No hay una receta única, y menos garantía de solución al aplicarla
La Europa social, a dieta
España, Portugal, Grecia e Irlanda activan duros recortes de gasto por orden de Bruselas - Portugueses e irlandeses no tocan por ahora las pensiones, al contrario que el Gobierno español - Italia prepara un ajuste para ahorrar 25.000 millones que afecta a funcionarios y jubilados.
Oviedo, L. GANCEDO
Al tercer año de crisis, Europa y su Estado del bienestar se ponen a dieta, más severa en los casos de España, Portugal, Irlanda y Grecia. Las dudas sobre la solvencia de estos países, sus dificultades en los mercados financieros y los riesgos que ello implica para el conjunto de la economía continental han determinado a la zona euro a imponer una rígida disciplina fiscal -de gastos e ingresos públicos- enfocada, sobre todo, hacia un grupo de naciones que, pese al sobresaliente crecimiento de algunas de ellas (España e Irlanda, principalmente) durante la década anterior a la Gran Recesión, han terminado por hacer buenos los pronósticos de quienes habían alertado sobre los desequilibrios de esas economías. Son los países que ciertos observadores anglosajones agruparon bajo el acrónimo peyorativo PIGS (cerdos, en inglés) y que, entre otros, comparten un rasgo: haber sido durante años beneficiarios principales de los fondos europeos para el desarrollo.
Emplazados por el Fondo Monetario Internacional (FMI), por la Unión Monetaria o por iniciativa propia, España, Grecia, Portugal e Irlanda tienen en marcha duros procesos de ajuste que, con distinta intensidad, afectan al Estado del bienestar y a la riqueza de los ciudadanos. El plan español, con recortes de salarios para los empleados públicos, congelación de pensiones y más cirugía en la obra pública, debe pasar esta semana el examen de los ministros de Economía y Finanzas de la Eurozona. Aunque las intensidades varían, las medidas que anunció el presidente Zapatero en el Congreso el pasado miércoles está en la línea de las que se aplicarán griegos, irlandeses y portugueses. Y son de naturaleza análoga también a las que prepara la Italia de Silvio Berlusconi.
Irlanda, sin garra.
La economía irlandesa asombró al mundo durante los últimos veinte años. Una estrategia basada en la baja fiscalidad para las empresas, en la inversión en educación, en la conexión del país con grandes «lobbies» estadounidenses, y favorecida por la condición anglófona del país y por el intenso apoyo de los fondos de la UE, colocó a Irlanda a la cabeza del crecimiento europeo y con tasas de paro del 4%. Ese proceso le valió a Irlanda la admiración de la comunidad internacional y el sobrenombre de «tigre celta».
El tigre empezó a perder las garras por el lado de su sistema financiero. Al calor de la crisis global y del estallido de su propia «burbuja» inmobiliaria, el Estado irlandés tuvo que salir en 2009 al rescate de su tercer banco, el Anglo-Irish Bank, nacionalizado. La caída de las exportaciones y el abrupto desenlace de un «boom» constructor semejante al español redondearon la crisis irlandesa. Y en tres años, Irlanda pasó de una tasa de paro del 4% (2006) al 13% actual, aunque está lejos del 20% español.
Las cuentas públicas se han deteriorado también a gran velocidad en un país con una fiscalidad blanda, donde, según informaciones periodísticas, uno de cada dos contribuyentes está exento de pagar impuestos y el tipo del tributo de sociedades es singularmente bajo (12,5%) para atraer empresas.
El déficit público escaló hasta el 14,2% en 2009 (superior al español, del 11,2%). El endeudamiento público se mantiene en tasas contenidas (64% del PIB), aunque, como en España, ha avanzado a fuerte velocidad.
El Gobierno de Brian Cowen, perteneciente al partido conservador (Fianna Fáil), tomó decisiones de ajuste antes que otros países. Los salarios de los funcionarios bajaron un 5% en los dos últimos años (hasta un 15% en el caso de los profesores y los policías) y hubo aumentos de tributos, aunque no se tocó el ventajoso impuestos de sociedades. En diciembre pasado se acordó otro recorte de gasto de 4.000 millones. El dinero destinado a prestaciones y servicios sociales también ha bajado un 5%, pero sin tocar las pensiones.
Aunque la posición del país en los mercados financieros mejoró con aquellas medidas, el seísmo que originó el rescate griego arrastró a Irlanda; y el Fondo Monetario Internacional (FMI), partícipe en el mecanismo de rescate de la eurozona, ha reclamado al país, al igual que a España, Grecia, Portugal o Italia, que profundice con la tijera.
Portugal, por consenso.
La economía portuguesa entró en la Gran Recesión precedida de otro período económico difícil. El país había crecido por encima de la media europea en los años noventa, pero lo hizo con un patrón que generó desequilibrios importantes (fuerte endeudamiento privado, déficit exterior...). El ajuste posterior deprimió el consumo y la inversión durante años, y el PIB portugués llegó a retroceder en 2003. En aquel momento España crecía más del 3%.
Portugal llegó a finales de 2009 con un déficit del 9,4% y, como España y la mayoría de los países de la zona euro, recibió el mandato europeo de presentar un plan de estabilización y crecimiento para reequilibrar sus cuentas públicas en el horizonte de 2013. El plan luso incluía anuncios de subidas de impuestos, congelación de salarios públicos y recortes de gasto social.
