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La abstención y la soberbia no viajan juntas

La abstención y la soberbia no viajan juntas

La Voz de Asturias. 09/05/2011

Tercer día de campaña y aparece la soberbia envuelta en experiencia cuando de lo que se habla en la región es del papel que la abstención tendrá en el 22-M. La encuesta de LA VOZ DE ASTURIAS no ha dejado indiferente a nadie. Los hay que asumen que queda mucho camino por recorrer y que la campaña se debe centrar en convencer a los indecisos de izquierda de la necesidad de votar por un modelo social; otros prefieren asimilar que las diferencias internas se pueden superar en una campaña con el apoyo de la masa nacional, y los hay que, apelando a la mediocridad, buscan posicionarse a costa de acabar con los demás y defender posiciones totalitarias porque simplemente nos les gusta que otros les digan las cosas o que no bailen a su alrededor esperando la recompensa del futuro. Cada uno elige su camino y también es responsable de sus actos, pero en la conciencia del grupo está el haber hecho bien los deberes y mantener una credibilidad que necesita más combustible que el empleado para conquistar las primeras plazas. Ahora es el tiempo de la verdad y el momento en el que cada candidato empieza a enseñar su ‘patita’ política. Y la verdad, lo que empezamos a ver, no sorprende a nadie, incluso los que defienden que la mejor manera de construir una sociedad es acabar con todo aquello que les molesta. Así se levantaron las dictaduras y por eso la ciudadanía sabe que la cita electoral es algo más que una votación. La abstención será determinante y la puesta en escena de los próximos días pretenderá justificar el tirón que a unos les sobra por su trayectoria y que a otros les falta porque ya no engañan a nadie. Nuestra sociedad está tan madura que puede asumir con total libertad las manifestaciones encontradas en esta marea de reproches, y como ayer afirmó en Gijón el candidato socialistas Santiago Martínez Argüelles, el 22-M se vota “ni más ni menos” que dos cosas: la elección del alcalde y la del presidente. Y luego quedarán los programas, las promesas, las ofertas de última hora, los cierres de las empresas públicas que nunca se han hecho en décadas de gobierno por ningún partido y que ahora se han convertido en el centro de la ira. Lo que queda es el sentido común y a algunos les falta por tradición.

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