A poco más de un mes de la presentación de los PGE para 2011, Público entrevista a la ministra de economía
"Para llegar al objetivo de déficit, no serán necesarios nuevos sacrificios"
Elena Salgado. Vicepresidenta segunda y ministra de Economía y Hacienda. Asegura que se están cumpliendo "exactamente" las previsiones económicas del Gobierno
PEDRO GONZÁLEZ MADRID, en Público.
En poco menos de 40 días, la vicepresidenta económica, Elena Salgado (Orense, 1949), presentará sus segundos Presupuestos al frente de Economía y Hacienda, los de 2011. A pesar del fuerte ajuste que contemplarán, dice que no están siendo más difíciles que los que preparó para 2010. Se la ve tranquila, una vez superada la aguda fase de tensión en los mercados del pasado mayo, y a pesar de la marejada de los últimos días en torno a los impuestos. Confiesa que le incomoda que la tachen de neoliberal, y subraya que el objetivo de reducir el déficit es el paso previo para volver a una senda de crecimiento y creación de empleo. Y, para lograr la meta del 3% de déficit, descarta que puedan ser necesarios nuevos sacrificios.
¿Siguen manteniendo sus previsiones económicas? ¿O han advertido algún efecto por las tensiones financieras de mayo o por la subida del IVA?
El segundo trimestre, si lo confirma el INE, habremos crecido un 0,2%, que es exactamente lo que habíamos previsto. Es verdad que hubo tensiones en mayo, pero, aunque afectaron al coste de nuestra deuda, han tenido un reflejo reducido en la actividad económica. No hay prácticamente todavía datos para el tercer trimestre. La recaudación de julio ha ido bien. Y aún no tiene en cuenta el incremento del IVA. En cualquier caso, nosotros seguimos manteniendo nuestra previsión: no habrá trimestres negativos; y el año terminará con esa disminución del 0,3% del PIB de media que habíamos previsto.
Pero no se descarta que el crecimiento pueda ser cero en este trimestre
Es por eso, precisamente, por lo que decimos que no habrá trimestres negativos. Lo que no prevemos es que el PIB disminuya. Estamos hablando de un pequeño punto de inflexión en el tercer trimestre que siempre habíamos previsto. El crecimiento se desacelerará un poco, pero sin llegar a la recesión.
Están en la recta final de la elaboración de los Presupuestos para 2011. Es su segundo presupuesto como ministra de Economía y Hacienda, marcado por un severo ajuste. ¿Son estos más difíciles que los anteriores?
Yo creo que no. Subjetivamente, no. Los Presupuestos para 2010 tuvieron que hacer frente a un hecho muy poco frecuente, como es que los ingresos de 2009 se habían alejado muchísimo de la previsión que habíamos hecho. Y eso era un pie forzado para elaborar los presupuestos del año siguiente. Ahora, para 2011, sabemos que estamos en medio del cumplimiento de un plan de austeridad, muy exigente. Vamos a reducir el déficit en más de 3 puntos entre 2010 y 2011; lo que quiere decir que, por mayores ingresos y menores gastos vamos a tener una diferencia de algo más de 30.000 millones entre un año y otro. Es un esfuerzo muy considerable. En términos de números, sí son más difíciles. Pero en términos subjetivos, de cambio de situación, fueron más complicados los anteriores.
El ajuste supondrá un recorte de gasto para los ministerios de una media del 15%. Pero ¿hay algún departamento para el que el recorte sea más suave?
Hay políticas prioritarias. Las políticas sociales, que se mantendrán; y otras, como por ejemplo, las de I+D, en las que el recorte será muy inferior a la media.
Con estos recortes, ¿tiene que pelear mucho con los otros miembros del Gobierno?
Nuestro presupuesto tiene partidas muy importantes comprometidas desde el inicio: las pensiones, las prestaciones por desempleo, las clases pasivas, las contribuciones a la Unión Europea, el pago de los intereses de la deuda Lo que queda disponible para la actuación de los ministerios es menor que otros años, y los ministros lo saben. Así es que, peleas peleas, no he tenido ninguna; discusiones, bastantes, y las vamos a seguir teniendo. Todavía quedan cuarenta días por delante para terminar la elaboración de los Presupuestos.
Ha sido posible sacar un gasto adicional para el Ministerio de Fomento en 2011. ¿Puede haber otros departamentos que reclamen también mayor margen ahora?
Es que la disminución más importante en las cifras iniciales había sido en el Ministerio de Fomento. Cuando se trata de atribuir fondos adicionales es mucho más fácil. Pero cuando se trata de distribuir un Presupuesto muy austero, las decisiones siempre son más complicadas. Nosotros hemos querido mantener cierto equilibrio entre la reducción de algunos conceptos que se habían introducido en los momentos de bonanza, cuando teníamos recursos disponibles, como la ayuda por nacimiento o la deducción de 400 euros, y el ajuste en el resto del Presupuesto. Y el ajuste fue muy importante en infraestructuras. Con una reprogramación de los proyectos muy inteligente por parte del ministro de Fomento, que está utilizando al máximo las capacidades que ofrece la posibilidad de una financiación público-privada, y que está gestionando los tiempos de ejecución de las infraestructuras, con especial atención a las que están próximas a su finalización. Yo creo que es esa reprogramación en la que ahora el ministro va a tener un pequeño mayor margen.
