncia que “los trabajadores no deben pagar la crisis”, como responsables del gobierno anuncian que “la bajada salarial es la forma más eficaz con la que contamos en estos días para mejorar el bienestar social en esta crisis” (J.M. Campa. Secretario de Estado de Economía).
¿Quién tiene razón? A eso hemos dedicado la sesión del VI Seminario sobre Negociación Colectiva: Política Salarial en Tiempo de Crisis.
Hemos desgranado la relación entre Inflación-Salario-Crecimiento-Empleo, de la mano de Ignacio Álvarez Peralta, Profesor del Departamento de Economía Aplicada de la Universidad Complutense de Madrid.
LA VERSIÓN NEOCON
Los neocon son la versión post-morten del pensamiento económico neoclásico. Algo así como el hijo póstumo de aquellos que creían que el mercado ajusta automáticamente la oferta y la demanda, regulando sin problemas los precios y la cantidad de productos. El mercado es perfecto y ajusta incluso los salarios a las condiciones del mercado.
La crisis del 29, esa de la que tanto hablan cuantos buscan precedentes de la crisis actual en el pasado, puso de relieve que el mercado no lo controla todo. Keynes formuló una teoría, de la que más adelante daremos cuenta, que contribuyó a entender qué estaba pasando y poner en marcha medidas para solucionarla.
Pese al avance que supuso Keynes, en los años ochenta, vuelven a surgir los teóricos de la autorregulación y las bondades del mercado. Son los neoliberales, que en lo político dan lugar al pensamiento neoconservador. Los Reagan, Tatcher, Bush, dan amparo político a esos economistas, ganadores a veces de premios Nóbel, que anuncian que el mercado se autorregula correctamente. Si eso no ocurre el problema son siempre los trabajadores. Sus sindicatos, las leyes que protegen a los trabajadores, la propia negociación colectiva, que debería ser sustituida por pactos individuales entre iguales: un trabajador que necesita un empleo para vivir pacta con una multinacional sus condiciones de trabajo. A todas luces un pacto entre iguales. De nuevo todo se reduce a adaptar lo laboral al mercado.
Combatir el poder contractual de los sindicatos es esencial para los neoconservadores. Aguirre y sus ataques a los “liberados sindicales” es un excelente ejemplo neocon. El fruto tardío y provinciano de un pensamiento acorralado por la crisis, pero no extinto. Un cadáver andante, un muerto viviente, un zombi que sigue devorando vidas humanas en todo el planeta
Básicamente todo se reduce a bajar el gasto público, bajar los salarios, bajar la oferta monetaria. Así reducimos la inflación y los precios. Así conseguimos más estabilidad y competitividad en precios de las empresas. Más inversión, más crecimiento económico y, en consecuencia, más empleo.
Veamos un ejemplo. En España, la moderación salarial ha sido tan generalizada que el salario real medio ha crecido una media de un 1,93 por ciento entre 1995 y 2007.
La productividad ha crecido un 5,31 por ciento, mientras que el Producto Interior Bruto per cápita ha crecido un 44,69 por ciento, pero tan mal repartido que el peso de las rentas salariales a pasado del 66 por ciento al 54 por ciento en la riqueza nacional.
Estos dogmas neoliberales, en la economía española, han producido un mercado de trabajo fracturado, dualizado, en el que la temporalidad, la subcontratación y la descentralización y externalización han jugado un papel determinante.
LA VISION DE KEYNES
Frente a la teoría neoclásica liberal, Keynes afrontó la crisis del 29, la más dura conocida por la economía hasta nuestros tiempos, formulando el problema de la siguiente manera: Un shock externo produce la crisis. Aumenta el desempleo y bajan los salarios. Baja el consumo y caen los precios. Las expectativas de beneficios caen y, en consecuencia la inversión también se desploma. La espiral de la crisis se retroalimenta y el círculo vicioso se reproduce.
Keynes supuso una revolución en el pensamiento económico. Pero junto al conocimiento del mecanismo de la crisis, Keynes plantea cómo salir de la misma. Es necesario mantener y aumentar el gasto público para contener la pérdida de empleo. Mayor empleo contribuye a incrementar la demanda y la riqueza aumenta. Mayor demanda y un incremento de los salarios, contienen la caída de la inflación y, todo ello, acarrea la recuperación económica.
Los salarios no son la causa de la crisis, sino que son un aparte de la solución para superarla. Como todo el mundo sabe la crisis vino de la mano de la desregulación de los mercados financieros y los altos beneficios especulativos en sectores como el inmobiliario
La congelación salarial, además de injusta, es tremendamente arriesgada para los propios empresarios.
