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La pérdida de credibilidad de los principales políticos mundiales es un serio riesgo para la democracia en un mundo otra vez dominado por los mercados …

La pérdida de credibilidad de los principales políticos mundiales es un serio riesgo para la democracia en un mundo otra vez dominado por los mercados …

Fracaso de la Cumbre del G20 de Toronto: El mundo sin política global frente a la crisis

Para CCOO, las conclusiones de la Cumbre del G20, celebrada en Toronto los días 26 y 27 de junio, son decepcionantes en todos los terrenos y ponen de manifiesto la incapacidad de este organismo para coordinar de una manera efectiva las políticas económicas de los países desarrollados y emergentes para hacer frente a la más grave crisis económica que el mundo ha padecido desde la Gran Depresión de la década de los treinta del pasado siglo. Además, ha incumplido flagrantemente los compromisos de anteriores cumbres y aprobando unas conclusiones vagas, imprecisas y contradictorias entre sí, los líderes mundiales han dejado al mundo sin una política coherente y global frente a la crisis.

En el terreno de las orientaciones de política macroeconómica, el compromiso de mantener las políticas fiscales de estímulo de la demanda, hasta que el crecimiento económico se consolide y, al menos, durante todo el año 2010, ha sido abandonada. La Unión Europea, secundada por Japón y Canadá, ha impuesto sus criterios a EE UU y los países emergentes. El resultado es que lo que se destaca en el documento de conclusiones es la necesidad de reducir los déficits públicos -al menos a la mitad en 2013- al margen de las tendencias del crecimiento económico y el empleo. Sobre estas últimas lo que se desprende del texto es que cada país haga lo que estime conveniente de acuerdo con sus circunstancias, lo contrario de lo que se establecía en las conclusiones de las tres cumbres anteriores y de lo que exige la situación de la economía mundial afectada por la segunda fase de la crisis financiera -la de las deudas soberanas- cuando todavía no ha salido de la crisis económica.

En el marco del documento aprobado en Toronto, frases sueltas del estilo de "reconociendo la importancia de alcanzar un fuerte crecimiento del empleo y proveer protección social a nuestros ciudadanos" o "reforzar las redes de bienestar social,…, incrementar el gasto en infraestructura" no son sino mera palabrería hueca e hipócrita, cuando al menos una parte fundamental de las naciones del G20, las europeas, está haciendo justo lo contario, y de manera radical.  Al parecer sin miedo alguno a la contradicción y a que se les eche en cara hacer lo contrario de lo que suscriben, los dirigentes políticos de Alemania, Francia, Italia, España, el Reino Unido y Holanda también han suscrito que: "Existe el riesgo de que un ajuste fiscal sincronizado en varias de las principales economías pueda afectar adversamente a la recuperación". O sea que a la Unión Europea no le preocupa en absoluto el riesgo de lo que está justamente haciendo.

El segundo gran fracaso de la Cumbre de Toronto se refiere a la regulación financiera. De la hoja de ruta establecida en la reunión de Londres (abril de 2009), que debía concretarse en acuerdos en la de Pittsburgh (septiembre de 2009), no se ha aprobado nada: se deja -no se sabe muy bien ya qué- para la reunión de noviembre en Corea. En este campo las propuestas parciales y no siempre conjugables de EE UU y la UE se han encontrado con la oposición de los países emergentes. Cuando los especuladores siguen actuando en los mercados contra las deudas soberanas de varios países europeos, ponen en peligro al euro, contribuyen a abrir una segunda fase de la crisis y logran hacer cambiar las orientaciones de política económica: ni una sola medida para enfrentarse a ellos. Es más: ¡ni se menciona el problema! De la tasa a las transacciones financieras ni palabra (en Pittsburgh se encomendó al FMI realizar un estudio para su posible establecimiento). Sobre los paraísos fiscales, los líderes mundiales afirman, contra toda evidencia: "Estamos actuando frente a las jurisdicciones no-cooperativas, basándonos en una evaluación comprensiva,…"

Desde nuestro punto de vista sindical, tal vez lo más grave sea el tratamiento dado a las conclusiones de la Conferencia de Ministros de Trabajo celebrada en Washington, el pasado mes de abril. Fue convocada por la Cumbre de Pittsburgh, y en ella se dio participación formal, por primera vez, a las organizaciones mundiales de los interlocutores sociales -CSI y OIE-. Sus conclusiones reafirmaban todos los contenidos del Pacto Mundial por el Empleo, suscrito por todos los gobiernos y organizaciones sindicales y empresariales del mundo en la  Conferencia de la OIT de Ginebra (junio de 2009), en particular la necesidad de mantener las políticas de estímulo de la demanda hasta consolidar la recuperación de la economía y del empleo y la necesidad de desarrollar universalmente la Agenda del Trabajo Decente de la OIT. La Conferencia se convocó para que sus conclusiones fueran un punto de debate principal del G20 de Toronto. El Primer Ministro de Canadá, anfitrión de la Cumbre, ni las incluyó en el orden del día.  La única referencia a la misma, en las Conclusiones de Toronto, es en el preámbulo: "Agradecemos las recomendaciones de nuestros Ministros de Trabajo y Empleo…"

Sobre comercio, medio ambiente, pobreza y Objetivos del Milenio, sólo se incluyen en las conclusiones de la Cumbre de Toronto, breves párrafos de puro compromiso, mucho más vagos que los de anteriores cumbres.

CC OO, al igual que la Confederación Sindical Internacional cuyo 2º Congreso se clausuró en Vancouver la víspera de la Cumbre del G20, considera que las conclusiones de ésta suponen un serio retroceso respecto a las de anteriores reuniones y muestran la carencia de liderazgo político en la economía globalizada. Para CC OO, la pérdida de credibilidad de los principales políticos mundiales es un serio riesgo para la democracia en un mundo otra vez dominado por los mercados. Al igual que la CSI, CC OO considera imprescindible la movilización nacional y transnacional de los trabajadores por el empleo, contra los planes de ajuste y los recortes en los sistemas de protección social y por una regulación de los mercados financieros que los ponga al servicio de la economía real y de los ciudadanos.

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