La primera operación que se realiza en Asturias, en el HUCA, de resecación de un tumor cerebral con el paciente despierto y colaborando
Operan por primera vez en Asturias un tumor cerebral con el paciente despierto
La intervención duró seis horas y se le practicó a un varón de 35 años que fue capaz de colaborar en todo momento con los neurocirujanos
Foto: Por la izquierda, Julio César Gutiérrez, Antonio López y Marco Álvarez Vega.
Oviedo, Eduardo GARCÍA, en La Nueva España
Un quirófano en el Hospital Universitario Central de Asturias (HUCA), en Oviedo. En su interior, doce profesionales y un paciente. Todo muy habitual. Se trata de una operación a cerebro abierto, lo cual ya no es tan frecuente. El paciente está despierto, los cirujanos le presentan imágenes, le hacen preguntas. Y él responde. Según las respuestas los médicos saben qué parte del cerebro está dañada y dónde hay que actuar. Están operando un tumor cerebral y en el éxito de esa intervención el paciente tiene un papel vital.
La primera operación que se realiza en Asturias de extirpación (resecación, en términos médicos) de un tumor cerebral con el paciente despierto y colaborando tuvo lugar el pasado día 7 en el HUCA. Se trata de un varón de 35 años que ya se encuentra en su casa «sin presentar ningún déficit neurológico» y siguiendo un tratamiento que tiene carácter preventivo.
La técnica a nivel mundial tiene apenas seis años (los primeros en llevarla a cabo fueron los franceses en un hospital de Montpellier) y en el entorno nacional más próximo del hospital asturiano se viene realizando con muy buenos resultados en el Marqués de Valdecilla, de Santander. Allí, el equipo del doctor Juan Martino colabora desde hace años con el equipo de neurocirugía del HUCA, dirigido por Antonio López García y, de hecho, algunos pacientes asturianos fueron derivados a Santander para someterse a esta nueva técnica quirúrgica.
Una técnica que fue presentada ayer a los medios de comunicación por el propio Antonio López y los neurocirujanos Marco Álvarez Vega y Julio César Gutiérrez.
La operación discurrió sin novedades durante unas seis horas, desde las ocho de la mañana hasta las dos de la tarde, y en ella intervinieron, además del equipo habitual, neurofisiólogos y neuropsicólogos.
Para el paciente es un enorme reto psicológico, «pero en este caso estábamos ante la persona idónea», afirma Álvarez Vega. Su situación en el quirófano es de «sedación consciente», es decir, sabe lo que está pasando, pero no tiene dolor. En posición poco confortable y con la cabeza inmovilizada, de alguna forma se puede decir que desde la camilla se dirige la operación, centrada esta vez en el lóbulo temporal izquierdo.
«La cirugía despierta ayuda y genera menos posibilidades de dejar secuelas», simplemente porque «limpia» mejor. Es una de las principales ventajas.
Pero también tiene sus inconvenientes. El primero, que no es fácil encontrar un paciente con el perfil psicológico adecuado para someterse a una situación de tan prolongado estrés. Imagínense en una camilla con el cerebro abierto y escuchando a médicos y ruido de aparataje, y así durante varias horas, consciente de que se trata de una operación muy seria.
«Hay gente que no quiere someterse a eso o que, simplemente, no puede». En todo momento de la intervención quirúrgica un neuropsicólogo está al lado de la persona, quien, por otra parte, conoce a todo el equipo, lo que le da seguridad.
El tratamiento quirúrgico de este tipo de tumores, que no son sólidos sino infiltrativos, y por tanto más difíciles de resecar (cortar y quitar), es ya muy preciso gracias al desarrollo de las técnicas de imagen.
Pero, como asegura Antonio López, «la imagen, con ser muy importante, no nos da plenas garantías» y en ocasiones se deja un pequeño porcentaje de la lesión por puro miedo a que el remedio sea incluso peor que la enfermedad.
La «prueba del 9» son, a fin de cuentas, el propio paciente y sus reacciones cognitivas y motoras durante la operación. Para los cirujanos el paciente despierto supone un plus de dificultad, aunque sólo sea porque hay que tener cuidado con lo que se habla. El paciente escucha, atiende, ve y saca conclusiones. «En estas circunstancias los cirujanos estamos más presionados, pero sabemos que es muy bueno para el paciente y merece la pena intentarlo».
También hay riesgo de que el enfermo pueda desarrollar una crisis, lo que obligaría a intubarlo, o que entre en una fase larga de desorientación y baje, por tanto, su capacidad colaboradora en una operación que requiere una precisión milimétrica.
Se buscan zonas cerebrales que sean accesibles y relacionadas con habla y movilidad
Oviedo, E. G.
