Curso sobre Prevención cuaternaria en Pediatría que la Asociación Española de Pediatría celebra en el Hospital San Agustín de Avilés
«No hay que frivolizar al plantear actividades preventivas, puede haber riesgos»
«En un estudio controlado nunca te fijas en efectos adversos que pueden aparecer en el desarrollo real de un programa»
30.11.13 - FERNANDO DEL BUSTO | AVILÉS, en El Comercio.
Especialista en Medicina Preventiva y Salud Pública, el doctor Andreu Segura inauguró ayer el curso sobre 'Prevención cuaternaria en Pediatría' que la Asociación Española de Pediatría celebra en el Hospital San Agustín bajo la dirección de las doctoras Isolina Riaño Galán y Marta Sánchez Jacob. En su intervención, reflexionó sobre los riesgos inherentes a la prevención.
-¿Cómo se debe reflexionar sobre los programas de prevención?
-Todas las actividades humanas tienen pros y contras. Las ventajas de las actividades preventivas superan en mucho a sus inconvenientes, pero no están exentas. Como ninguna intervención sanitaria es inocua hay que tenerla muy en cuenta porque desde el punto de vista ético es mucho más comprometido convocar a una persona sana que a una enferma. Cuando se produce una enfermedad, siempre se ofrece una ganancia en presente; con las actividades preventivas la ganancia es en futuro y, en cambio, si existe un efecto negativo es en presente. No hay que frivolizar porque siempre puede aparecer un problema. Si surge, te puedes sentir estafado si no te advirtieron.
-En edades pediátricas esos riesgos éticos se incrementan.
-Hablamos de alguien que no tiene autonomía propia, toman las decisiones por él. Esto añade un plus más de prudencia y precaución.
-¿La solución pasa por una responsabilidad en función de su edad?
-En algunos casos es imposible, por ejemplo si hablamos de neonatos. En los adolescentes, aunque sean menores de edad legal, sí. Existe un contencioso sobre hasta qué punto el adolescente es autónomo. Se plantean cuestiones de interés, como que algunos adolescentes son remisos de acudir al médico porque piensan que el médico puede desvelar intimidad que no les interesa a sus padres. No son tanto desde el punto de vista preventivo. Aquí, el adolescente ve muy lejos la enfermedad.
-¿La vacunación es lo más polémico?
-No tanto. Lo que ocurre es que no todas las vacunas son iguales ni todas tienen el mismo grado de impacto e impertinencia. Las vacunas tradicionales, las de primera fila, han conseguido un impacto muy positivo para la salud. Es un tema complejo, porque algunos grupos se oponen por razones ideológicas, no son muy numerosos. Los problemas más habituales son por exclusión social.
Realidad
-Entonces, ¿dónde se encuentran los terrenos más delicados?
-Por ejemplo, los cribados neonatales. En general hay poca oposición a ellos, pero es muy importante saber que no en todas las enfermedades se ha conseguido probar que el diagnóstico precoz y el tratamiento es eficaz. Pero, incluso en aquellas enfermedades en que se ha conseguido probar su eficacia esto no es suficiente para mantener su resultado. No es lo mismo eficacia en condiciones experimentales que en las reales. Cuando un sistema sanitario adopta un programa de estas características debe garantizar que será evaluado durante toda su aplicación. Pueden aparecer efectos adversos que no se vieron en la fase experimental. En un estudio, la seguridad sólo se fija en lo más llamativo, pero efectos adversos menores al 1 por 1.000 ó 10.000 no los detectas en un ensayo controlado o aleatorio. En cambio, expones a un cribado a 200.000 niños y puedes tener 20 ó 30 casos de efectos adversos que pueden ser graves. Necesitas una vigilancia para corregir esa situación.
-¿Las políticas de prevención española hacen esa evaluación?
-No siempre. Hay cierta preeminencia política por abrir el campo a programas sin garantizar su continuidad. Eso no es bueno. También deberían coincidir actividades de prevención clínica con prevención comunitaria. Deberían ir juntos.
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