Resumido en los 6 más importantes, junto con las dos cuestiones claves necesarias para avanzar en la solución de todos ellos
Problemas fundamentales de la Sanidad Pública y alternativas para abordarlos
Por Marciano Sánchez Bayle, portavoz de la Federación de Asociaciones para la Defensa de la Sanidad Pública
nuevatribuna.es
En el momento en que se realiza el debate sobre el “Estado de la Nación” es una buena ocasión para reflexionar sobre los problemas principales que afronta la Sanidad Pública en nuestro país y las alternativas que existen para abordar con éxito estos problemas sin deteriorar ni privatizar la Sanidad Pública.
Lo primero que hay que señalar es que a pesar de la propaganda en contrario, teníamos un sistema sanitario muy eficiente, así lo señalaba Stuckler (BMJ 2010) relacionando la mortalidad ajustada por edad con el gasto social, situándose España en el mismo nivel de mortalidad que Italia, Francia y Suecia que tenían un gasto per capita un 33%, 66% y 100% superior respectivamente. Mas recientemente la agencia Bloomberg (junio 2013) colocaba a España en el 5º lugar mundial de los sistemas sanitarios más eficientes del mundo, el 1º de Europa, comparando gasto sanitario total y público con esperanza de vida y esperanza de vida libre de incapacidad.
Ello en si mismo no resulta una novedad porque es bien conocido que los sistemas de gestión pública son mas eficientes porque tienen menos gastos administrativos, tiene una menor sobreutilización de los recursos tecnológicos y gracias a la cobertura universal pueden socializar los riesgos y abordar economías de escala.
Por supuesto esto no quita que la Sanidad Pública en España no tenga problemas, y que estos se hayan agravado con la agresiva política del PP en estos últimos años. Analizarlos todos es prácticamente imposible, así que me voy a centrar en los que me parecen más importantes.
Uno. Recortes presupuestarios. La Sanidad ha sufrido en estos años unos recortes presupuestarios brutales e indiscriminados incompatibles con su buen funcionamiento. En 2009 el gasto sanitario alcanzo la cifra de 70.464 millones € y para 2014 hay presupuestados 57.632 millones €. Estos casi 13.000 millones menos significan disminuciones de personal muy importantes (53.000 trabajadores sanitarios menos según algunas fuentes) y su correlato: cierres de plantas, de quirófanos, cese de actividad de tarde, de puntos de atención continuada, etc, provocando aumentos de las listas de espera diagnostica, de consultas externas, quirúrgica y de citación en Atención primaria.
Por otro lado el sistema arrastre crónicamente una gran disparidad en la financiación sanitaria de manera que el presupuesto per capita tiene desde hace mas de 10 años una diferencia alrededor de 500 € entre la Comunidad Autónoma que mas y la que menos dedica a la Sanidad. Eso agrava el problema anterior, porque los recortes que se han producido en todas han sido letales para las CCAA con menor presupuestación.
Las alternativas son sencillas, la primera es mejorar la financiación y hacerla finalista para acabar con esta disparidad y luego eliminar los recortes, para ellos seria conveniente el tener un Plan Integrado de Salud (ya propuesto en la Ley General de Sanidad de 1986 y nunca elaborado) y reformar el Consejo Interterritorial del Sistema Nacional de Salud (SNS) para que pase a ser un órgano real de planificación y coordinación del SNS.
Dos. Las privatizaciones. El proceso de privatización que viene de antiguo se ha acelerado con la excusa de la crisis. En Sanidad se han utilizado múltiples modelos: las concesiones administrativas (mas conocido como modelo Alzira), las iniciativas de financiación privada, las adjudicaciones de atención sanitaria de áreas de población, las derivaciones sistemáticas al sector privado (de pruebas diagnósticas, de intervenciones quirúrgicas, etc), las entidades de base asociativa (en Atención primaria), etc. Ninguna se ha evaluado de manera transparente, pero sabemos algunas cosas importantes: incrementan los costes de manera exponencial (entre 7 y 8 veces), empeora la calidad de la asistencia sanitaria, reduce el personal, se realizan derivaciones sistemáticas de los enfermos complejos o de diagnósticos y tratamientos costosos a los centros públicos (selección de riesgos) y los ciudadanos prefieren lo público.
