Opinión en el diario La Voz de Asturias

Primera toma.

El coste del HUCA

08/04/2010, en La Voz de Asturias

Es la gran pregunta del momento, como lo fue hace siete años cuando el proyecto pasaba del papel a la realidad. El Hospital Universitario Central de Asturias es, sin duda, la gran obra pública del Principado, junto con El Musel y el AVE, y también es uno de los asuntos más controvertidos en los últimos meses. La dilación de las fechas permite distraer el verdadero debate que, como sociedad, debemos plantear a los gestores de la cosa pública. El continente absorbe al contenido, y lo superfluo encabeza la lista de agravios políticos de la oposición. Acabar el HUCA es una obligación y su plazo, más o menos, finalizará cuando la obra esté acabada. No se sorprendan, porque esta última sentencia es una obviedad pero intenta reflejar que el valor del momento actual no pasa tanto por los meses que faltan para juntar los ladrillos y el hormigón, sino por el cometido que viene a continuación.El traslado del antiguo hospital al nuevo es el verdadero reto. Aquí se juega mucho el sistema sanitario, y no sólo por el traspaso físico de 6.000 personas y los miles de pacientes anuales que se mueven por el centro. El cambio de filosofía del HUCA debe implantarse en los pacientes y, por supuesto, entre los profesionales. Asumir que las nuevas instalaciones son algo más que cuatro paredes en forma de mano extendida mirando al Aramo supone entender el destino de esta actuación. Por eso, el debate, sobrecostes aparte, debe centrarse en este objetivo, porque los destinatarios del complejo hospitalario quieren saber, por encima de otros temas, los servicios que van a tener. El dinero siempre es un buen reclamo para la disputa partidista, y más ahora, con el precedente del Palma Arena. El HUCA no está en la trama Gürtel ni el presidente del Principado está procesado por corrupción y malversación de fondos públicos. La comisión de investigación siempre será positiva, pero hay que preguntarse qué se ha hecho desde este organismo en los últimos dos años de gestión. La diferencia con otros casos, incluido el balear, es que aquí, administración y empresas no hablan el mismo idioma, no es una cuestión de sobres con dinero si no de falta de vil metal. El acuerdo, con estas premisas, nunca es sencillo.