Todos los años se especula con que sean insuficientes los apoyos parlamentarios, y se vaya a una prórroga presupuestaria. ¿Cree que este año los grupos pueden poner más dificultades?
Todos estamos haciendo un gran ejercicio de responsabilidad. Y cuando digo todos, deberíamos ser todos. Yo creo que los ciudadanos y los grupos parlamentarios son conscientes del momento en el que vivimos y de la necesidad de contar con un presupuesto para el año próximo.
Ha mencionado que los ingresos marchan ligeramente por encima de lo estimado. ¿Cabe la posibilidad de que el déficit de este año sea mejor de lo previsto?
Creo que estará en lo estimado. Es verdad que se ha podido producir un anticipo de algunas compras importantes, y eso puede haber tenido su reflejo en la recaudación por IVA. Hay que ser muy prudentes, y por eso hemos hecho unas previsiones muy exigentes. Yo, en este momento, apuesto a que se va a cumplir el objetivo, pero no me atrevo a decir que se va a mejorar. En cualquier caso, tanto la Comisión Europea como nosotros mismos creemos que, en un momento en que el crecimiento es muy limitado, pasar del 11,2% del año pasado al 9,3%, que es nuestro objetivo para 2010, es ya un esfuerzo importante.
Para 2011 el objetivo es bajarlo al 6%, y de ahí el ajuste acordado. Pero queda luego otro trecho importante para llegar al compromiso de reducirlo hasta el 3% en 2013. ¿Para salvar este segundo escalón, cree que serán necesarios nuevos sacrificios?
No, porque en ese segundo paso nos va a ayudar mucho el crecimiento económico. Un crecimiento que se va a ir acelerando. Para 2011, prevemos un aumento del PIB del 1,3%; pero después superará el 2%. Ese crecimiento nos va a ayudar a la recuperación de la economía, y con ella de los ingresos. Y por eso no prevemos el hacer esfuerzos adicionales parecidos a los que tenemos que realizar este año.
¿Entonces, la estructura fiscal también será suficiente para alcanzar ese déficit del 3%, y no prevé subidas de impuestos?
En nuestro Plan de Estabilidad, que mandamos a Bruselas, figura una estimación de los ingresos con la estructura impositiva actual. Y es una estimación de ingresos que depende fundamentalmente del crecimiento. Si se produce el crecimiento que nosotros hemos previsto, tendremos sin ninguna duda ingresos suficientes. Es la variable crecimiento la que debemos tener más en cuenta. Y paso previo a ese crecimiento es bajar el déficit. La reducción del déficit no es el objetivo final; el objetivo final es la recuperación, la generación de actividad económica y la creación de empleo.
Pero los analistas de las agencias de calificación, como Moody’s o Fitch, han puesto en duda la capacidad de crecimiento de la economía española
Deberían tener en cuenta las reformas estructurales. Es verdad que hemos puesto en marcha un plan de austeridad, y que la cifra de inversión pública se va a reducir. Por tanto, hay que encontrar otras fuentes de crecimiento. Y estas son los incrementos de la productividad, de la competitividad y las reformas estructurales que estamos llevando a cabo.
Entre las reformas anunciadas está la del sistema de pensiones. ¿Qué elementos incluirá la propuesta del Gobierno? ¿La edad de jubilación? ¿El periodo de cálculo?
La edad de jubilación con toda seguridad. El presidente del Gobierno, en el debate sobre el estado de la nación, así lo ha anticipado. Creemos que es un debate en el que necesariamente tenemos que estar, porque las previsiones sobre las cuentas de la Seguridad Social así lo exigen. Ahí no tenemos opción. Se podrá discutir la cadencia, el ritmo. Pero retrasar la edad legal de jubilación es una necesidad; no en este momento, pero desde luego en un horizonte no demasiado lejano, de 15 o 20 años, que en términos de pensiones significa iniciar ya los cambios. En todo caso, estamos a la espera de las conclusiones del debate en el seno de la comisión parlamentaria del Pacto de Toledo. Cuando recibamos el documento de conclusiones, será el momento de discutir los temas más concretos.
¿En qué figura fiscal se producirá ese ajuste para mejorar la equidad?
Nuestros impuestos son relativamente limitados. Los impuestos directos, dejando aparte Sucesiones, son el IRPF y Patrimonio. Y dentro de Renta, están las del trabajo y las del capital. Si, finalmente, se hace un pequeño ajuste será en alguno de ellos.
Hace unos meses, comentó que se arrepentía de que se hubiera eliminado el Impuesto sobre el Patrimonio. ¿Es un impuesto que se puede recuperar?