¿Cuáles son las soluciones?. Por supuesto la primera es hacer las nuevas infraestructuras de forma planificada utilizando si se precisa recursos de la UE (hay experiencias en Asturias y Murcia), recuperar las privatizaciones de una manera paulatina, así como derogar la ley 15/97 y blindar la provisión sanitaria pública por ley.
Tres. Gasto farmacéutico elevado. Si en 2011 hubiéramos tenido el mismo gasto farmacéutico per capita que el promedio de la OCDE habríamos gastado 1.823,6 millones $ ppc menos en farmacia. Aunque el gasto farmacéutico ha descendido en los últimos años, este ha tenido una evolución dispar, mientras el gasto en recetas ha disminuido un 26% entre 2009 y 2013, el gasto hospitalario se ha incrementado un 47,16% en el mismo periodo con lo que las bajadas en una parte se están equilibrando con los aumentos en la otra, máxime cuando los 4 últimos meses de 2013 el gasto en recetas ha invertido su tendencia y esta subiendo respecto a 2012. De todas maneras conviene no olvidar que la disminución del gasto en recetas no es real porque lo que sucede es que con los copagos se está trasladando gasto público a privado, provocando inequidad y problemas de salud.
Las alternativas son también conocidas, hay que promover la utilización racional de los medicamentos, controlar las presiones de la industria sobre los profesionales, realizar subastas de medicamentos, y establecer sistemas como financiación por grupos equivalentes y sistemas de riesgos compartidos.
Cuatro. Sobreutilización tecnológica. Existe un consenso generalizado en que alrededor del 30% de la tecnología médica se utiliza de manera inapropiada y a veces con riesgo para los pacientes. Es un tema complejo, pero las intervenciones deben de ir en el fomento de la medicina basada en la evidencia y la puesta en funcionamiento de agencias de calidad al estilo de la NICE del Reino Unido.
Cinco. Los copagos. El RD Ley 16/2012 establecía un incremento de los copagos en los medicamentos sobre los “activos” y además sobre los pensionistas, así como en los fármacos dispensados por las farmacias hospitalarias, y nuevos copagos sobre transporte sanitario, dietas, ortesis y prótesis. Aunque el único copago que hasta ahora se ha hecho efectivo es el de los medicamentos, esta claro que los copagos penalizan a las personas mas enfermas, con rentas mas bajas, a las mujeres, a los discapacitados y a quienes viven en el área rural.
Seis. El cambio de modelo sanitario. El DR Ley 16/2012 también cambia el modelo sanitario establecido en la Ley General de Sanidad pasando de un modelo basado en la residencia a otro que se fundamenta en el aseguramiento. Este nuevo modelo produce exclusiones, la mas conocida la de los inmigrantes irregulares que provoca serios problemas humanitarios y de salud, pero también hay otras como la de las personas con rentas superiores a 100.000 € y mas recientemente la de aquellos que residan mas de 90 días en el extranjero. Por otro lado se establece una nueva cartera básica de la que se irán excluyendo paulatinamente prestaciones (de momento solo la fecundación in vitro para mujeres solas o con parejas del mismo sexo).
Las alternativas a estos dos puntos vienen por la derogación del RD Ley 16/2012, la garantía de la accesibilidad al SNS de toda la población manteniendo su gratuidad en el momento del uso y por asegurar la universalidad del derecho a la atención sanitaria.
Y por fin hay dos cuestiones claves para poder avanzar en todo lo propuesto, la primera es la necesaria transparencia informativa de las administraciones sanitarias, no es de recibo que se nos oculte la información existente y que toda la ciudadanía sufragamos con nuestros impuestos, pero además este apagón informativo hace muy complicada la evaluación de nuestros servicios sanitarios sin lo cual es muy difícil avanzar. La otra es la necesidad de establecer sistemas efectivos de participación social y profesional que permitan la implicación de ciudadanos y trabajadores de la sanidad con el servicio sanitario público.
Como han demostrado las recientes movilizaciones en Madrid es perfectamente posible conseguir la paralización de una política suicida de deterioro y privatización de la Sanidad Pública, a partir de ahí tenemos que avanzar en alternativas, como las señaladas, que nos permitan mantener un sistema sanitario público de calidad, eficiente y universal que es la garantía de la salud de la población.
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