La operación se puede explicar así en cuatro palabras: sujeción de cabeza, apertura de la envoltura cerebral, localización de la lesión, estimulación cortical, análisis de las reacciones del paciente y recesión de aquellas zonas afectadas que no cumplan una función importante. De ahí que el peligro de secuelas sea más bajo.
El manejo del ordenador y el «mapeo» de las imágenes del cerebro por personal especializado tiene también mucho que decir para ir a tiro fijo en la microcirugía.
El tumor extirpado al paciente asturiano afectaba a una zona cerebral de unos tres por tres centímetros. No era pequeño, pero los médicos del HUCA saben y se encuentran con tumores mucho mayores.
Los tumores primarios se dividen en cuatro grados, en función de su agresividad. Se trata, por lo general, de tumores de desarrollo lento -explicaron ayer los médicos del servicio de neurocirugía-, cuya primera sintomatología es muy variada, pero sobre todo debutan con ataques epilépticos. No era el caso del paciente asturiano sometido a la operación de cirugía despierta, que comenzó a tener problemas de habla.
Puestos a la mala suerte de sufrir uno de estos tumores, mejor que sean de grado 1, que, en terminología médica, son los benignos, muy localizados y con crecimiento lento. Los de grado 2 son también de desarrollo lento, pero mucho más difusos en sus límites.
Los tumores cerebrales de grado 3 y grado 4 tienen en común que son de crecimiento rápido y, por lo tanto, más serios y requieren tratamiento médico urgente.
El tumor cerebral está estadísticamente en alza y en el Hospital Central asturiano (HUCA) se tratan más de medio centenar de casos al año. Hay tumores de alto grado y de bajo grado. La técnica del paciente despierto es ideal, pero en absoluto exclusiva, para estos últimos.
La ubicación del tumor tiene también un papel decisivo a la hora de que los facultativos elijan una técnica u otra. Tienen que ser zonas accesibles y que estén relacionadas con funciones como el habla o la movilidad. Con la primera experiencia favorable, en el HUCA preparan nuevas operaciones de este tipo; sin prisas, pero sin pausas. La técnica de paciente despierto convivirá con las cirugías convencionales porque en medicina cada enfermedad y también cada enfermo es un mundo.
El HUCA opera despierto a un paciente afectado de un tumor cerebral
Es la primera vez que el Hospital Central aplica esta novedosa técnica, que requiere que el enfermo colabore durante la intervención
20.06.12 - LAURA FONSECA | OVIEDO, en El Comercio.
Anestesiado, pero no dormido. Así permaneció en quirófano durante seis horas un paciente asturiano al que lograron extirparle con éxito un tumor cerebral de tres centímetros. Fue durante una compleja y novedosa intervención que tuvo lugar el pasado día 7 de junio en el Hospital Universitario Central de Asturias (HUCA) y en la que el enfermo estuvo despierto todo el tiempo. La técnica se denomina 'cirugía despierta' y suele aplicarse en casos excepcionales, ya que requiere de la activa colaboración del paciente, explicó el jefe de Servicio de Neurocirugía del HUCA, Antonio López García.
La intervención, la primera de estas características que tiene lugar en el Central, fue todo un éxito. El paciente, un joven de 35 años que se está formando para ser entrenador, ya ha sido dado de alta y se encuentra en casa «perfectamente». El tumor, explicaron los médicos adjuntos de Neurocirugía, Julio Gutiérrez y Marco Antonio Álvarez, estaba localizado en el lóbulo temporal izquierdo, donde se localizan las funciones del lenguaje, entre otras. La lesión medía tres por tres centímetros y empezaba a suponer un peligro importante para las funciones motrices del enfermo.
Las ventajas que ofrece este tipo de cirugía, que arrancó en el año 2006 en el Hospital Montpellier, en Francia, es que permite medir, cotejar y precisar casi al extremo el riesgo que conlleva la extirpación de un tumor localizado en el cerebro. Con el paciente despierto, aunque algo sedado, los cirujanos van midiendo hasta que punto la zona a «resecar» (extirpar) afecta algún tipo de función motriz. De ahí, que sea necesario que durante la operación el paciente colabore y vaya respondiendo a las preguntas que le hacen los médicos. «Es una forma más segura para el paciente, al que se le puede retirar casi todo el tumor, como ocurrió en este caso», abundó el neurocirujano López García.
La operación requirió de la presencia de una docena de especialistas, entre ellos, un neuropsicólogo que se encargó de controlar que el paciente no entrara en crisis durante la cirugía despierta. En Asturias se diagnostican cerca de un centenar de tumores cerebrales cada año, de los que 20 son de carácter primario, como el intervenido al paciente despierto.
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