Lo que dije, y no hablaba sólo por mí, es que si hubiéramos sabido que la crisis iba a tener la duración que finalmente ha tenido, no lo habríamos eliminado en ese momento. Pero este impuesto, y lo decíamos entonces y lo decimos ahora, estaba mal diseñado, afectaba fundamentalmente a las clases medias y permitía que las comunidades autónomas pudieran reducirlo a cero, y, por tanto, que existiera en unas sí y en otras no. Cierto que era un impuesto que producía unos ingresos de 2.000 millones, a los que renunciamos en un momento en que, evidentemente, las finanzas públicas los hubieran necesitado. Pero, insisto, estaba mal diseñado, y permitía que, por la decisión de un gobierno autonómico, hubiera comunidades con Impuesto de Patrimonio y otras no. Y eso sigue siendo una dificultad que tiene este impuesto.
Los análisis internos de Hacienda revelan que, aunque el tipo del Impuesto sobre Sociedades es del 30%, las empresas sólo pagan el 10%. ¿Están trabajando en alguna reforma para corregir esa situación?
No. En este momento, no. Ahora tenemos que dar certidumbre a las empresas sobre cuál es el régimen fiscal que se aplica a sus inversiones y a su actividad, tanto dentro como fuera de España. Incluso hemos puesto en marcha un grupo de trabajo, abierto a empresas de todo tamaño, para que, antes de que hagan una inversión, una compra, un proyecto, sepan cuál es el tratamiento fiscal que se les va a aplicar. Así que, en este momento, no está prevista ninguna reforma del Impuesto sobre Sociedades.
¿El cambio de director general supone algún cambio en la estrategia de la Agencia Tributaria?
La llegada de un director nuevo supone el impulso renovado habitual de quien se hace cargo de una institución. Ha realizado algunos cambios en la organización, entendiendo que con ellos se favorecía una mejor actuación. La Agencia es extraordinariamente eficaz. Por eso, en este momento, debemos hacer más visible la lucha contra el fraude fiscal. No es que no exista, es que no es suficientemente visible, y algunas encuestas recientes nos lo han puesto de manifiesto. Es necesario que todos los ciudadanos sean conscientes de la necesidad y de la obligación legal y moral de contribuir al sostenimiento de los servicios públicos en España.
¿Y eso cómo se hace?
Con comparecencias más regulares por parte del director de la Agencia Tributaria, por ejemplo, para dar cuenta de lo que se ha hecho. Hasta ahora, no le dábamos mayor publicidad al trabajo de la Agencia. Pero creo que es bueno hacer públicos los resultados en la lucha contra el fraude. Primero, como un aviso para quien pudiera tener en la cabeza la intención de defraudar; y, en segundo lugar, para que se vea que estamos absolutamente decididos a terminar con el fraude fiscal.
Pese al proceso de reordenación de las cajas y de la publicación de los test de estrés del sector financiero, se han oído algunas manifestaciones, como la del consejero del BCE, José Manuel González Páramo, asegurando que el ajuste del sector no ha terminado. ¿Qué cree que falta?
Lo que falta es consolidar y llevar a la práctica todos los procesos de integración que se han anunciado hasta este momento en las cajas de ahorros. En algunos casos falta algún trámite. Y hay que abordar la reestructuración de oficinas que se exige. Por supuesto, corresponde a las propias entidades decidir si quieren procesos de consolidación adicionales. Pero ya vamos a reducir a menos de la mitad el número de cajas de ahorro, y es un proceso importante.
Pese a todo, sigue sin fluir el crédito como es deseable. El propio presidente del BCE, Jean-Claude Trichet, ha instado a la banca a dar más préstamos.
Es que es un fenómeno europeo, no sólo español. En la medida en que los resultados de los stress test permitan que los bancos puedan obtener financiación en los mercados con mayor facilidad, eso debería trasladarse en más créditos para familias y empresas. Pero también hace falta que las empresas presenten proyectos solventes. Y mientras tanto, el ICO está haciendo un importante papel para cubrir esa diferencia entre las peticiones de crédito solvente y lo que los bancos están efectivamente concediendo. El ICO ha concedido hasta ahora un 32% más de créditos que el año pasado, que ya fue de gran actividad. El importe de los créditos concedidos supera los 13.500 millones de euros, con más de 215.000 operaciones.
Pero las pymes y los autónomos se quejan de que no está funcionando como esperaban la nueva línea de préstamos directos.
El ICO da créditos, no subvenciones. Es importante aclararlo, pues se trata de dinero público. Si el ICO tiene un quebranto, tiene que ser inmediatamente cubierto por el Presupuesto. Por eso, el ICO tiene que ser cuidadoso, y debe tener una razonable expectativa de que los préstamos se van a devolver. Ya dijimos que las primeras peticiones serían las que hubieran recibido negativas de las entidades financieras, y que tendrían un porcentaje menor de aceptabilidad por parte del ICO. Pese a todo, ya se han concedido más de 1.300 créditos, por un importe total de 39 millones de euros. Yo creo que está funcionando bien.
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