«Los irlandeses alucinan con el paro español»
Asturianos que viven en Irlanda, Portugal e Italia destacan el asombro de los ciudadanos de esos países por la situación española
Oviedo, José Luis SALINAS, en La Nueva España
Seis asturianos con trabajo estable en países que han sido señalados por presentar importantes riesgos financieros (Portugal, Irlanda e Italia) cuentan su experiencia sobre cómo afrontan la crisis y explican que imagen se tiene en sus países de destino sobre España.
Ángela Pañeda (Portugal).
Ésta geóloga ovetense lleva varios años trabajando en el sur de Portugal para una empresa minera de Canadá. Según asegura, «éste es un país que vive constantemente en crisis. El portugués se aprieta el cinturón en cuanto escucha la palabra crisis en los medios, pero en cuento deja de ser noticia vuelve a consumir igual que antes. Es un pueblo que vive muy endeudado». Los ciudadanos portugueses han aceptado las medidas anticrisis con resignación, señala. Y matiza: «Pero se quejan constantemente de que no pueden hacer frente al aumento del IVA. Están casi siempre indignados con el mal ejemplo que dan los dirigentes y con los sueldos tan altos que éstos tienen». La ovetense asegura que pese a la situación económica de España, los portugueses siguen viendo el país como un espejo en el que compararse. «Son conscientes de que España está mal, pero la siguen viendo como algo mejor que su país», apunta.
María José Nava (Irlanda).
«Al principio el Gobierno vendía la moto de que Irlanda no estaba tan mal como España. Ahora se habla de que Irlanda, España, Portugal y Grecia están a la misma altura». Así lo señala María José Nava, natural de la localidad de Villamejín (Proaza), que lleva residiendo en Irlanda desde hace más de diez años. Para hacer frente a la recesión, este país ha llevado a cabo fuertes recortes en el sector público, un incremento de los impuestos y la supresión de muchas ayudas. Los recortes en el sector público, apunta esta profesora de inglés y español, han ido en perjuicio de los ciudadanos. Los trámites son mucho más lentos. «Ahora, en procesar una solicitud para presentarse a un examen de conducir se tarda unos seis meses, y si solicitas la paga de desempleo, no se cobra un duro durante las primeras seis o nueve semanas», señala.
Pablo Álvarez (Irlanda).
«Lo que más sorprende a mis compañeros de trabajo es que España tenga una tasa de paro del 20%. Se quedan alucinados, porque el número de parados españoles es equivalente a la población total de Irlanda», afirma el allerano Pablo Álvarez Martín, que reside en la localidad irlandesa de Cork desde octubre de 2008. Pese a residir en Irlanda, puede verse afectado por los recortes en el sueldo de los funcionarios que pretende aplicar el Gobierno español, ya que tiene una beca para investigación en un laboratorio que depende del Ministerio de Ciencia e Innovación. «La respuesta social a los recortes ha sido similar a la que se va a haber en España: hubo una huelga de funcionarios y varias movilizaciones».
Olga Rodríguez (Italia).
Esta ovetense, profesora de Español en un instituto de la localidad de Rímini (en la costa adriática), asegura que en Italia la crisis se ha cebado especialmente con la industria. Y explica que, aunque el Gobierno de Silvio Berlusconi no ha tomado aún ninguna medida drástica para atajar la recesión, ya se habla de congelar las pensiones, recortes en el sueldo del personal público y poner freno a las jubilaciones anticipadas. A pie de calle, afirma, la crisis está afectando mucho a la clase media. «Algunos chavales del instituto en el que trabajo han tenido que renunciar a participar en algunas excursiones o en los viajes de estudios por los problemas económicos de sus familias», afirma. Según Rodríguez, «desde Italia se mira a España con gran preocupación. Aquí la gente se pregunta cómo es posible que España, que en Italia se ve como un ejemplo de modernidad y desarrollo, la situación se haya precipitado; temen que aquí suceda lo mismo».
Igor Rodríguez (Italia).
Natural de El Entrego, este ingeniero de minas lleva un año y medio residiendo en Italia. Según señala, en el país «se percibe una situación de mejora, la economía se está recuperando y, como tienen un sector industrial bastante fuerte, la crisis no ha generado índices de desempleo tan altos como en España». También asegura Igor que las medidas para hacer frente a la crisis han sido bien recibidas por los italianos. «Se percibe una apuesta del Gobierno por normalizar la situación y fomentar el consumo a través de incentivos; yo mismo me he beneficiado de alguno de ellos», explica. Este ingeniero asegura que a la sociedad italiana le ha sorprendido la situación económica española. «Percibían España como un país fuerte con un gran crecimiento, y ver ahora que nuestros socios europeos nos comparan con Grecia les deja perplejos», indica.
Cristina Quirós (Italia).
Es ovetense, lleva unos veinte años viviendo en Roma y trabaja como ingeniera informática. Según señala, la crisis ha paralizado al mercado laboral italiano. «Conozco gente con un currículum importante que para poder trabajar ha tenido que renunciar a parte de su nivel económico», apunta. La situación empeora para el colectivo juvenil «Para los jóvenes es imposible encontrar un trabajo fijo. Tengo compañeros de treinta años que llevan encadenando contratos temporales más de diez años». Y apunta: «los comerciantes del centro de Roma también lo están pasando mal y están vendiendo sus tiendas a los chinos».
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