Los salarios son una contención, un escudo y un freno para el avance de la crisis.
Un modelo como el español, con empleos precarios, bajos salarios, mileurismo crónico, es un modelo de baja productividad.
Tras todos los prolegómenos keynesianos y neoliberales. Tras las interpretaciones sobre el funcionamiento de la economía, sus crisis y las salidas a las mismas, conviene aterrizar en España.
Nuestro país ha creado empleo muy deprisa en los años pasados. Especialmente en sectores como la construcción, la hostelería, el comercio, la sanidad y servicios sociales o en el hogar. Empleos que requieren mano de obra intensiva, con productividad muy baja, salarios bajos y temporalidad alta.
Esta estructura económica y del empleo ha producido que el 60 por ciento de los trabajadores sean mileuristas. Sin embargo, el crecimiento económico continuado ha sobredimensionado el endeudamiento, que en 2007 suponía el 130 por ciento de la Renta Bruta Disponible.
La competitividad española ha intentado basarse en los costes laborales bajos. Esa vía nos lleva a competir con China o Corea y ahí llevamos todas las de perder. De hecho perdemos cuota de mercado internacional en casi todos los sectores.
Los salarios han crecido anualmente como máximo el 5 por ciento, mientras que los beneficios lo han hecho en tasas en torno al 10 por ciento. Todo ello no ha impedido que nuestras tasas de desempleo sean las más altas de Europa, en torno al 18 por ciento, más que duplicando la media europea y casi triplicando las de Alemania, Italia o Reino Unido.
Asustadas con la situación las familias españolas hemos decidido consumir menos y ahorrar más. El ahorro familiar ha pasado de un 10 por ciento en 2007 a un 18 por ciento en 2009. Los precios caen y la riqueza también. Hemos entrado de lleno en el ciclo Keynesiano de la crisis, de forma abrupta y de golpe.
SALARIOS PARA SALIR DE LA CRISIS
En una situación como la actual, con una inflación negativa, la posición de la patronal de congelar salarios, es suicida. Si además exigen abiertamente menor gasto público, el resultado sólo puede ser mayor caída de las ventas. Una agudización de la crisis para las empresas.
La congelación salarial, además de injusta, es tremendamente arriesgada para los propios empresarios.
Los salarios son una contención, un escudo y un freno para el avance de la crisis.
Un modelo como el español, con empleos precarios, bajos salarios, mileurismo crónico, es un modelo de baja productividad. De hecho los costes laborares son mucho más bajos y han crecido mucho menos que en los países nórdicos. Sin embargo las economías nórdicas son mucho más productivas y competitivas que la nuestra.
Medidas como subir el Salario Mínimo Interprofesional, reducir jornada laboral sin reducir salario, disminuir las figuras contractuales, regular mejor el mercado de trabajo (no desregularlo aún más), reforzar los contenidos y el papel de la negociación colectiva, pueden ser medidas que permitan contener la crisis y salir antes de ella.
Las teorías neoliberales no sólo no explican la realidad económica, sino que además esquivan el conflicto entre capital y trabajo, intentando laminar a la parte más débil.
El chantaje patronal permanente sobre los Costes Laborales Unitarios que, según ellos, jugarían a favor de la competitividad, se ha demostrado irreal y fracasado. Menos salarios no es más inversión, sino desgraciadamente más reparto de beneficios empresariales.
Vivimos una crisis dura, abrupta, en la que las subidas de la bolsa conviven con deflación y caídas del PIB. La congelación salarial sólo significa menos ventas y mayor recesión.
Frente a la irresponsabilidad patronal en la lucha contra la crisis, enrocada en posiciones neoliberales que consisten básicamente en salir de la crisis recomponiendo altos beneficios empresariales, cargando los costes sobre los salarios y los derechos de los trabajadores, CCOO y UGT vamos a defender el papel de la negociación colectiva, luchar por el desbloqueo de los convenios y reivindicar subidas salariales, moderadas, pero en torno a la previsión de inflación del 2 por ciento, que contribuyan a contener la crisis y abordar la reactivación económica.
Vamos a un trimestre furo, intenso en la lucha por salvar empresas, salvar empleo, combatir la crisis, desbloquear la negociación colectiva y abrir puertas a compromisos por el futuro. Un futuro de empleo, de cohesión social y de economía inversora, sólida, productiva y competitiva.
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