Matesanz atendió ayer a LA VOZ en el hall del Hotel de la Reconquista, en Oviedo.
El reto de los trasplantes es fabricar los órganos
España colabora en un experimento para producir corazones
La Voz de Asturias / Susana D. Machargo Oviedo
Un equipo de investigación norteamericano extrajo el corazón a un ratón, lo vació de células y dejó la matriz fibrosa para después rellenarlo con las células madres de otro ratón. El corazón comenzó a latir. El reto está ahora en dar el salto a humanos, en conseguir que la fábrica de órganos no sea una utopía sino una realidad que, además, acabaría con el rechazo, porque las células inyectadas al órgano serían las del receptor. En esta empresa titánica está inmersa ahora la Organización Nacional de Trasplantes (ONT) de España, en colaboración con el Hospital Gregorio Marañón y con un grupo de investigación de Minnesota, en Estados Unidos.
Así lo explicó ayer en Oviedo Rafael Matesanz presidente de la ONT, organización que, junto con The Trasplantation Society, ha sido galardonada con el premio Príncipe de Asturias 2010 a la Cooperación Internacional.
Matesanz señala que en estos momentos puede parecer un sueño fabricar órganos, pero ya no lo es producir tejidos. Esta experiencia junto con las investigaciones que tienen en marcha le infunden mucho optimismo. Está seguro de que en el plazo de 10 años ya no será una utopía y la fábrica de órganos estará más cerca: “Estamos aún en una fase preliminar, pero el procedimiento ya está encaminado. Parece ciencia-ficción pero si lo logramos podremos conseguir una fábrica de órganos”.
Como ya lo está el primer trasplante mundial de piernas, que se está organizando en España. Matesanz explicó que ya existe un paciente en lista de espera. Sólo queda encontrar al donante adecuado. Se trata de una intervención que no se había planteado nunca por multitud de circunstancias, sobre todo, porque existen prótesis muy desarrolladas que otorgan al paciente mucha movilidad y una gran calidad de vida. El presidente de la ONT matizó que la intervención sólo está indicada para casos muy concretos, en los que las piernas están seccionadas en un punto muy alto donde no es posible utilizar elementos ortopédicos.
Este paciente podrá volver a andar. O al menos eso es lo que esperan en la Organización Nacional de Trasplantes. Según Matesanz, “va a llevar mucho tiempo que consiga ponerse en pie, necesitará de mucha rehabilitación, pero sí un trasplantado de brazos consigue mover los dedos, que es mucho más complejo, creo que un trasplantado de piernas podrá caminar y tener autonomía”.
El mito de Frankenstein ¿Y qué pasa con el cerebro? ¿Será posible trasplantar cerebros algún día? En este caso es más escéptico y recurre a Frankenstein para explicarlo: “Si trasplantamos un cerebro a un cuerpo, en realidad estamos trasplantando un cuerpo a un cerebro, porque en él es donde está la vida. Lograrlo sería la mayor panacea de la medicina”.
Al margen de estas consideraciones, la ciencia no está todavía preparada. Matesanz afirma que uno de los mayores problemas es que no se sabe cómo conectar el cerebro a la médula, como conectar las terminaciones nerviosas, “por eso tampoco podemos ayudar todavía a los tetrapléjicos y a los parapléjicos”. Sin embargo, en este campo también se está avanzando y tiene constancia de que se están utilizando terapias con células madre en pacientes donde la paraplejia es reciente.
Trasplantes de piernas, de cara, fábricas de órganos vitales... ¿Hay algún límite ético? El presidente de la ONT es rotundo: “Que el trasplante tenga utilidad clínica y que en los resultados los problemas nunca superen a los beneficios”. Pero en este saco no mete a los injertos de cara. Ha conocido a los tres pacientes españoles y dice que su intervención está justificada, “porque el antes y el después no tiene comparación”. Está convencido de que en el plazo de dos años podrán salir a la calle con normalidad, “puede que no sean totalmente naturales pero no llamarán la atención”.
Para explicar su teoría pone como ejemplo el trasplante de útero para conseguir un embarazo: “En este caso el riesgo es altísimo. Habría que injertar un útero a la mujer, practicar la inseminación artificial, vigilar la evolución del embarazo y después del parto retirárselo, porque sino tendría que pasar el resto de su vida tomando inmunosupresores. El riesgo para la madre y el niño es muy alto y hay otros procedimientos más seguros para tener hijos”. Como conclusión al aspecto ético, Matesanz argumenta que “no todo lo que se pueda hacer se debe hacer, el día en que perdamos el norte perderemos el auténtico valor que tiene este modelo”.
La Unión Europea ha aprobado recientemente una resolución sobre trasplantes, la duda es si será posible extender el modelo español a todo el continente, si los órganos se intercambiarán entre países. El presidente de la ONT lo rechaza de plano, ahora sería técnicamente inviable y además muy costoso. Porque no pueden pasar más de cuatro horas desde que un pulmón y un corazón se extraen hasta que se injertan y porque la organización sería muy compleja.
Matesanz dice que esa directriz europea sirve para unificar y aprender. Consensuar los protocolos, incrementar los niveles de concienciación, mejorar la tasa de donación, compartir las técnicas más innovadoras y ampliar la formación de los profesionales. Una colaboración a nivel continental, que tendría a España situada a la cabeza.
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