Lopez-Arranz se jubila y pasa a ser profesor emérito
«Es una aberración que un hospital como el HUCA no tenga campus»
Este cirujano, que fue decano y rector, se jubila tras cumplir 70 años. La Facultad de Medicina le brindará un homenaje el día 17
Juan Sebastián López-Arranz Director de la Escuela de Estomatología
El Comercio. 08.11.10 -L. FONSECA | OVIEDO.
Llegó al Hospital Central el 1 de abril de 1975. Desde entonces, la figura de Juan Sebastián López-Arranz, nacido en Valladolid en enero de 1940, queda asociada obligatoriamente a Asturias. A Asturias, y al HUCA, complejo sanitario que debe buena parte de su espíritu universitario a este médico, cirujano y dentista. López-Arranz confiesa con orgullo que la ’U’ del HUCA, la que le confiere carácter universitario, casi le pertenece. Fue su cruzada particular, como en su día lo fue la estomatología y la escuela de la que ahora se despide. El próximo día 17 la Facultad de Medicina le brindará un homenaje con motivo de su jubilación. El aula magna de la Clínica Universitaria de Odontología llevará desde ese día su nombre.
-Se jubila, pero no se va del todo.
-La actividad docente no la abandonaré por completo, ya que me quedo en la Universidad como profesor emérito. De donde si me jubilé y me marché ya en agosto fue del Hospital Central. (Allí ocupaba la jefatura de la unidad de Cirugía Maxilofacial).
-Usted pudo trabajar hasta los 70 años. Sin embargo, otros médicos no han podido hacerlo porque el Principado les obligó a jubilarse a los 65. ¿Se cree afortunado?
-Me siento afortunado, pero no por haber trabajado hasta los 70, sino por haberlo hecho en algo que me apasiona como es la medicina y la docencia.
-¿Qué le parece la jubilación obligatoria a los 65 años?
-Sé que estamos ante dificultades económicas y es posible que los mayores actuemos de tapón para la llegada de gente joven, pero también creo que no es bueno que aquellas personas que tengan capacidades no las puedan seguir desarrollando.
-Tiene usted un currículo amplísimo. Médico, cirujano, profesor, catedrático, director médico del HUCA, decano, rector, académico, honoris causa e, incluso, político en la UCD, primero, y en el CDS, después. ¿Qué le queda por hacer?
-Muchas cosas. Es bueno abrir etapas, pero también saber cerrarlas.
-Su paso por la política, ¿por ejemplo?
-Mi paso por la política no lo cerré. Lo que ocurre es que estoy huérfano de partido, pero me sigo considerando una persona muy política.
-También fue de la ’Plataforma ciudadana pro nuevo hospital’...
-Me gusta que recuerde eso. Es bueno tener memoria, porque hubo mucha gente que se opuso al nuevo hospital. Y no me refiero al que ahora se levanta en La Cadellada, sino al que se propuso en 1990, que se empezó a gestar por una de esas genialidades de Juan Luis Rodríguez-Vigil. Yo lo viví como rector y mantuve conversaciones muy serias con Juan Luis. Aquello fracasó por la coyuntura que sufrió el propio Vigil... Luego se constituyó esa plataforma que dice, que hizo reverberar el tema años después.
-También participó en la comisión técnica del futuro HUCA, que asesoraba sobre cómo construir el mejor hospital. ¿Qué pasó con eso?
-Pues que va a pasar, que nos echaron, sin más.
-¿Por qué?
-Nunca nos dieron una explicación. Fue una de las actividades más satisfactorias que me tocó hacer. Conocí a gente impresionante. Personas que fueron ejemplo de lealtad para el partido en el Gobierno y que salieron muy perjudicados de todo aquello.
-¿Quién decidió echarles?
-¿Usted quién cree?
-¿El entonces consejero de Salud, Rafael Sariego?
-Claro.
-¿Quienes estaban en el grupo?
-Paz Villaverde, Tino Blanco y Abelardo Román.
-¿El tiempo les dio o les quitó razón sobre los cambios que habían propuesto entonces?
-Nos ha dado más razón que quitado. Sobre todo, sobre el presupuesto. Nosotros ya decíamos en 2003 que el coste iba a ser más elevado, algo que se está demostrando ahora.
-Siguió usted los pasos del HUCA desde que germinó el proyecto en 2002 hasta que la comisión de dirección técnica se cerró años después. ¿Qué diferencias hay entre aquel proyecto y el actual?
-Se parece, pero sólo en parte. Eso se logró gracias a que se efectuaron muchas correcciones, porque los arquitectos originarios (se refiere a Navarro Baldeweg a Fernández Alba) proyectaron un edificio que era una belleza, pero que técnicamente era muy poco hospitalario. Había fallos de ingeniería, de tecnología... Un desastre.
«El área docente parece la T4»
-¿Estuvo ya en La Cadellada?
-Sí.
-¿Y qué le parece?
-La hostelería es magnífica y la dotación tecnológica va a ser de primerísimo nivel, pero las habitaciones son algo pequeñas. ¡Ojo!, no lo digo yo, sino muchos que lo han visitado.
-¿Eso lo alertaron ya en 2003?
-El hospital se había proyectado para que la inmensa mayoría de las habitaciones fueran individuales. Luego esa previsión se cambió, porque se dieron cuenta de que no somos un país de ricos, y claro, ahora hay que poner dos camas y las habitaciones han quedado algo estrechas.
-¿Qué más se corrigió?
-El cuerpo de hospitalización querían hacerlo todo de continuo, lo que obligaba a los médicos y enfermeras a tener que recorrer 300 metros para ir a ver a sus pacientes. Era una locura. Ahora está dividido en tres.
-¿Y la zona docente le gusta?
-Me parece escasísima. Es un diseño muy bonito, porque parece que estás en la T4, pero es un área absolutamente insuficiente.
-¿Puede un hospital de vocación universitaria no tener campus?
-Sería una aberración. Cuando se empezó a hablar del HUCA, la joya de la corona era la biblioteca universitaria. Resulta que ahora ni siquiera aparece. De todas formas, estoy convencido de que habrá campus.
-¿Cuál es el reto del HUCA?
-El edificio nuevo es una herramienta, lo importante es el conocimiento y el contenido. El reto es acertar en la organización. Aquí y fuera hay profesionales como la copa de un pino. Lo que hay que hacer es dar con los mejores líderes. Pero, ojo, que el liderazgo en medicina se logra mediante el conocimiento y el esfuerzo y con fórmulas extrañas.
-¿Lo dice por las áreas de gestión?
-Las áreas de gestión clínica me parecen bien porque inventan la pólvora. Son estructuras similares al antiguo modelo de jefes de departamento, que era el que imperaba cuando llegué al hospital, allá por 1975.
-En sanidad, ¿toca apretarse el cinturón?
-Desde luego. En sanidad ha llegado la hora de poner freno. Habrá que hacer cosas muy dolorosas. Recuerdo que cuando fui director médico del hospital decidimos quitarle el bolígrafo a los residentes para que dejaran de pedir pruebas analíticas sin ton ni son. Eso obligó a los jefes a ser ellos los que dieran la orden y así bajamos el volumen de peticiones innecesarias. En sanidad hay mucho, mucho que afinar.
0 comentarios