Este jueves pasado en Avilés dentro del ciclo 'Cultura y Salud' que organiza la Universidad de Oviedo
Los expertos ven un mejor control de la investigación médica
La legislación y el papel de diversos organismos internacionales ponen freno a los excesos por el ansia de rentabilidad de los laboratorios
Foto: Los ponentes, el jueves en el Centro de Servicios Universitarios.
J. GONZÁLEZ | AVILÉS, en La Voz de Avilés.
La investigación que precede a la puesta a disposición del paciente de un fármaco, un tratamiento o una vacuna, fueron ayer examinados por tres expertos que participaron en el ciclo 'Cultura y Salud' de la Universidad de Oviedo, con el que colabora el Aula de Cultura de LA VOZ DE AVILÉS. Los tres ponentes que protagonizaron la sesión de ayer en el Centro de Servicios Universitarios coincidieron en la progresiva puesta en práctica de medidas de control y de límites éticos en esos procesos de investigación. La idea es que, aunque el fin sea deseable, los medios que se empleen para alcanzarlo no han de sobrepasar ciertos límites, como ha ocurrido a lo largo de la historia.
«Debe primar el principio de prudencia», indicó el cirujano del Hospital San Agustín y miembro del Comité de Bioética de España, Pablo Ignacio Fernández Muñiz. Durante su ponencia, puso ejemplos relativamente recientes - desde el Tercer Reich a los casos denunciados por las prácticas de ciertos laboratorios e institutos con población negra y de clase social baja en Estados Unidos -, que ponen de manifiesto cómo se han venido conculcando derechos básicos para obtener un fin en principio loable. «Lo que no es aceptable es que para obtener un tratamiento para muchas personas, se tenga que sacrificar o hacer sufrir a otras personas», aunque sea «un grupo pequeño».
«Las compañías farmacéuticas son empresas y buscan rentabilidad», apuntó por otra parte la profesora de Farmacología de la Universidad de Oviedo, Gloria Manso. Durante su intervención, detalló el avance en la regulación de los ensayos clínicos en Europa, previos a la comercialización de los fármacos, y en el control posterior una vez que el medicamento sale al mercado y se hace accesible a un grupo de población mucho mayor que el que lo testó durante el proceso de investigación. En ese punto, Manso abogó por mejorar en España los sistemas ya implantados en otros países para que el paciente notifique «posibles efectos adversos» del fármaco y así mejorar su efectividad y el conocimiento que las agencias reguladoras tengan sobre el mismo.
Al final, el objetivo es salvar vidas, y pese a los «malos entendidos» o mitos sobre determinados fármacos o vacunas -apuntó el jefe de Vigilancia Epidemiológica del Principado, Mario Margolles-, la realidad es que esas investigaciones han conseguido salvar muchas vidas. Margolles cita un ejemplo. «A finales de los 80 me encontré con un brote de 500 casos de tosferina en una semana Cudillero. Ahora se dan tres o cuatro casos al año en toda Asturias».
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