«Más empleo y menos medallas»
Trabajadores de la enseñanza y la sanidad y las mujeres de los mineros recibieron a los invitados con una sonora pitada
08.09.12 - A. V. / CH. T. | OVIEDO, en El Comercio.
Ni el arzobispo de Oviedo, Jesús Sanz Montes; ni la consejera de Educación, Ana González; ni el alcalde de Oviedo, Agustín Iglesias Caunedo; ni la de Gijón, Carmen Moriyón; ni siquiera el de Sariego, Javier Parajón, se libraron ayer de una sonora pitada a su llegada al Auditorio Príncipe Felipe, convertido en una suerte de coliseo donde un entramado de vallas color azul Oviedo separaba el paso marcial de quienes llegaban con el tarjetón que los acreditaba como invitados de una marabunta que rugía, lanzaba petardos y señalaba con el pulgar hacia abajo conformada por tres colectivos: trabajadores de la enseñanza y la sanidad y las «mujeres del carbón en lucha», llegadas desde las Cuencas. Cada uno con sus reclamaciones a cuestas, pero con un grito común: «¡Recortes no!». Nunca se había visto un despliegue policial de tamaña envergadura en la entrega de unas Medallas de Asturias y las decenas de personas apostadas a la espera de los ilustres pillaron por sorpresa a muchos de ellos, que eran recibidos por lemas tan poco protocolarios como «Chorizos, chorizos, chorizos». O «no nos robes, somos funcionarios».
Marcaban el ritmo los sanitarios venidos en manifestación desde la sede del Sespa, a la voz de «consejero, dimisión», una reclamación que no tuvieron ocasión de hacer llegar a los oídos de su destinatario, porque el titular de Sanidad del Principado, Faustino Blanco, entró al Auditorio por algún acceso reservado a las miradas indiscretas. Y ponían la música, con batucada incluida, los interinos, que amenizaron la entrada de su consejera con una detonación de las que perjudican cualquier tímpano.
Con «manos arriba, esto es un atraco» entraron representantes de todos los poderes. Del judicial, con el fiscal Gerardo Herrero, y el presidente del TSJA, Ignacio Vidau, como máximos exponentes, al Ejecutivo regional en pleno y veteranos de la lid política como el expresidente Juan Luis Rodríguez-Vigil o el eurodiputado Antonio Masip.
Las reacciones también fueron de los más variopintas: del gesto contrariado del responsable de la patronal asturiana, Severino García Vigón, al infinitamente más deportivo de ’Quini’, que pasó exclamando: «¡La madre que me parió!».
Mucho más flemático se mostró el arzobispo, quien llegó acompañado por el número dos de la Diócesis, el vicario Jorge Fernández Sangrador, para detenerse a charlar en el hall con Francisco Álvarez-Cascos y hacer notar: «Está animada la cosa, ¿eh?». Y hasta parecía que algunos disfrutaban, como Chus Pedro y Manolo, de Nuberu.
«Recortes en partidos»
«Recortes en partidos y pagas vitalicias» podían leer en una pancarta los que se atrevían a detenerse. Los menos. Como tampoco lo hizo el gran esperado, Javier Fernández, que llegó a bordo de su coche oficial a la plaza de La Gesta como una exhalación y que casi consiguió que las vallas azul Oviedo de contención se viniesen abajo. «Esta crisis no la pagamos» fue lo último que escucharon los más rezagados, como el periodista José Luis Balbín, el senador Vicente Álvarez Areces, el matrimonio Sanjurjo-Martínez Argüelles o los representantes de la Universidad.
Pero ninguno como el empresario mexicano Antonio Suárez, que hizo su aparición estelar a bordo de un Pullman Llaneza cuando los encargados de que todo encajase se tiraban de los pelos y el reloj pasaba cinco minutos del arranque previsto para el acto. Llegaba acompañado de 25 personas procedentes de Madrid. Entre ellas, el embajador de México y varios aristócratas que escucharon alto y claro: «Más empleo y menos medallas».
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