Matemáticas con nostalgia asturiana
Los científicos rusos Antontsev y Shestakov, a los que la Universidad de Oviedo no pudo renovar contratos en su día, evocan desde sus destinos su paso por el Principado
Foto: Iván Shestakov, en la Universidad de São Paulo, en Brasil.
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Un sistema rígido de contratación que impide la llegada de los grandes talentos.
La Nueva España. Oviedo, Eduardo GARCÍA
Hace tiempo que abandonaron Asturias, pero la echan de menos. Iván Shestakov y Stanislav Antontsev formaron parte de aquel grupo de matemáticos siberianos que llegaron a la Universidad de Oviedo en los años noventa, con Juan Luis Rodríguez-Vigil de presidente del Principado y Santiago Gascón como rector. Ambos apostaron por aquellos profesores llegados del «más allá» para impartir clases en Asturias. Shestakov trabaja en la Universidad de São Paulo, en Brasil, y Antontsev en la Universidad de Lisboa. Ambos tienen prestigio internacional, se mueven por todo el mundo y han recibido en sus respectivos destinos el rango académico que Asturias no pudo darles. Así nos luce el pelo.
LA NUEVA ESPAÑA habló con Shestakov y Antontsev, quien, alejado de localismos, recuerda con cariño Oviedo, pero también «la playa y el mar de Gijón. Para nosotros, llegados del frío siberiano, todo aquello parecía un cuento».
Shestakov recuerda «mis paseos por la montaña asturiana», pero «Oviedo me sigue tocando el corazón; esa mezcla tan cuidada de ciudad histórica y contemporánea. Una joya».
El matemático Santos González tuvo mucho que ver en aquella inmigración de cerebros. La relación con los rusos nunca se ha perdido en el entorno de la Facultad de Ciencias: «Con Iván acabo de estar en Seúl, en el Instituto de Investigaciones Básicas de Corea. Es un gran tipo».
A los científicos siberianos se les acogió con los brazos abiertos, y no sólo por lo que académicamente iban a aportar. «Los colegas de la Universidad fueron conmigo «benévolos, afables, siempre dispuestos a ayudar», dice Antontsev, quien mantiene un vínculo personal en Oviedo con su colega y paisano Sergei Shmarev, el único de aquel grupos de seis que recaló en Asturias hace dos décadas que mantiene su puesto de trabajo en nuestra región.
«Nos marchamos porque no pudieron renovarnos el contrato», explica lacónicamente a la pregunta del porqué de su marcha. «Llegamos hasta donde la normativa permitía y no fue posible cambiar un sistema muy poco flexible», lamenta el profesor Santos González. Antontsev trabajó diez años en la Universidad de Beira, en Portugal, y otro curso en la Complutense de Madrid antes de afincarse en Lisboa, donde la alta carga docente condiciona sus investigaciones. «El prestigio internacional de una Universidad lo dan las investigaciones científicas», dice, y recuerda con nostalgia que en Oviedo «teníamos pocas clases y dedicábamos todo el tiempo a la investigación».
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